CAPITULO 5

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Me desperté en la cama de Noah Puckerman, con su mano cogiendo mi pie, como unas tres botellas de vodka vacías tiradas por el suelo y un montón de ropa por todos lados. Me levanté lentamente, me dolía un poco la cabeza, luego desperté a Puck.

-Qué cojones hemos hecho? Porque no recuerdo una mierda –dije confusa mirando toda la habitación.

-Esperemos que no gran cosa… -dijo incorporándose-. Tenemos que prepararnos para la fiesta, es dentro de dos horas y sé que las chicas tardáis años en arreglaros.

Me encerré en el baño. Por dónde empezaba? Por el pelo, tan enredado que parecía ese chico del instituto llamado Joe con el pelo lleno de rastas, o por el cuerpo, que olía a alcohol y a… kétchup? Ay dios, mejor no quería saber que habíamos hecho durante el día…

Cuando salí del baño, Puck me prestó un vestido rojo muy bonito que una chica con la que se acostó se lo dejó en su casa. ¿Y cómo había salido la chica?, me pregunté a mi misma. Mejor no saberlo…

Una vez listos, un amigo de Puck nos recogió con el coche. Al llegar, la fiesta ya había comenzado. Había chicos ya borrachos en el jardín, y se oía una música muy fuerte que provenía de dentro de la casa. Entramos y todas las miradas se clavaron en nosotros. Me separé de Puckerman lo más rápido posible antes de acabar haciendo un trio con una chica y él como aquella vez que íbamos súper pedo.

Fui hasta el ponche y me serví un vaso. Estuve al lado del ponche durante la mayor parte del tiempo, no conocía a casi nadie de allí y era el único sitio donde los chicos no se te tiraban encima medio borrachos para “bailar”. Oí a Puck gritar mi nombre, y cuando me giré choqué con una chica lanzándole todo el líquido de mi bebida en todas las tetas.

-P-perdón… lo siento mucho… -dije roja como un tomate.

-No, tranquila… -dijo la chica.

Cuando la miré, me encontré con unos ojos azules muy bonitos. Recordaba esa cara, iba al mismo instituto que yo, hasta recordé que íbamos a clase de historia conmigo. Era difícil olvidar esa chica. Aún recuerdo cuando la profesora le preguntó cuál era el presidente de Ohio, y ella respondió Will I Am.

-Quieres que te acompañe al baño? –dije insegura.

-Sí, muchas gracias.

Subimos las escaleras hasta el cuarto de baño. Cuando llegamos, oí unos gemidos. Abrí la luz indiscretamente y me encontré con un chico y una chica en medio de… ya sabéis.

-Anda, fuera! Id a una habitación, el baño no está para esas cosas! Fueeera –ordené mientras los chicos salían avergonzados.

La chica rubia se puso a reír mientras entrabamos en el baño.

-Ha sido muy bueno! –rio la chica.

-Alguien tenía que hacerlo –dije encogiéndome de hombros.

-Tengo todo el sujetador mojado… -dijo sacándose el vestido y quedándose en ropa interior. “Santana, esta vez no podrá contigo…”

-A ver, que te ayudo. Quítate el sujetador y dámelo.

La chica me miró dudosa, pero al ver mi confianza se lo quitó y me lo lanzó. Lo cogí y lo escurrí bien para que se pudieran secar antes. Con un secador que encontré al armario, los sequé del todo durante unos tres minutos. Luego hice lo mismo con el vestido.

-Voilà! No está seco del todo, pero al menos te lo puedes volver a poner.

-Muchas gracias, Santana –dijo cogiendo el vestido y el sujetador para ponérselo.

-Bueno, teóricamente es culpa mía no tienes por qué… espera, sabes mi nombre?

-Claro, estudias en el WMHS y vamos juntas en clase de historia.

-Pensaba que no te acordarías de mí, Brittany. –dije sonriéndole coquetamente.

Noté que se puso feliz cuando vio que yo también sabía su nombre. No sé por qué, pero esa chica me estaba gustando. Era inocente, guapa…

-En la clase de mañana te sentaras conmigo? –preguntó acercándose a mí.

-Claro! –Dije y se puso aún más contenta-. Bajamos ya?

-Sí, vamos.

Salimos y nos encontramos el pasillo lleno de gente. Brittany me cogió de la mano y salimos de la manada de chicos borrachos en celo antes de que alguno nos metiera mano. A bajo me encontré con Puck, y Brittany se fue con sus amigos, pero antes se me acercó para que la pudiera oír y me dijo:

-Me ha encantado conocerte, Santana.

-Y a mí también, Brittany.

Como Puck se había marchado de la fiesta con dos chicas antes de que terminara, me fui yo también. Cuando llegué a casa, eran las cuatro de la mañana. En cuatro horas más estaría sentada al lado de Brittany. No sabía cómo sentirme; triste por el rechazo de Rachel, o feliz por haber conocido a Brittany. Mi cabeza estaba hecha un lio. Aún quería a Rachel, como a nadie más en el mundo, y no podía parar de pensar en ella y en sus palabras durante cada segundo, pero por otra parte, con Brittany me sentí diferente. Me gustaba esa chica. Era inocente y preciosa. Aunque tenía claro una cosa; no me volvería a enamorar. Nunca más. No permitiría que nadie me hiriera otra vez, ni expresaría mis sentimientos para ser rechazada de esa forma.

La fuerza del amor (Brittana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora