2.Ojos secos

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Podría estar sentada en mi nuevo sofá.

Podría estar detallando el techo.

Podría pretender que le presto atención a las películas.

Podría leer a Ken Follet y fingir que no me aburre.

Podría quedarme en cama hasta el medio día.

Podría escuchar I don't love you de Urban Zakapa y llorar el resto del día.

Podría estar llorando, llorando mucho.

Pero ha pasado una semana desde el último día que lo vi, y hoy, justo hoy no me siento como para llorar.

Probablemente he llorado todo lo que tenía, o quizá el sencillo impulso de salir a enfrentar al mundo tiene esta poderosa energía que me dispone a no quererme caer.

Quedé con mi mejor amigo en un café a cuatro cuadras de mi nuevo apartamento, me dispuse a ponerme un vestido de flores, y en más de dos meses desempolvé mi maquillaje.

Mientras caminaba pensé "Me gustaría ir a bailar".

Y también pensé "Y quizá beber un poco."

Conforme me acerco a la cafetería, pienso que no sería mala idea iniciarme en la equitación. Pienso que no sería mala idea salir a correr por las mañanas, aprender a tocar un instrumento o finalmente buscar un trabajo.

Ya ha pasado un tiempo desde que conseguí algo que valiera la pena, ya no divido mis gastos y necesito valerme, completamente, por mi misma.

Pero no quiero vender mi trabajo al mejor postor, quiero una oportunidad para explotar mi creatividad, donde confíen en mi trabajo, donde no sienta que subir a un escenario es un equivalente a la agonía.

Donde pueda ser yo misma, y alguien más.

No tendría problema con estar sobre las tablas, tras bambalinas en el maquillaje, controlando las luces o dirigiendo la escena.

Siempre y cuando no me sienta ahogar en una rutina.

Como hace ocho meses atrás cuando enseñaba en una secundaria.

Levantarme con un propósito no siempre es mi equivalente a felicidad.

Y mientras me detengo frente a una librería a tan solo diez pasos de "95 grados", el café donde me espera Jaebum, pienso "quizá es el momento de dedicarme a la dramaturgia".

Diviso una antología titulada "Las mejores obras de Federico García Lorca" y pienso que debería comprarla a la salida de mi encuentro.

No porque quiera leerla, es porque quiero llenar un espacio en mi nuevo librero.

Al entrar al local, veo a mi amigo sentado en una esquina junto a la ventana. Ya ha pedido un café con mucha crema para él, y un té verde para mi.

-Pensé que tendría que ir sacarte de la cama.-Dijo con tono burlón.

No digo nada y le doy el primer sorbo a mi té.

-¿Te gustaría ir a bailar después?-Dice como si hubiese leído mi mente.-Sé que estos días no han sido fáciles para ti, pero Sunmi ha venido a pasar unos días en la ciudad, ha querido contactarte pero perdió tu número y me dijo que te invitara esta noche, también ira Bambam y comprarem-

-Ire.-Sonreí mientras soltaba mi taza por segunda vez.

Ambos guardamos silencio, no porque no hubiera nada que decir, siempre había algo que contar cuando de nuestra amistad se trataba. Pero Jaebum no tenía sus habilidades en consolación completamente domadas y simplemente prefería ofrecerme su compañía y oído. No me molestaba así, lo prefería ante algunos discurso genéricos llenos de palabrería como "Todo va a estar bien", "Eres guapa, ya encontrarás otro." o "No es el único pez en el mar."

Todo eso me enfermaba, y cuando Yugyeom modificó su estado a "soltero" la noche después de mi mudanza.

Y tan solo tres días después lo vieron en las películas con una guapa reportera.

Mi bandeja de entrada no parecía recibir otro tipo de mensajes, todos llenos de una ajena melancolía.

Algunas de sus compañeras de trabajo juzgándole, algunos de nuestros amigos en común justificándole, sus familiares animándome y mis hermanas apuntándole.

¿Que acaso nadie entendía que no quería saber nada de él?

¿Que esa reportera tiene cuatro años en una relación con otra mujer?

¿Que su simple mención dolía?

Dolía mucho, me desarmaba y por más que quisiera retener este extraño duelo, siempre me encontraba saqueando los momentos en los que fuimos un nosotros.

Yo no quería no saber de él nunca, quería que por estos días en los que me acostumbraba a la soledad, su recuerdo no fuera un símbolo de agonía.

-Val...

-¿Mmhm?-Dije mientras re organizaba mis pensamientos.

-Sé que te lo han dicho antes, sé que lo sabes, pero vas a estar bien.-Su mirada fija en mí, me enviaba alguna calidez que estar lejos de casa, siempre me hacía desesperar.

Ahora, a miles de kilómetros de mi familia, en otro continente y sin otro compañero de vida más que mi gato, el Señor Pescuezo.

Era bueno recordar que tenía a mi mejor amigo, un abrazo seguro, una seguridad entre tantas incertidumbres.

-Eres muy fuerte Val, eres talentosa, cariñosa, tenaz...eres Val, Val la mujer que enfrentó el mundo por seguir sueño, que enfrentó estándares por serle fue a los que ama. Sé que sabes todo lo que estoy diciendo pero debo recordártelo.

Una vez mi taza de té estuvo vacía le tome la mano y la apreté entre la mía.

Ese no era el tipo de discursos que evadía, esas eran las palabras que evitaba recordarme cuando buscaba los defectos que desencadenaron el dolor que estaba atravesando estos días.

Las palabras que el mundo nos quita en un arrebatado intento por frenar nuestras posibilidades de triunfar sin apoyarnos en las expectativas de los que se atribuyen la responsabilidad de decidir sobre nuestras vidas.

Escuchar a Jaebum, más que escucharlo, era un recordatorio personal.

De que sí, aunque muchas veces quisiera negármelo. Sí podría.

Porque hoy no íbamos a llorar, yo no iba a llorar porque no me sentía dispuesta a entregarle al luto mi día.

Hoy vamos a bailar, y a reír tal vez.

Al menos por hoy no me siento como para llorar.

Don't feel like crying | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora