CAPÍTULO 2

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SEATTLE

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SEATTLE

POV CHRISTIAN.

La gala de abertura de la nueva sede del Grey Hospital Central Seattle, se encontraba en todo su esplendor, cada vez que había una instalación nueva, lo celebraban a los cuatros vientos. Una fiesta divertida y todos los asistentes lo pasaban muy bien. Gente influyente de la medicina, grandes empresarios, fundaciones, y personal médicos de todas las áreas. Algunos bailaban, otros conversaban tranquilamente en sus puestos. Uno de los invitados más solicitados era Christian Grey, uno de los hijos de la dueña del Hospital y reconocida Pediatra Grace Trevelyan Grey.

Todas las mujeres, querían acercarse a él, era como ganarse la lotería pasar por su cama, era como obtener un ansiado trofeo, ya que muy pocas tenían tal privilegio. Un importante neurocirujano, que había llegado hace pocos meses a la cuidad, para hacerse cargo de un puesto importante, jefe del área de neurocirugía. De haber pasado una larga estadía en Londres, donde se había dedicado a perfeccionar su técnica en la medicina, para adquirir nuevos conocimientos y poder demostrar que era el mejor en su rubro. Christian, mas como conocido como Dios para los amigos. Un apodo, que le habían otorgado en sus años universitarios y que habían quedado impregnado hasta ahora. Por sus días de mujeriego.

Era uno de los solteros más cotizado de Seattle, vestido con aquel traje negro Armani, camisa blanca y pajarita, era una delicia para la vista. Christian Grey. De veintiocho años, su atractivo era deslumbrante, su cabello cobrizo contrastaba enigmáticamente con su piel blanca y sus impactantes e intensos ojos grises, ese color que casi llegaba al acero, logrando cautivar e intimidar si se les miraba por varios segundos, ya que parecían amenazar con destruir todo a su paso, con el poder de cautivar a cada mujer que se sentían atraídas por aquel intenso acero. Por eso tenía muchas mujeres cayendo rendidas a sus pies, ante la mirada seductora, ardiente, cautivante y misteriosa, esa manera penetrante de mirar que lograba acelerar miles corazones. Sin embargo, las pupilas escondían odio y dolor que se habían quedado pausados en el tiempo, nadie había logrado escarbar en su alma, nadie conocía el secreto que guardaba, porque Christian no les permitía llegar a él. Era un hombre que no se dejaba enamorar por nadie, pero que las enamoraba a todas con sus felinos ojos grises, su porte atlético y su sonrisa cautivadora. Pero había momentos en que se encerraba en sí mismo y llegaba a ser dominante, obstinado, exigente y a juzgar duramente. Era intenso, con una energía emocional única, a simple vista un joven tranquilo, pero escondía magnetismo y agresión afables, de un carácter con grandes beneficios o enormes riesgos, temple y fuerza de voluntad insuperables, en momentos era como todo joven que podía ser herido de alguna manera, pero con la fortaleza para no demostrarlo y prepararse para destruir todo a su paso. No sabía perdonar, no podía hacerlo, muestra de ello era que contaba con pocos amigos, porque cuando se enemistaba con alguien era para toda la vida, su orgullo no le permitía unir lazos nuevamente. Y los que tenían, eran grandes amigos de infancia. En el momento era el Christian al cual se podía llegar fácilmente, alegre y dispuesto a disfrutar de las bondades de la vida, sobre todo la palabra mujeres.

EL LATIDO DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora