Pasionales marcas

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Día 2: Scars

El sol se filtraba por los finos huecos de las persianas de la habitación

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El sol se filtraba por los finos huecos de las persianas de la habitación. Un pelirrojo abrió un ojo bostezando al instante con pereza e intentando levantar su torso pero fracasando en el intento al sentir un fuerte brazo aprisionándole, eso sin contar su notable dolor de caderas, a decir verdad no tenía muchas ganas de averiguar si sería capaz de caminar sin dificultades.

Soltó un suspiro al aire girándose para poder quedar frente a frente con su pareja, quien le miraba embelesado aún con algo de sueño impregnado en sus ojos hinchados con ligereza. Un cosquilleo se instaló inmediatamente en el estómago del menor quien sonrió con intensidad en dirección al rubio cenizo que le propiciaba ligeros roces y cariños en la espalda con la yema de sus ásperos dedos.

—Buenos días Suki —murmuró somnoliento sintiéndose en las nubes al ver el relajado rostro mañanero del contrario.

—Buenos días —respondió éste sin dejar de acariciar su espalda—. ¿Cómo te sientes? —se aventuró a preguntar con algo de preocupación.

La pasada noche ambos sucumbieron ante el profundo y pasional amor que se tenían tras seis meses de haber comenzado a salir. En varias ocasiones habían estado ya a punto de hacerlo con anterioridad, no obstante, siempre acontecía algo que les alejaba de su cometido. Hasta ayer.

—Enamorado —bromeó en parte, pues era cierto lo recién expresado. Obviamente eso no era lo que Katsuki quería saber, quien en seguida frunció su ceño y posó su mano en el área del rostro de su tonto novio.

—No me jodas, imbécil.

—Yo no, tú fuiste el que me jodió anoche —continuó ahora con una socarrona sonrisa riendo al ver que el rubio comenzaba a salirse de sus casillas—. Pero ya enserio, algo adolorido. Las caderas me duelen, supongo que tendré problemas para caminar correctamente, Blasty —Un tierno puchero se formó en los labios del de grandes ojos que logró desvanecer el fastidio del más alto.

—Eres un tonto —se quejó riendo levemente—. Menos mal que hoy es sábado —Dicho aquello se sentó soltando un bostezo procediendo a estirarse y eliminar cualquier rastro de sueño.

Rasguños. Profundos rasguños decoraban la ancha espalda del de blanquecina piel, tan rojos y escandalosos contrastando con la tonalidad de éste hicieron a Kirishima soltar un grito ahogado cubriendo sus labios con ambas manos.

—¡B-Bakugou! —alarmado y muy preocupado acercó su mano para sentir los relieves de hinchazón con sus dedos logrando obtener un quejido como respuesta.

—¡¿Que mierda?! —reclamó al sentir ardor por los toques del moreno pero automáticamente haciendo un recuento de lo sucedido cayendo en cuenta que hace unas horas se encontraba demasiado extasiado y en otro mundo como para detenerse a pensar en el dolor que los arañazos de Eijiro le causaban. Hasta ahora.

Kiribaku week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora