Sebastian correspondió el beso que no duró mucho, puesto que los autos detrás de nosotros, comenzaron a sonar el claxón, interrumpiendo el momento.
Y luego de eso, Sebastian no volvió a hablar. Y daba la impresión de estar meditándolo, mas, mantenía una expresión de desconcierto en su rostro.
Yo por mi parte, estaba consternada. Lo había besado, le había confesado que él me gustaba y sin embargo, él no había hecho mucho al respecto.
Suspiré, cuando el auto por fin se detuvo frente al departamento.
—Gracias por traerme —mascullé yo, con cierto desdén en mí voz.
Él no respondió, así que yo me limité a bajarme del auto y a cerrar la puerta con un poco de hosquedad. Comencé a caminar a zancadas y una vez atravesé la gran puerta exhalé.
Analicé la situación por un corto lapso de tiempo y llegué a la conclusión de que, a lo mejor, Sebastian se había ingeniado eso de Evan, sólo para no herirme, lo cual, me hacía sentir mal de todos modos.
Así que, unas minúsculas ganas de llorar se apoderaron de mí. Pero me contuve, al menos hasta llegar a mí habitación; de todas formas, tenía muchas cosas que pensar.
Emprendí mí camino hacia el elevador, y cuando estuve frente este, pulsé el botón de subida, para luego observar las puertas de este último abrirse al instante.
Me adentré en el meticuloso cubículo y presioné el número de piso.
Una vez arriba, las puertas se abrieron y yo me dirigí hacia el departamento. Saqué mis llaves del bolsillo de mis pantalones y las metí en el cerrojo. Luego giré el pomo y la puerta se abrió revelando la vacía y silenciosa sala.
Cerré la puerta con cuidado y me dirigí a mi habitación, para luego desplomarme en la cama. Tenía mucho en lo que pensar y lo haría en ese momento.
Primero; me dispuse a estudiar toda la circunstancia de Evan, porque si me ponía a pensar en Sebastian, seguramente comenzaría a llorar como tonta.
Supuse que ahora comenzaríamos a ser amigos, o algo parecido. Y aún tenía que agradecerle lo que había hecho por mí, que después de todo, ahora me resultaba insignificante. Aunque estaba segura, que jamás olvidaría como jugar bowling.
Todavía no estaba plenamente segura de que él había cambiado porque quería hacer bien las cosas. Tenía la intuición de que iba más allá de eso; aunque no podía estar totalmente segura de alguna de las dos teorías.
Y cómo ya lo mencioné: aceptaría su cambio. Al fin y al cabo, era mejor el Evan bueno que el Evan idiota, supongo.
Otra cosa que me había dejado mucho en que pensar, fue, el abrazo. Oh, Dios ese abrazo había creado millones de líos en mí cabeza. Incluso había llegado a pensar que Evan, realmente sentía algo por mí. Pero eso era muy absurdo para creerlo.
O quizás yo no quería creerlo.
Luego de eso, mí cabeza comenzó a doler ligeramente. No tengo idea si sería por tanto pensar, o por el cansancio y las emociones del día, así que froté mis sienes con la yema de mis dedos por unos segundos y me levanté de la cama para darme una ducha caliente e irme a dormir.
***
—¿Qué tal si hacemos algo este fin de semana? —pregunté, mientras caminábamos hacia el aparcamiento, donde se encontraba el auto de Samantha y Sean; tras una larga jornada de clases, con la esperanza de olvidar un poco todo el asunto de Sebastian, al que por cierto, no había visto en todo el día.
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Mi dulce pesadilla ©
RomanceLlega el momento, y tras obtener una beca, Britney se va a la universidad, por fin cumplirá su sueño. Llena de emoción, y altas expectativas, no tiene la menor idea de lo que se encontrará. Mientras que Evan Walker, un joven despreocupado y mimado...