Día 1/ Tomados de las manos

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Alex y yo finalmente estábamos juntos.

Me gustaría decir que me sentía bastante feliz, pero no.

Era un maldito unicornio brillante muerto que saltaba por cada rincón de su habitación haciendo un baile de la victoria y gritando (en voz baja para que mis compañeros de piso no me escucharan) de emoción.

Ya casi era hora del desayuno. No estaba seguro cuando contarle a mis amigos. Pero si simplemente pensaba en ello mis mejillas hervían, una sonrisa boba adornaba mi cara y era incapaz de hablar.

Y luego volví a saltar como bestia mitológica, hasta que recordé que yo era parte de un universo mitológico. Sólo salté como bestia. Punto.

Me mentalicé por un par de segundos y salí de mi habitación. No había nadie en el corredor, así que camine solo hasta el desayuno. Todos ya estaban en la mesa.

Y Alex me miró, estaba...hermosa, sí, hermosa. Bueno, estaba igual que todos los días, pero todos los días en los que no era hermoso, era hermosa.

Sus ojos brillaban con la luz y me dedicó una sonrisa. Casi me derrito.

Le dió unas palmadas al asiento junto a ella, indicándome que me sentara a su izquierda y como buen novio primerizo la obedecí.

-Buenos días.- Dije, todos me respondieron con lo mismo. Tomé mi comida.

Estaba a punto de comer hasta que Álex tomó mi mano bajo la mesa.

Su mano fria, pero su agarre suave. La mía era más tibia que el promedio, se sentía una combinación perfecta. Nuestros dedos entrelazados me hacían sentir bien.

Sonreí ligeramente mirando a la mesa, todos hablaban de temas sin importancia, ella me me miró y también sonrió. Apretó un poco más la mano y lo soltó rápidamente. Soltó una pequeña risa.

Estaba feliz.

Su rodilla empezó a tocar la mía y creo que me sonrojé, ella se rió en voz baja, hize lo mismo. Sentía mi pecho tibio, apoyé mi cabeza en la suya por un par de segundos. Volvimos a reír en voz baja mientras comíamos.

Seguimos tonteando durante todo el desayuno, pero nuestras manos nunca se separaron. La suavidad de su fría piel me hacía recordar sus dulces labios y que tanto quería tenerla cerca. No escuché cuando hablaban pero cuando se levantaban escuché como me hablaban y Mallory me dió una patada bajo la mesa.

-¿En qué piensas Beantown?

-No me llames Beantown- Ella solo ignoró este comentario.

-¡Mira como no nos escucha!- Se quejó con Halfborn, que le rodeó los hombro con un brazo. Thomas estaba justo al lado, parecía incómodo. Él abrió la boca.

-Vamos a dar una vuelta por Midgard, ¿quieres venir?

-No, gracias- Dije.

-Yo tampoco voy- dijo Alex.

Todos se levantaron y nosotros también, sin soltar nuestras manos.

-Vamos al jardín.- Dijo Alex, no me preguntó, sólo me jaló hacia allá. Me encanta.

Llegamos y trepamos un árbol. Uno al lado de otro nos sentamos en un gruesa rama. Volvimos a tomar nuestras manos. Esta es mi nueva actividad favorita.

-Eres increíble- Le dije, desvió la mirada, pero yo ví que se sonrojaba ligeramente y sonreía.

-Tu eres demasiado dulce, me das diabetes.

-Ya estás muerta, la diabetes no ha de ser tan mala- Solté su mano y la acerqué a mí en un abrazo, ella correspondió.

Y eso fue todo. Estuvimos abrazados por un tiempo indeterminado. Solo ahí. Sin decir nada. Viendo al horizonte.

Le dí un beso suave en la cabeza.

-Te quiero, Alex- Le dije, ella pasó uno o dos minutos en silencio y temí haber dañado el momento.

-Yo también te quiero, Maggie- dijo casi en un susurro. Inhale profundo y exhalé. Ella me abrazó con más fuerza. Estaba sonriendo tanto que parecía que mi boca estaba cosida a mis orejas y mis mejillas estaban tan rojas que parecía maquillaje tribal.

Ya sé, es caca, pero no se me ocurrió nada más .-.

Fierrochase fluff y one-shots (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora