1. Esta cobardía.

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"No se dan cuenta que cuando lo miro
por no delatarme me guardo un suspiro
que mi amor callado se enciende con verlo
que diera la vida para poseerlo."

Nuevamente Kardia metido en un lío, y esta vez uno mas grande. Había robado algunos rostros del templo de cáncer sin supervisión de Manigoldo quien se encontraba sumamente molesto con el griego que solo reía. Dégel intentaba calmar al patriarca quien echaba humo por los oídos, ya no soportaría nuevamente algo así y si no fuera por Dégel, Kardia hubiera terminado en el exilio.

Después de un rato de platica intensiva y de remilgar con el patriarca, al fin pudieron llegar a un acuerdo, Kardia se quedaría si pasaba al menos una semana con Dégel quien le debería enseñar modales y a como comportarse como el supuesto hombre que era.

Esta noticia alegro mas de que se podía al heleno, pero no quería despertar alguna duda en sus compañeros y sumo sacerdote.

— ¡¿Que!? ¡No! ¡Soy el gran Kardia de Escorpion! ¡Puedo aprender por mi mismo, no necesitó a nadie!

Intento fingir lo mejor que pudo, pero algo en la mirada del sacerdote le daba a entender que actuó muy mal. Sin embargo siguió firme con su dictadura, ni nada que dijera u objetara serviría para hacerlo cambiar de opinión.

Ordeno a los tres caballeros salir de sus aposentos y dejarlo reposar un rato, todos salieron el Cancerígeno y Escorpiano se dirigieron miradas matadoras mutuamente mientras que Dégel venia diciendole al griego quien sabe que de la cordura y la compostura.

El gálico se detuvo en seco, haciendo que ambos "amigos" también lo hicieran.

— Bien... Trae tus cosas... Yo te esperare en Acuario.

Comentó con su siempre tono frío, Manigoldo se despidió cordialmente de Dégel mientras que al escorpión solo le regalo una mirada afilada a manera de despedida.

— Adiós Manigoldo.

Exclamo burlón el griego intentando provocar nuevamente al aludido, quien solo lo ignoro, dio un suspiro al notar como su juego no resultó tal como lo esperaba.

— ¿Y bien?...

Preguntó el gálico, posicionándose frente al griego con su siempre semblante serio y a la vez sereno.

— ¿Que?

"No se dan cuenta que brillan mis ojos
Que tiemblo a su lado y hasta me sonrojo
Que el es el motivo que a mi amor despierta
Que el es mi delirio y no se da cuenta."

Fue la única palabra que dijo antes de cruzar los brazos en un intento nulo de no lanzarse al galo y abrazarlo, cosa que le resultaba DEMASIADO difícil.

— ¿Como que "que", zopenco? Cuando vas a mover tu trasero de ahí y vas a traer lo necesario para quedarte una semana?

Exclamó molesto el francés ante la ignorancia del otro, quien solo río al verle molesto. Con un simple " Ya va" fue como comenzó a descender la escalinata que conectaba los doce templos zodiacales hasta llegar a su templo. Donde solo guardo en una pequeña bolsa un puñado de su fruta favorita. Manzanas.

Si, llamenlo como quieran pero sin esa fruta no podía vivir, podía sustentarse un año entero con la basta cantidad que tenia de estas. Al cabo de unas cuantas horas volvió al templo de la vasija preciosa.

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⏰ Última actualización: May 02, 2019 ⏰

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Esta cobardía... (Kardia x Dégel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora