En el momento en que Shen y Zaney se fueron la desesperación y la tristeza se mezclaron los siguientes días.
No podía llorar, no podía, no podía.
Todos los niños dependían de mi, ahora yo era la mayor, pero... aun habiendo tanta tristeza, los experimentos y pruebas en nosotros no cesaron.
Acompañábamos hasta las puertas a todo aquel al que tenían que operar o presentar alguna prueba, pero a partir de allí, estabas solo.
Los doctores nunca hablaban con nosotros, ni si quiera rondaban por nuestras habitaciones, tan solo nos llamaban por megafonía a la sala a la que teníamos que asistir.
En el momento en que entrabas allí dentro - al menos en mi caso - encontrabas una sala blanca en donde te tenias que preparar: en la pared había un folio en el que decía los procesos de la operación. Yo nunca leía completamente ese papel, simplemente leía las primeras frases en las que decían la zona del cuerpo.
Después también había un cubo blanco en el que tenías que tirar toda tu ropa y al lado, una bata que tenias que ponerte.
En el centro de la sala había una camilla en donde te tenías que estirar. En el momento en que te estirabas, debías apretar un botón rojo el cual activaba unas rejillas por las que salía el "gas del sueño" y te hacía dormir hasta un día después de la operación en una sala especial por si la operacion requeria una curación.
Las operaciones, por raro que pareciera era lo mejor, pues con ese gas no sentías nada, pero en el caso de que tuvieras una prueba simplemente ibas a otra sala donde ya estaba todo equipado con lo necesario. Normalmente no solian haber mas de 2 doctores, los cuales siempre llevaban mascaras. Nunca hablaban contigo a no ser que fuera para indicar lo que tenias que hacer, pero a partir de allí, nada más, pero era más doloroso, porque el echo de ser una prueba tenian que ver el efecto con el sujeto despierto.
Muchas veces eso provocaba pesadillas en los mas pequeños, pero luego se acostumbraban.
Nunca nos contaron nada, el porque estabamos alli, en donde estaba ese sitio, que habia al otro lado de ese sitio.
La comida se servían en maquinas que traían la comida en una cinta corredora.
A veces, por la noche, cuando nadie se daba cuenta colgaban un papel en el pasillo de las habitaciones en el que cada uno de nosotros podía pedir una cosa.
Libros, libros, libros, era lo que pediamos Maneter y yo siempre, pero otros niños por ejemplo pedían plantas o juguetes.
Recuerdo que Shen y Zaney siempre pedían chocolate, pero una caja entera cada uno para compartir con todos.
Despues de la ida de Shen y Zaney, ese folio dejo de aparecer durante bastante, lo que nos hizo sospechar que ellos tenian algo que ver con todos esos regalos.
En ese momento, nos dimos cuenta que ellos tenian mas influencia en nuestro entorno del que realmente parecía.
(...)
Pipipipi pipipipi pipipipi pip-
Cogí el despertador y lo estrellé contra la pared.
-¡¡DEJADME DORMIR EN PAZ!!
Rápidamente me arrepentí de esa acción. Me incorporé rápidamente cuando esuché unos pasos furiosos.
La puerta se abrió de par en par dejando ver a una de las chicas de las habitaciones. Iba vestida ya de calla todo y ser las 7 de la mañana. Su ropa era algo alternativa y en su mano derecha sujetaba un bate de béisbol.
-Tu, capulla- me señaló con el bate- te dije que no volvieras a chillar más, ya nos has dado bastante la noche, al menos estate calladita joder, no te pienso avisar más. Un día de estos te partiré los dientes, ostia.
Cerró la puerta de un portazo.
Volví a tumbarme en la cama... Tenía que levantarme, pero me quedé observando los pedazos que quedaban del despertador escampados por el suelo.
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Vomité mariposas muertas
Terror-Naina... Dejadme en paz... -Nos lo prometiste... Parad... -¡¡NAINA!! ¡¡¡DEJADME!!!