Bitácora 13 de abril de 2087
8:45 Horas
No hay novedades, las cosas están más tranquilas. En lo referido a la nave no hemos tenido problemas, todo está funcionando con normalidad. Surrey continua en la sala de observación. Está despierto pero parece no conectarse con su entorno. Lo alimentamos por vía intravenosa, pero nos preocupa su nula evolución. Cierre de nota matutina.
Después de hacer las anotaciones habituales, Randolph Brown se puso de pie y se dirigió a la consola de control de la sala de navegación. Revisó que todo estuviera en orden en la sala recubierta de acero pulido y cristales reforzados. Era el tercer mes desde que "El Fawcett" saliera de la tierra con la misión de investigar un objeto de extraordinarias dimensiones detectado un año antes.
La tripulación reunía a algunas de las mentes más brillantes en áreas que deberían investigarse a fondo, arqueología, geología, biología, física, química y astronomía. Pero él, tenía otra tarea, llevar la empresa adelante a buen puerto y regresar ilesos de vuelta a casa con la información recogida. Era un piloto con 25 años de experiencia en misiones espaciales, tenía más de 40 viajes a las colonias lunares y marcianas y se había forjado un prestigio que consideraba su mayor capital, una garantía para los encargados del proyecto, un esfuerzo internacional que permitiría por primera vez una travesía a los lindes de la vía láctea.
Observaba las lecturas recogidas hacía dos días, cuando Surray cayó desmayado luego de captar señales de radio que indudablemente venían del EZ34, como había sido bautizado el extraño artilugio que a todas luces parecía ser artificial. Aquellas señales unidas a su forma de balón de rugby casi perfecta no dejaban lugar a dudas, pero vagaba a la deriva en el espacio, no parecía tener un destino o ruta, solo flotaba en la negra inmensidad del sistema solar.
Entallado en su uniforme gris que mostraba las insignias de los entes involucrados en el proyecto y las suyas propias, Randolph revisaba un monitor intentando descubrir algo que le diera luces acerca de lo que había hecho caer tras un grito espantoso al encargado de comunicaciones de la nave y que lo mantenía bajo observación.
— ¿Alguna novedad capitán? —Preguntó entrando a la sala de control Marion, una bioarqueóloga inglesa de 40 años con tres doctorados, de cabello corto, rubio y penetrantes ojos verdes, reclutada para estudiar posibles indicios de organismos vivos o vestigios de estructuras artificiales en el artefacto.
—Buenos días doctora, la verdad no, solo revisaba algunas lecturas, creo que mañana a esta hora ya estaremos en condiciones de alcanzar nuestro objetivo.
—Estoy demasiado ansiosa, casi podría apostar que se trata de una nave que nos permitirá acceder por primera vez a pruebas concluyentes de vida inteligente fuera de nuestro sistema.
—Bueno, eso se los dejaré a ustedes, de todas formas después de recibir aquellas señales de radio es casi seguro que se trata de un objeto artificial, pero debemos ser cuidadosos, mire a Surrey, que mejor ejemplo...
La mujer caminó hasta un panel lateral en su traje celeste y revisó un monitor que mostraba gráficos del sistema que monitoreaba a Surrey.
—Todo se ve normal, es rarísimo, la verdad no sé qué pensar. El médico dice que sólo queda esperar si hay algún progreso en los próximos días.
—Está en buenas manos créeme Marion.
—Si usted lo dice capitán...bueno, voy al laboratorio, debo empezar a preparar el equipo para tomar muestras si es que me toca ir en la avanzada. Por favor infórmeme cuando haya claridad de la forma en que se operará el acercamiento final.
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Verano en Bruma y otros relatos desesperados
Horror"Hay caminos oscuros que se esconden tras las tinieblas del tiempo, puertas que es mejor dejar cerradas e ignorar que están allí. El desconocimiento de ciertas cosas puede ser sinónimo de sosiego. El creer que solo existe aquello que nuestros sentid...