“Días lluviosos”, pensó Skye mientras se ponía su sudadera de batman y tomaba un listón amarillo para usarlo como diadema en su cabello castaño. Se vio una última vez en el espejo y apretó los labios lista para un nuevo año en la escuela. No había oído nada de nadie durante todo el verano, y esto se debía a que se había ido a California a visitar a su familia como lo hacía casi siempre que podía pagar los viajes; cada que volvía sentía un extraño vacío, ese que sientes cuando sabes que no perteneces a ningún lugar en específico, o al menos no pertenecía a la Real Academia de Música en Londres. Ese lugar era para prodigios, no para ella. Cerró los ojos y salió del pequeño departamento en el que vivía lo suficientemente lejos de la escuela.
Su rutina seguía, tomaba el bus que la dejaba a unas calles del colegio y caminaba cuidándose de los charcos y de los conductores que nunca volteaban a ver si podían mojar a alguien como ella al pasar por los enormes charcos de agua sucia. No tardó más de 10 minutos en llegar a su casillero y sacar los libros de su clase, Teoría. No la odiaba pero tampoco era de sus favoritas.
“¿Para qué quiero teoría sobre la música? Es simplemente hacerla y punto.” Si eres talentoso, lo eres. Y si no, no tenías que hacer allí dentro.
Saco sus cosas y se puso los audífonos, lista para evadir la sarta de preguntas que le esperaban dentro del salón del profesor Steel. La academia estaba llena de ventanas y es normal que la gente se distraiga con ellas, pero nadie divaga tanto con ellas como Skye, y eso nunca le había traído problemas, hasta ese día. De un momento a otro, mientras veía como las gotas golpeaban las ventanas y a los pequeños jugando en la calle, sintió como se tropezaba con el pie de alguien. Si bien esperaba que fuera como las películas a donde llegan a rescatarte, eso no paso esta vez, solo sintió como la fuera gravitacional la jalaba hacia el suelo y con ella sus cosas. Todos sus libros quedaron desperdigados por todo el pasillo, se volvió por si veía a quien la tiro, pero había tanta gente que no supo quién había sido, así que se limitó a recoger sus cosas. Tenía los libros lo único que faltaba era su pluma que llevaba con ella siempre, después de buscarla un rato y ver que no iba a aparecer, se dio por vencida y se levantó sacudiéndose las manos en el pantalón. Miró una última vez por si no la encontraba y suspiro.
-Creo que esto es tuyo –Escuchó a alguien detrás de ella. Se giró y lo vio allí parado.
-Ah… Sí, gracias –Tomo la pluma que el chico le ofrecía sin siquiera molestarse en mirarlo. –Debo de irme.
-Te veré pronto –Le dijo mientras la veía irse.
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Skye corrió a su clase de teoría sabiendo lo que le esperaba, al entrar el profesor pareció olerla y se giró sonriéndole a Skye mientras todos sus compañeros de clase se volvían hacía ella mirándola con curiosidad.
-Ah, señorita Karamakov la estaba esperando –Dijo sonriente, ansioso por hacerle preguntas sobre sus vacaciones.
-Yo… También me alegro de verlo señor Steel –Forzó una sonrisa sin moverse de la puerta del salón en caso de que tuviera que salir corriendo.
-Bueno –Dijo mientras se daba la vuelta hacia el pizarrón –Cuéntenos, todos ansiamos escuchar la historia sobre su fascinante verano de gira con sus padres. Yo sé que usted cantó con ellos, ¿Aprendió algo de ellos?
Eso había hecho en California, estar cantando en teatros con sus padres. Los Karamakov, era la familia que todos consideraban perfecta, su hermano mayor estaba en Julliard y su hermano pequeño estaba a punto de entrar a Melbourne en Australia. Sus padres los conocían por todas partes, así que no les costaba trabajo entrar a las universidades de música, aunque todos sabían que aunque Skye tuviera una voz maravillosa, odiaba cantar.
-Aprendí que mientras más famoso eres más falso son contigo –Dijo sonriente mientras toda la clase reía y el profesor se quitaba los lentes para después volverse hacía ella.
-Oh Skye, de verdad que no entiendo por qué sigues aquí.
-Usted sabe que yo no quiero, pero no se puede tener todo –Se encogió de hombros.
-Deberías de esforzarte, me gustaría que lo hicieras –Dijo poniéndose los lentes de nuevo.
-A mí me gustaría estar en la academia de Australia bailando, pero no todo lo que queremos se obtiene.
-Es suficiente, si no quieres tomar mi clase ten –Extendió en su mano un pase para castigo en la tarde. Skye caminó hacía el escritorio sintiendo como las miradas de todos se posaban en ella, llego al frente y tomo el pase para castigo y salió corriendo del salón.
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Pasó la hora de teoría caminando por los pasillos escondiéndose de los prefectos que de seguro la llevarían a la oficina y hablarían con ella como siempre. El profesor Steel y ella habían llegado a una clase de acuerdo silencioso, él no la mandaba a la oficina y a cambio ella le entregaba los trabajos perfectos; eso era suficiente para ambos.
El receso llego y ella se fue a sentar a la parte de los jardines traseros de la escuela, llevaba su cuaderno lleno de letras de las canciones que ella escribía, tenía algunas canciones buenas y otras que muchos podían considerar basura como ella.
Give me just a night
Take me by the hand
And we will fly…
Inició cantando, hasta que se hartó de su misma letra y dejo su cuaderno a un lado dándole un mordisco a su manzana mientras se levantaba y dejaba su teléfono en el pasto con una canción sonando. Mientras la escuchaba se movía al ritmo de la canción, eso sí que lo sabía hacer, bailar. Al término de la canción escucho los pasos de algunas personas, así que se sentó, cerró su cuaderno y se dedicó a comer mientras pasaba las páginas de un libro. El receso termino y fue a sus últimas clases que fueron mejores que nada, no tuvo más problemas más que el castigo de la mañana, que en realidad lo tenía más que merecido desde hace más tiempo.
A la salida, caminó hacia la biblioteca que era donde iba a llevar a cabo su castigo. Al entrar entrego su pase y el profesor Steel le sonrió desde el escritorio en donde estaba. Skye giró los ojos y se fue a sentar a una de las mesas de dos vacías, porque no tenía amigos, dejo de hacer en cuanto salió de secundaria, todos se juntaban con ella por sus padres y eso lo odiaba más que estar estudiando algo que no quería, así que decidió quedarse sola con sus hermanos. Saco del bolsillo de su pantalón su teléfono y comenzó a jugar en él, debajo de la mesa para evitar las miradas curiosas de todos y así paso un buen rato sin darse cuenta de que alguien la observaba.
-Deberías de ver se vez en cuando hacía arriba para no verte tan obvia… ¿Hablando? –Dijo la voz de un chico que hizo que Skye se sobresaltara.
-¿Qué? –Se volvió hacia el chico que le hablaba y entonces escucho a las chicas detrás de ellas suspirar y sonreírle.
-Que te ves muy obvia –Dijo riendo –Alto… Eres tú la de la pluma decorada.
-Eh… Sí, soy yo, y no me veo muy obvia.
-Claro que sí –Le dijo con una sonrisa encantadora –Soy Brad, por cierto.
-Skye –Le dijo sonriente.
-Karamakov –Dijo el acomodándose en la silla.
Al escuchar el apellido giró los ojos y bajo la mirada hacia su celular y se dio cuenta de que su castigo había terminado y salió de la biblioteca hecha una furia, sin darle oportunidad al chico de decirle adiós.
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Rainy Days.
عاطفيةSkye Karamakov jamás pensó que algún día el chico que amaba se volvería parte de la exitosa banda inglesa: The Vamps. Brad junto con sus tres amigos, Connor James y Tristan, comenzaron con un sueño en un colegio lleno de gente con las mismas ambicio...