El que busca encuentra

502 22 5
                                    

Se podía decir que el viejo árbol estaba en el centro de la barrera mágica, pero eso sería descarriarse de la definición correcta de la palabra. Sería más correcto afirmar que la villa había crecido a su alrededor, descoordinadamente, apasionada por reguardarse en el halo de su grandeza, porque sus ramas, gruesas como troncos, hendían con aura protectora el aire; y las raíces, incluso más grandes y firmes, se escondían tempranamente en la tierra con la firmeza propia de su exagerada grandeza.

A pesar de su enormidad, el viejo árbol carecía de sombra y gracias a eso la vida encontró la supervivencia debajo y alrededor. La corteza, irregular y áspera, era de un color parecido a la tierra mojada. Y las hojas, que crecían durante la temporada de los soñadores, eran de bordes ondulados y ápice blanco, con un tamaño general tan grande como el cráneo de una leopardo adulto.

Roger, el cocinero más viejo a cargo de la generaciones jóvenes, comentó cuando servía comida, a partir de un comentario de una de las criadoras, que ningún bárbaro se atrevería a dañar o pensar mal del viejo árbol, al menos que quisiera desafiar a las deidades Ga y Jheremya y arriesgarse no adquirir luego de su muerte el cielo y la paz de su alma. A pesar de que la criadora Ezna lo hizo callar, el miedo arraigó sus raíces en el corazón de Tweek. Provocó que evitara acercarse al viejo árbol, y sus compañeros de generación conscientes de esto, lo llevaron a rastras poco tiempo después.

¿Quién lo plantó? ¿fue plantado por alguien? ¿era realmente su propósito cuidarlos? ¿podría ser su magia interminable? Bebe y sus múltiples preguntas, tan ciertas como aterradoras, confundían a Tweek y aumentaban el pavor. Por su bien, Tweek intentó evitarlas, pero al final siempre volvían a su cabeza tan claras y brillantes que a veces podía escuchar a su consciente repitiéndolas una y otra vez, con la voz de Bebe; ¿qué, quién, cómo, por qué? Es peligroso, peligroso, peligroso.

Al resto de sus compañeros no parecía preocuparle tanto, y entre los que siempre llamó la atención de Tweek, Mike era uno de esos.

—Por favor, me cuesta creerlo ¿no te da curiosidad? ¿ni un poco? —preguntó Bebe.

Mike, quien nunca parecía preocupado por el genio duro de su compañera de generación, se encogió de hombros y sonrió con un gesto desgarbado y desinteresado.

—¿Por qué tendría?

—Porque no tiene sentido todo esto. Un árbol es incapaz de producir magia y menos manipularla porque carece de consciencia y moral.

—Si quieres que te sea sincero, lo seré: mientras el viejo árbol siga protegiéndonos, no me interesa si es naturalmente correcto que tenga o no magia —respondió, dibujando con el extremo de palo en la tierra una escena que pretendía ser una matanza en manada de lobos de pelaje amarillo— ¿no estás conmigo, Tweek? Bebe a veces habla demasiado, ¿crees que exista un encantamiento para sellar su boca? cuando tenga magia será lo primero que aprenda.

Como no estaba acostumbrado a que le preguntaran su opinión Tweek se asustó. Pegó un pequeño salto y tardó en responder:

—¿Eh?

—Por Ga, vamos —Mike pasó el brazo libre sobre sus hombros—, solo di que estás de acuerdo.

—Mike, no lo empujes a contestar o te pegaré.

—Y tu no me empujes a que te empuje.

—Hey... chicos —Tweek intentó intervenir.

—¡No si te empujo primero idiota!

Pero en vez de hacer lo que dijo Bebe pateó el dibujo de Mike en la tierra, borroneándolo hasta la mitad. Frunciendo el ceño, Mike se tambaleó sobre sus delgadas piernas, e inclinándose, empujó a Bebe antes de que diera otra patada y terminara borrándolo por completo. Antes de ir por la segunda carga le pidió a Tweek que sostuviera su rama y como Tweek no estaba seguro de qué estaba pasando, la recibió sin protestar. A esa edad temprana, Mike constantemente peleaba con Bebe, y si no era con ella era con Michael, pero esta vez parecía que iban en serio, ¿y por el viejo árbol?

Las promesas de un bárbaro [South Park/Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora