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Su renuencia a besarme después de lo que acababa de hacer sólo duró un momento. Una vez que su lengua encontró la mía, gimió de nuevo y sus brazos me rodearon, sosteniéndome prietamente. Me besó fuerte y pareció casi saborear el sabor de su propia semilla en mi lengua.

Cuando me aparté y bajé la vista hacia él, me alegre de ver que realmente estaba sonriendo esta vez.— Dios santo, eso ha sido asombroso. —Dijo y reí mientras rodaba para dejar de estar encima suyo. Mi dormitorio se estaba calentando de manera incómoda y estaba mejor estar tumbado a su lado que estar encima de él.

Estuvimos allí tumbados en silencio durante un rato, mirando el techo, mientras él recuperaba el aliento. Yo todavía no podía creer del todo que aquello estuviera pasando. Me esforzaba en mantener a mi mente alejada del Jiminnie al que había conocido antes y realmente tenía que separarlos con mucha firmeza en mi mente en dos personas diferentes: el Jiminnie que era un niño patoso, y el Jiminnie que era, en mucho, un adulto. Un adulto increíblemente sexy, ya puestos.

Empecé a pensar sobre lo de antes en su dormitorio... sus pantalones y su persistencia, y mi retirada apresurada... y me encontré riendo.— ¿Realmente compraste ese estéreo sin contrato? —Pregunté.

— No. —Dijo y aunque no le estaba mirando pude oír la sonrisa en su voz.— Es mío. Lo traje a casa desde el rancho y no lo había conectado todavía. Me imaginé que era una manera tan buena como cualquier otra de meterte en mi habitación.

— Truco sucio, Jiminnie.

Rió.— Quizás, pero era todo lo que se me ocurrió. Nunca antes había tratado de seducir nadie.

Eso tenía sentido. No es como si los chicos como nosotros tuviéramos oportunidades todos los días.— ¿Cómo supiste sobre mí? —Pregunté porque intentaba muy duro el mantener un perfil bajo.

— Temía que me preguntaras eso.

Giré la cabeza para mirarlo. Me estaba sonriendo, pero había un ligero sonrojo subiéndole por las mejillas.

—¿Por qué?

Se giró hacia el otro lado, rodando hacia su lado de manera que pudiera alcanzar el borde de la cama y el cajón de abajo de la mesita de noche. El cajón donde guardaba mis revistas. No tenía muchas, quizás una docena de copias manoseadas de Físico Ilustrado, Jóvenes Adonis y Agrupación Griega Ilustrada. Jiminnie sacó una y me la tendió.— Las encontré cuando tenía catorce años. —Dijo simplemente.

— ¿Cómo?

— Estaba fisgoneando.

La confesión realista me hizo reír.— ¿Qué estabas buscando?

— Nada en particular. Estaba aburrido. Te habías ido por Navidad y te estaba trayendo el correo. No quería ir a casa. Así que empecé a husmear y las encontré.

— Supongo que debería haberlas escondido mejor. —Dije, aunque nunca se me había ocurrido de verdad que podría necesitar hacerlo.

Rió.— Para cuando cumplí los dieciséis, no podía esperar a que te fueras de vacaciones para poder escurrirme aquí y mirarlas. Pensé en robar una, pero estaba demasiado asustado de que me atrapasen. —Jiminnie estaba tumbado de lado, encarándome, con la cabeza apoyada en una mano y sus mejillas estaban empezando a sonrojarse de nuevo.— Solía venir aquí sólo para masturbarme. —Dijo.— Pensaba en ti, haciendo lo mismo, mirando las mismas imágenes. —Sus ojos se fueron cerrando y su voz se volvió más baja.— Realmente me excitaba, el pensar en ti. Pensar en ti masturbándote. —Abrió los ojos de nuevo. Tendió mano hacia mí, poniéndola sobre mi pecho, los dedos jugueteando con el vello.— Sé que todo esto te parece repentino, Yoongi, pero he estado pensando en ti desde hace mucho tiempo.

un soldado más ; myg + pjm [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora