Capítulo#5

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Aturdida me doy cuenta de que ya no estoy dormida. No quiero abrir los ojos porque estoy muy cansada para levantarme. Los rayos de sol que se filtran por la ventana me sacan de mi estado de somnolencia.

Un gemido de inconformidad sale de mis labios. Realmente siento que sólo he descansado unos pocos minutos.

Hoy no iré a clases. Quiero seguir durmiendo, pero no puedo volver a conciliar el sueño.

- Buenos días, dormilona- una voz me susurra en el oído.

Gruño otra frase.

- Venga. A levantarse- me apura.

No quiero salir de la cama. Me niego a hacerlo.

- Abre los ojos, cachorrito- me dice cariñosamente.

Un segundo...¿cachorrito? Hay alguien en mi cuarto...¿despertándome?

Apresuradamente abro los ojos y justo encima de mi cara está esa gran sonrisa provocativa.

Con un grito me apresuro a escapar de él, pero olvido que mi cama es pequeña y caigo de bruces en el suelo. Mi espalda hace un ruido sordo con el impacto y yo maldigo con odio.

- ¿Se puede saber qué mierda haces en mi habitación?- casi le grito al chico que está recostado en mi cama.

- Solo te miraba mientras dormías- se ríe por lo bajo.-¿Sabes?, me gusta tu pijama.

Me miro el cuerpo y casi me muero de la vergüenza al ver lo que llevo puesto. Un mini short blanco con un top de igual color. No llevo sujetador por lo que la visión de mis pechos es algo embarazosa.

- ¡Ni te atrevas a mirarme, sucio pervertido!- digo intentando taparme mis senos como puedo.

Se ríe aún más alto. Me doy al fin unos minutos para observarlo. Sus ojos, como llamas, tienen un brillo travieso que era acentuado por sus largas pestañas. Lo llamativo de su pelo desordenado estaba en unos hermosos reflejos plateados entre los mechones blancos, y su ropa de cuero negra le da un aire de chico malo, ya que abrazaba su figura de una forma ardiente.

Todo él era como un fuego vibrante.

Ni siquiera me doy cuenta que lo estoy mirando embobada hasta que su sonrisa se desvanece, dándole paso a una expresión de deseo.

Pestañeo un par de veces, me levanto del suelo y, por no prestar atención, tropiezo con las sábanas. No sé de qué forma, pero Asmodeo se materializa a mi lado para evitar mi caída. Me sostiene contra su pecho protectoramente.

- Ten más cuidado- y al decir esto siento las vibraciones en su pecho.

Los latidos de su corazón acompañan al mío.

- Lo siento.

La sangre sube a mi rostro, sonrojándome.

- Igual fue divertido ver tu ropa interior- se burla, tocando uno de mis glúteos, donde no me había dado cuenta que había aterrizado su mano.

Ahogo una exclamación y lo empujo lo más fuerte que puedo, pero lo único que consigo es aumentar sus carcajadas.

                        .  .  .

La ducha de esta mañana fue la más  rápida que me he dado en toda mi vida, aunque tuve que estar pendiente en cada segundo a que él no entrara en el baño. Me visto con unos vaqueros de mezclilla azul marinos, una blusa con escote cuadrado y unas botas de montaña. Lo normal.

Al salir del cuarto de baño lo primero que veo es a Asmodeo sentado sobre mi cama con las piernas cruzadas y a Maggi recogiendo las sábanas del suelo.

 Los siete pecados capitalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora