Introducción

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Julián respiró hondo y estiró los dedos de los pies mientras se quitaba el forro usado y le hacía un nudo en un extremo. Se levantó de la cama intentando que la fuerza y la energía volvieran a sus piernas y tiró el preservativo al tacho de basura que tenía junto a la cama. Se limpió los restos de lubricante con un poco de papel que tiró junto a lo demás y miró su cama desecha y los cojines esparcidos por toda ella.

-Sabés que podés quedarte a dormir si querés, ¿no?

Podía imaginar la sonrisa torcida que estaba poniendo Renato de espaldas a él.

-Juli...

-Lo sé, lo sé... Vos nunca te quedás a dormir en casa de nadie.

Renato se dio la vuelta y ladeó la cabeza mirándole mientras se terminaba de abrochar sus jeans ajustados.

-No es con vos. No duermo con nadie.

Julián se desplomó en su cama, todavía desnudo, y lo miró desde abajo con su pelito claro despeinado haciendo un montoncito con las manos.

-Algún día conseguiré que te quedes en esta cama a dormir.

La risa de Renato se ahogó bajo la remera que se estaba poniendo.

-No creo que nadie logre eso en un futuro cercano, creeme...

Gateó por la cama hasta acercarse a él. Renato se mordió el labio al sentir cómo Julián se ponía de rodillas frente a él y le rodeaba la cintura con las manos, acariciando el elástico del bóxer que sobresalían del pantalón.

-Yo no lo logro porque no me dejás.

Susurró muy cerca de su boca.

-Juli...

Renato estiró el cuello para quedar fuera del alcance de sus labios y Julián suspiró derrotado. Nunca entendía ni sabía cómo lograr acercarse a él. Agachó la mirada y se fijó en una pequeña manchita verde de pintura que tenía la remera.

La acarició despacio con el dedo índice mientras intentaba sonar lo más casual posible y lo menos desesperado porque Renato se quedara junto a él.

-Sos un desastre.

-Mi vida es un caos ahora mismo.- Dijo Renato con simpleza rascando la mancha de pintura.- Me manché esta mañana mientras hacía un grafiti con Fausto.

-Escuché que el otro día los arrestaron.

-No fue nada.

-Pero les llevaron a comisaría.- Dijo intentando sonar lo menos preocupado posible.

-La cana estaba aburrida y sólo se les ocurrió jodernos a nosotros.- Dijo con el ceño fruncido.- ¿Qué culpa tengo yo si sólo quiero dejar más linda la ciudad?

Julián rio divertido al ver la fingida expresión de inocencia que ponía Renato en su cara, pero le era imposible no marcar sus hoyuelos con una sonrisa.

-Sos un chanta...

-Te lo juro, a mí la yuta no me agarra dos veces.- Dijo con confianza.- La próxima vez que un policía quiera arrestarme...

-¿Qué harás? ¿Seducirle con tus encantos?

Renato enarcó una ceja divertido y sus ojitos chispearon.

-¿No me crees capaz?

-Te veo capaz de lograrlo...- Susurró.

-Sólo soy un pendejo grafitero, dejate de joder.

Julián se encogió de hombros mientras le miraba de arriba abajo, deteniendo su mirada en ese cuerpo que conocía tan bien después de tanto tiempo explorándose mutuamente en las noches de soledad.

-Creo q no sos consciente de lo que provocás en la gente, Tato...

Renato chasqueó la lengua y se separó de él. Agarró su mochila medio abierta y empezó a recoger sus cosas despacio, con la mirada perdida.

Nada, hiciera lo que hiciera, dijera lo que dijera, parecía que nunca lograba nada en él.

-¿Te vas a seguir poniendo linda la ciudad?

-No, por hoy fue suficiente.

-¿Algún día me dirás que significa eso de "Volver a Jugar"?

Renato lo miró de reojo y pareció debatirlo internamente con él mismo durante un momento.

-Es una pavada.- Dijo por fin volviendo a él.- No tiene importancia.

Se dejó besar. Un beso corto, de esos que se están acabando antes de poder saborearlos. Y antes de darse cuenta volvía a estar solo en su cama desecha y con ningún cojín en su lugar.

Suspiró despacio y se metió debajo de la sábana buscando algo del calor perdido después de que el cuerpo de Renato se fuera de debajo de ella.

Cerró los ojos y los apretó intentando que todo en su cabeza se volviera oscuro y callado. Aún escuchaba la música del bar en sus oídos y saboreaba el alcohol en su garganta. Pero no sentía nada más. Nada. Absolutamente nada...

Y estaba cansado de quedarse en soledad y de no sentir nada.

Nada ni a nadie.

Tras el cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora