CAPÍTULO 3

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POV ANASTASIA

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POV ANASTASIA.

Los días habían pasado sin darse cuenta, y el ansiado momento había llegado, emprender un nuevo desafío era un gran reto para su carrera. Para Anastasia no existía imposibles, y si este nuevo trabajo había llegado en ese momento, era porque necesitaba realizar algún cambio en su vida. Miraba con añoranza su departamento de la cuidad de New York. Aquel, departamento, que la acogió por cinco largos años, donde pudo sacar sus carreras, sin darse un descanso y que aquel actualmente contaba con los conocimientos necesarios, para posicionarse como la mejor neurocirujana de la cuidad. Anastasia no solo tenía como profesión Neurocirugía, también tenía en su extenso curriculum, y cuando lo ameritaba ejercía la pediatría. Muy pocos sabían de su carrera, pero era algo que le llenaba de orgullo, los trabajar con niños le encantaba.

Su cuenta bancaria, iba en aumento cada vez más, podría darse los lujos que quisiera, pero era una mujer muy centrada, y solo lo hacía cuando era necesario. La vida le había enseñado que todo costaba, nada era gratis, y para poder subsistir, de vez en cuando, había que hacer sacrificios. Para Anastasia Steele, la mujer fuerte que aparentaba ser, dentro de su corazón, existía, la mujer bondadosa, cariñosa, y con un gran corazón. A pocos dejaba ver a esa Anastasia, y los que conocía ese lado de su vida, tenían un gran privilegio. Decir adiós no era una simple palabra, para ella implicaba abandonar una parte de su vida para empezar una nueva, no era solo dejar a las personas de las cuales les tenía un gran aprecio, sino obligarse a no extrañarlas tanto y arriesgarse por nuevos desafíos. Entre ellos, se encontraban sus querido Abuelos. Ellos eran un pilar fundamental en su vida, a ellos les debía, la mujer que era hoy en día, fueron la ayuda que necesito en su momento, cuando todos le dieron la espalda.

Miro de reojo a Samanta, que pelea con el pequeño Lucas, tratando de quitarle un chocolate, el refunfuñaba hacia su madre, y ella sin poder evitarlo se derretía ante sus gestos, el pequeño hombrecito, era un gran manipulador. Su amiga, miraba con adoración a su hijo, mientras le besaba su pequeña frente con cariño. Lucas era un hermoso bebé rechoncho, pelo rubio, ojos azules, tez blanca, y la idéntica sonrisa de su madre. Samanta, vivía por su hijo, eran sus ojos desde que había llegado a su vida, solo había un hombre en su vida. Lucas, tenía un fuerte carácter, y seguía refunfuñando por su chocolate, mi amiga suspirando y dándose por vencida, lo dejo en el suelo para que terminara su chocolate, Lucas alzo su mirada y me miro sonriendo, le hago señas para que se acerque, toma su chocolate poniéndose de pie y corre hacia mí, me agacho para recibirlo entre mis brazos, y al llegar chilla mientras se lanza en mis brazos carcajeándose feliz. Le sonrió, y beso su gordeta mejilla.

—¿Qué paso hermoso? —le decía Anastasia con una gran sonrisa.

—Mami, mami, no quiede totolate—decía agitado, Anastasia lo miro y se carcajeo, miro de reojo que Samanta que miraba sonriendo la interacción de ambos, admirando la energía de su pequeño—es que Mami, es una pesada mi niño, la tía Ana te dará todos los chocolates que quieras—dijo sonriendo y el chillo de felicidad.

EL LATIDO DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora