Una cita no tan romantica

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En mi primera cita, invité a Theo a ir conmigo a arreglar mi computador, el mismo aparato que nos había unido en un principio.

El plan no era romántico, pero por alguna razón me pasé el día entero nerviosa y con el estómago hecho un caos. Y qué decir de él, que con mi presencia sudaba mares y temblaba como gelatina, algo de lo más tierno.

Era mi primera cita y Theo no era cualquier chico, era del tipo que llamaba la atención por su color de piel y gran tamaño. A su lado yo desencajaba con mi cuerpo menudo y mi piel tan clara. Sin embargo, eso no me importaba, mientras el asesor luchaba por arreglar mi aparato yo rezaba para que Theo tomara valor y me besara.

No me importaba que el lugar, el plan y el momento no dieran para una escena romántica como en las que siempre me soñaba estar, al diablo con eso. Solo quería poner mis pequeñas manos en sus enormes cachetes y fundir mis labios con los suyos, sin embargo, el solo me miraba con aquellos ojos admirándome como si yo fuera una pieza de arte única.

¿Por qué no lo hizo?

Me había dicho que se moría por mí y aunque le envié señales bastante obvias, y hasta me acerqué peligrosamente a su rostro, no tuvo el valor.

Lo habría hecho yo misma de no ser porque no sabía hacerlo.

Me gustó pasar el día con Theo, pero esa cita fue un fracaso.

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