14.- Crisis

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-Meli, decime qué pasó.

-Apurate y vení, Julián.

El teléfono se cortó y Julián sintió que las piernas le flaqueaban y todo se volvía borroso a su alrededor, como si de pronto una nube negra invadiera su campo de visión. Un pitido ensordecedor llenaba sus oídos y juraría que podía sentir los latidos de su corazón acelerado latiendo fuerte en su cabeza.

Apoyó una mano en el lavabo para no derrumbarse e intentó que algo de aire llegara a sus pulmones. Si a la nona le pasaba algo... si su abuela lo dejaba solo... No iba a ser capaz de soportarlo. Lo sabía. No iba a poder.

-Juli.- Escuchó la voz de Lucas llamándole acercándose a él.- Juli, ¿qué pasó?

Lucas le agarró de los hombros y alzó la mirada intentado enfocar sus ojos en él.

-La nona...

Odiaba que le saliera siempre esa estúpida voz de nene chiquito y asustado. Pero sabía que eso mismo es lo que tenía que parecer en esos momentos. Un niño chiquito y completamente asustado.

-¿Qué pasó?

La voz de Lucas fue firme y seria y Julián tomó aire intentando poner en orden sus ideas y ser capaz de ejecutar una acción.

-Me voy. Me...- Se estiró y guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón.- La nona me necesita. Me voy.- Repitió.

-Pará. ¿A dónde vas? Calmate un segundo y mírame.- Lucas lo obligó a detenerse.- ¿Qué pasó?

-Meli sólo llama cuando tiene malas noticias.- Explicó bajito.- Me dijo que fuera rápido...

-¿No te dijo nada más?

-No.- Julián apretó mucho su mandíbula y tomó aire con dificultad.- Si le pasa algo a mi nona, Lucas... No puede pasarle nada.

Lucas asintió despacio, todavía haciendo esa ligera presión con las manos sobre sus hombros.

-Dale, te llevo.

-¿Qué? No... No. Tengo que ir solo, yo...

-Julián, te llevo.- Lucas lo miró más serio y autoritario que nunca y con la diferencia de altura se sintió todavía más chiquito.- Tengo el auto fuera y Erica puede encargarse de todo. No te dejaré solo.

-Pero...

-Callate.- Le pidió.- No te dejaré solo. ¿Me oís?

Sólo fue capaz de asentir torpemente y perderse en los ojos oscuros de Lucas y en el calor que dejaban sus manos sobre sus hombros.

...

"Ley de vida" se dice siempre que una persona mayor se va y deja este mundo. Lo es. Es ley de vida. Nadie vive para siempre. Es algo que se acepta tan natural como el respirar. No es una tragedia griega ni tampoco se compara a la injusticia de un corazón joven que deja de latir. Es sencillo. Sólo una vida que termina su camino cuando tiene que terminarla. Pero que sea fácil de entender no significa que sea menos doloroso.

La muerte te genera el mismo miedo, las mismas dudas y el mismo sentimiento de soledad llegue cuando llegue. Aunque sea ley de vida.

Julián se desplomó en una de las sillas de plástico del pasillo de aquel hospital en el que habían trasladado de urgencia a su abuela.

Crisis. Así habían catalogado la situación los médicos. Crisis. Los pulmones de su abuela habían fallado y casi no llegaba oxígeno al resto de órganos de su cuerpo, que luchaban valientes por resistir todavía.

Se cruzó de brazos en aquel pasillo vacío, intentando darse calor en un extraño abrazo a él mismo. Nunca se había parado a pensar en aquella palabra que ahora no dejaba de salir de su cabeza. Crisis. Crisis. Crisis...

Tras el cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora