PROLOGO

362 12 8
                                    


PROLOGO

El corazón parecía que iba a salirse de mi pecho en cualquier segundo. Golpeé la puerta. Con todo este ruido y los perros ladrando sabía que iba a despertar a los vecinos pero nada de eso me importaba en este momento. Esperé impaciente, mis pies se movían en el mismo lugar inquietos, casi queriendo correr más rápido que mi mente. Miraba por encima de mi hombro constantemente, temiendo que su coche apareciera de la nada y mi intento por verla nuevamente desapareciera en un pestañar.

— Vamos, ábreme, ábreme, abre la puerta de una vez... vamos — dije pegando mi rostro en la puerta, susurrando como frenética, golpeando con mi puño cerrado una y otra vez.

Se abrió y mi cuerpo volvió a respirar.

— ¿Quinn? — Preguntó Rachel con su ceño fruncido aun con sus ojos un poco entrecerrados. Lucia su bata de noche entreabierta dejándome ver su camisón de seda color negro. Su voz cargada de sueño.

Empuje su cuerpo lejos de la puerta para cerrarla detrás de mí.

— ¿Qué haces? — preguntó haciendo el intento de no tropezar con la pequeña mesa de entrada sacudiendo los adornos y algunas llaves sobre ella.

— ¿Qué haces aquí, Quinn? Son más de las dos de la madrugada. — Prendió una de las luces de la sala.

— ¡Apaga eso!

Rachel me hizo caso largando un largo suspiro de cansancio.

— Vendrán por mí, Rachel — le dije abriendo mi bolso para sacar mis zapatillas. Con suerte alcance a tomar mi mochila que, curiosamente, siempre la mantenía cerca de mi ventana preparada con lo necesario para escapar de casa, como sucedía ahora mismo.

— ¿Quiénes vendrán por ti? — me preguntó tomando asiento en uno de los sillones donde estaba apoyada mi mochila. — ¡Respóndeme! — elevó su voz prendiendo esta vez la luz de un pequeño velero que tenía junto a su sillón de lectura. — ¿Qué demonios te ha sucedido? — alarmada se arrodilló junto a mi inspeccionando mi brazo — Respóndeme Quinn — exclamó desesperada levantando mi mentón y viendo la marca en mi mejilla.

Sacudí la cabeza, alejando su mano de mi rostro, tragando el nudo en mi garganta. No iba a llorar, no pensaba hacerlo ahora a pesar de que moría por arrojarme a sus brazos y sacar todo lo que tenía dentro. Era un caso perdido, y lo sabía, Rachel también lo supo en cuanto me conoció, pero aun así aquí estamos. Ella envolviéndome suavemente en sus brazos, protegiéndome, susurrándome palabras de aliento en mi oído.

— Lo-lo siento... no sabía dónde más ir.

— Esta bien, Quinn. Es bueno que hayas venido aquí. Todo estará bien. — respondió tomándome de la mano para ponernos de pie. — ¿Ahora puedes decirme que te pasó en el rostro? — preguntó una vez más limpiando debajo de mi nariz, al parecer un hilo de sangre seca. — ¿Quinn? — pidió una vez más.

Hice una mueca.

— Lamento haberte traído problemas — es lo único que mi mente puede formular en una oración.

Mi nariz y parte de mi cara palpitaba. Con la adrenalina de escapar para dejarlos atrás no sentí dolor alguno.

— No puedo regresar a casa, Rachel.

— De acuerdo, ya veremos cómo haremos con eso. Ahora, me decías sobre tu rostro.

— ¿Me dejaras dormir aquí esta noche?

— Claro que sí, Quinn. Pero dime ¿Qué paso en tu rostro?

— Lo siento, lo siento... lo-lo siento mucho

Rachel agarró mis brazos y los apretó con firmeza sin provocar dolor. — ¿Quinn? No tienes nada que sentir, ni lamentarte ¿De acuerdo? Puedes quedarte aquí todo lo que sea necesario pero por favor respóndeme ¿Qué te sucedió en el rostro? ¿Quién te ha hecho esto?

No quería contarle. Abrir mi boca significaba perder a Rachel para siempre, y no quería que nada de eso sucediera. Mi mente corría a mil por hora. Tomando todos los recuerdos vividos en pocos meses. Desde que pise este maldito pueblo, hasta que golpeé por primera vez su puerta. Y ahora sabia, con pesar, que todo lo que comenzó como un capricho se convirtió en mi perdición. Mi corazón se estrujaba poco a poco, y no porque no la amara, sino porque todas mis acciones tuvieron una reacción, pero las consecuencias no caerían sobre mí... sino sobre ella.

— ¿Quinn?

Su voz me trajo de vuelta y mis ojos se llenaron de lágrimas. La miré a la cara.

— Ellos lo saben todo.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

Espero sus comentarios para seguir subiendo la historia. Nos vemos pronto y espero sea de su agrado. La historia me pertenece completamente.

HARVEST MOONWhere stories live. Discover now