Epílogo

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Da brochazos de pintura en la pared de lo que un día fue el living de su abuela y hace una mueca intentando dejar el color lo más uniforme posible. Todavía no entiende cómo Lucas ha podido elegir ese color tan horrible, pero cuando ve su carita de ilusión a su lado mientras sube y baja su mano con su propia brocha, se le pasa.

Lo ama. Es así de simple y así de sencillo. Ama a Lucas. Su generosidad, su corazón enorme, su responsabilidad a la hora de trabajar, su madurez para hacer frente a los problemas... Y sobre todo, ama saber que ese amor es igual de recíproco por su parte. Le encanta sentirse tan cuidado y protegido cuando está con él, como si nada pudiera lastimarlo. Lucas llegó un día para llenar ese hueco enormemente vacío y frío que había en su cama y en su corazón. Y algo dentro de él le decía que iba a ser así siempre.

-Che, ¿no les parece ridículo?

La voz de Renato detrás suya le seca de sus pensamientos.

-¿Qué es exactamente lo ridículo, Tatito?- Pregunta Lucas con ese tonito de burla que hace que él mismo sonría también.

-¡Soy un artista! Podría recrearles la Capilla Sixtina en el techo de este living si quisieran y me tienen pintando la pared de color verde moco.

-¡No es verde moco!- Se queja Lucas.

No va a decirle nada porque quiere que sienta que esa casa es tan de él como suya, pero la pared tiene un color horrible. Aunque Renato no hace caso a las quejas por su crítica.

-Esto es ridículo.- Vuelve a repetir.- Es como pedirle a Stephen Hawking que te ayude a hacer sumas y restas.

-Callate, Miguel Angel. Vos quisiste ayudarnos a pintar la casa de la nona, ahora no te quejes.- Le dice a su amigo, que sólo pone los ojos en blanco.

La casa de su abuela, el poco dinero que tenía y sus escasas pertenencias... Todo lo había heredado él. Aún recuerda la cara que pusieron sus padres el día que leyeron el testamento y apareció en aquel despacho con Lucas de la mano. Años sin verlos y no le habían dicho absolutamente nada. Pero tener a su novio al lado, apretándole la mano con fuerza, era lo único que le importaba.

Unos meses más tarde están ahí, pintando toda la casa, comprando muebles nuevos, creando un lugar donde empezar juntos una vida.

-Voy al auto por más pintura.- Dice Renato dejando su brocha en agua.- Cuando vuelva quiero que todos los pantalones sigan en su lugar, ¿entendido?

-¿Por quién nos tomas?- Se queja Julián intentando poner su mejor cara de niño inocente.

-¿Hace falta que responda?

-Serás caradura, Tatito...- Lucas se pone en pie con los brazos en jarra apoyados en su cadera.- Nosotros les hemos encontrado a vos y a Gabi muchas más veces así que ahora no te hagas el santito.

-Mi novio es yuta, si no hago todo lo que me pide me manda preso.

-Como si te molestara que te espose...- Comenta Julián sugerente.

Y los tres se ríen en esa broma interna antes de que Renato salga del living y los deje solos. Julián mira a su alrededor. Tiene ganas de tener todo listo, que por fin puedan vivir juntos en esa casa. Que realmente él y Luacs tengan su lugar y que él sea lo primero que vean sus ojos por la mañana.

-Panchito...- La voz de Lucas lo devuelve al ala realidad.- ¿De verdad elegí un color verde moco?

Se acerca a Lucas, que mira la pared con el ceño fruncido, y lo abraza por la espalda. 

-No le hagas caso a Tato.

-Pero no quiero que nuestro living se vea feo.

Aún siente cosquillitas en la panza cuando Lucas habla de esa casa como "nuestra" y se pregunta si esa sensación desaparecerá algún día. Si en algún momento se dejará de sorprender por lo mucho que lo ama.

Horas más tarde siguen allí solos, ha caído la noche, en la habitación sólo hay cubos de pintura, sábanas cubriendo algún mueble y un par de escaleras manchadas. Lucas lo besa en la penumbra de la única lamparita del lugar. No hay nada entre esas cuatro paredes a medio pintar y él siente que todo lo que necesita está ahí. 

Los besos húmedos de Lucas sobre su cuello se vuelven demandantes y sus manos grandes y calientes comienzan a desvestirlo. Y él se queda embobado viendo la sombra de sus cuerpos desnudos restregándose uno contra el otro. Es feliz. Mierda. Es realmente feliz.

Tras el cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora