1 de Abril del 2019
Adoro a mis niños y niñas por encima de todas las cosas, eso es así, pero ya desde hace un tiempo me cuesta mucho levantarme, desayunar deprisa y corriendo y acudir a la guardería. He probado a levantarme un poco antes incluso, a ver si era una etapa de indigestión... que sí, que ya que mi madre se encargo de ponerse pesada con el temita... cualquiera no le hacía caso; y al ver que pese a todo pues nada, qué sé yo, ahora bebo leche sin lactosa. O sea, todo sigue igual pero ahora bebo de un brick de leche que me sale algo más caro. Pero que no pasa nada, porque yo siempre he sido, como mi abuelo dice, ''la alegría de la huerta'', así que lo único que tengo que hacer es tener paciencia porque todo pasará. Cuando era algo más pequeña también tuve una temporada en la que la inseguridad era mi día a día y luego se fue conforme vino: sin hacer ruido. No es cuestión de darle demasiada importancia porque a veces somos nosotros mismos los que nos acabamos amargando con los líos de nuestra cabeza. Sea lo que sea... no será nada.
Además de que mi vida está apunto de cambiar si tenemos en cuenta que pronto me mudaré, mi situación en la guardería y con mi jefa Benigna está mejor que nunca y al fin me he decidido a buscar... a alguien especial en mi vida, bueno, un novio o lo que sea que Tinder me permita. He estado tres días pensando la biografía e intereses que iba a poner, y pese a que no estoy muy convencida del todo pues creo que un buen chico se podría fijar en mí. Nunca he tenido mucho éxito en el amor... y me voy a ahorrar lo de contar mi escapada con el hippie ese a Barcelona...
Última parada de metro y llego al trabajo en un abrir y cerrar de ojos. A lo lejos veo como los pequeños y las pequeñas entran entre risas y lagrimas a la guardería, o sea, no todos se toman con el mismo entusiasmo esto de que sus padres los dejen al cuidado de otras personas. Oigo reír a Benigna mediante me voy acercando, y como no, también la escucho soltar algún que otro suspiro entre cotilleo y cotilleo de madres. Cada día estoy más segura de que la razón de que esto se mantenga en pie y marche de maravilla después de tantos años, es que ninguna madre decente ha tenido problema alguno con la jefa. Hago hincapié en lo de ''madre decente'' porque es tal y como lo ha explicado Benigna cada vez que ha tenido oportunidad... a algunas hay que darles de comer aparte. Y vaya si hay que tener cuidado con según que papis y mamis...
-Luisita. -su energía es contagiosa y con sólo mencionar mi nombre ya me tiene con una gran sonrisa. -¿te parece que hoy estés con los más peques, en cunas? ya la tenemos completa y hoy están especialmente callados, así que mira por donde te voy a hacer un favor.
Me encojo de hombros. -Lo que mande Benigna, claro, ¿y con quién estoy?
-Ya está Rocio dentro, anda y tira. -sentencia con su particular meneo de cabeza.
Para qué nos vamos a engañar, si de verdad estaba la cosa tranquila como me había dicho la jefa... cuidar de las cunas era el mejor regalo que podía tener en este lunes. Mi ánimo había ido en aumento desde que me había levantado -que seguro que venir en el metro escuchando música y con la mente en blanco había ayudado- pero quién sabe como podía presentarse la mañana. Así era trabajar con los pequeños: un caos constante en un orden determinado. Lo mismo dormían dado que era muy temprano, como lloraban al unísono porque le había llegado la hora de comer a uno y eso significaba que el resto recordaba que también tenían boca.
-Hola Rocio. -susurro entrando a cunas cerrando la puerta con cautela. -hoy estoy contigo.
Mirando hacía el reloj que preside la sala se muerde el labio inferior con pesar y dice. -¿Eres consciente de que este silencio a estas horas es criminal, verdad? dentro de dos horas esto va a parecer un campamento de enfermería en la Guerra de Vietnam.
-Y como junten tomas nos van a faltar manos. -me quito la chaqueta y la dejo en una de las perchas del armario. -y cualquiera le dice a Gutavo que nos ayude...
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EL TEATRO, QUE BAILA
RomanceLuisita ha llegado a ese momento de su vida en el que algo en su interior le susurra una y otra vez que debe ''dar un salto al vacío''; el problema es que no lo entiende. Si le hubiesen preguntado hace cinco meses cómo iba su vida, no habría dudado...