Aclaración:
Los pensamientos estarán remarcados en cursiva para una mayor calidad de lectura.
Ahora empecemos.
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Caminaba entre las sombras de la fría noche, escuchando algunos coches pasar por mi lado, mientras me dirigía a mi hogar. Mi capucha cubría mi rostro, evitando a las gotas de lluvia caer en mi ojos. Escuchaba a las sombras susurrar en mis oídos, diciéndome que no valía la pena seguir viviendo, pero yo las seguía ignorando como siempre.
Os preguntareis de que sombras hablo. Se llaman Kage, unas sombras que acechan a tus pensamientos aprovechándose de eso para chupar tu energía vital. Sin embargo, los Karui, hacen que los Kage se encojan y se vayan de tu lado, haciendo que las penas se desvanezcan i que tu gran nube de inseguridades, se disperse.
Pero en mi caso, eso no es así. Yo nunca tuve un Karui. Tuve que aguantar los intentos de homicidio que tenían los Kage contra mí. Y por eso, las sombras que ahora mismo me están persiguiendo bajo la lluvia, no me molestan. Porque las conozco, porque se quiénes son.
Cuando llegué a la calle de mi casa, las luces de policía y el sonido de las ambulancia se acercó con rapidez al portal de mi casa. Muchas personas se encontraban haciendo un circulo alrededor de algo, o mas bien alguien. El olor a sangre inundó mis fosas nasales de inmediato, y las bolsas que contenían mi comida recién comprada, cayeron al suelo. Me acerque al sitio con algo de prisa, para ver quien había causado el alboroto.
Paré de golpe cuando vi de quien se trataba. No lo conocía, solo lo había visto alguna veces delante de mi casa, saliendo de su apartamento, y solía salir acompañado de una mujer, diferente cada noche. No voy a negar que me llamaba la atención, y como negarla.
Era un asiático de piel algo morena, solía llevar camisetas blancas y largas junto con tejanos, la mayoría de veces rotos por la rodilla, y siempre con sus Timberlands. Tenia un cuerpo bien formado, y unas piernas para morirte. Realmente, era un hombre apuesto.
Que lastima que muriera tan joven.
Alrededor de su cuerpo se veía un gran charco de sangre, él tenia los ojos abiertos del susto y la boca abierta, como si hubiera gritado por su vida. Me fijé mejor en su cuerpo, buscando la fuga de sangre que creaba ese gran charco, sin embargo, no la hallé. Y, cuando me giré para volver a coger la compra que tenia dejada en el suelo, una mano toco mi hombro. Una mano helada. Mire la mano ajena dándome cuenta de que era oscura, muy oscura, y levemente transparente.
Y ahí fue, cuando mi vida cambio, aun mas de lo que ya había cambiado antes.
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Eso paso hace 3 años, cuando yo tenia 16 y cuando el tenia 18. Hoy en dia me siento mal por no haber entablado una conversación con él alguno de esos días lluviosos de primavera. Eso pensaría.... si su espíritu no se hubiera quedado conmigo.
- Jeon!! Quieres dejar de molestar a mi perro!
- Venga ya, si no me ve
- Te pueden ver los animales imbécil.
Desde aquel dia que toco mi hombro, su alma se ato a mi cuerpo, haciendo que se transformara como en una especie de Karui. Un Karui que me gustaría matar una segunda vez si fuera posible. No es que nos lleváramos mal, solo que nuestros caracteres chocaban demasiado.