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En ese preciso instante Rachel quería creer que todo lo que había pasado diez años atrás había sido producto de su imaginación, algo retorcida pero en fin producto imaginario. La estación de tren aún seguía en el mismo estado, quizás un poco más deteriorado, que la última vez que miró sobre su hombro antes de subir a su vagón. Era inevitable sentirse observada tras haberse ido por terrible error cometido tiempo atrás, aunque aquello seguramente era también una mala pasada que le hacia su mente, era inevitable recordar la semana donde fue comidilla por los chismes de un pueblo entero. La realidad es que allí nadie la reconocía, había pasado mucho tiempo y mitad de la población se había renovado o al menos eso esperaba. Esa semana pareció durar una eternidad y los rumores no se habían hecho esperar para circular por todo Lima. Aún tenía la sensación de ardor en su nuca por todos los ojos fijos en ella cuando salía a la calle, en especial en el instituto aquella mañana donde tuvo que abandonar su puesto de trabajo.

— Par de imbéciles — dije en voz baja pensando en aquello mirando alrededor en busca de un taxi.

¿Por qué regresaba? ¿Por qué remover un pasado doloroso? ¿Para ponerle fin a los fantasmas?

Durante su camino logró orientarse lo suficiente para saber que quedaba poco para llegar a la casa de su padre. Mañana mismo saldría a alquilar un auto para no estar dependiendo de alguien más o gastar un dineral en taxi.

La voz del chofer la sobresaltó trayéndola a la realidad tras cruzar una pequeña plaza donde solía juntarse con Quinn.

— Hemos llegado. — Dice y extiendo mi mano con dinero — ¿necesita ayuda? — haciendo referencia a mi equipaje.

— No, gracias. No es mucho lo que he traído — digo pensando en la corta semana que planeo quedarme.

Tome la maleta que me acompañaba en el asiento trasero y abandone aquel taxi camino a la puerta de mi antigua casa. Me detuve unos minutos mirando los pequeños números que indicaban la altura, cerré mis ojos y capte la fragancia en el aire recordando pequeños fragmentos del pasado. El césped recién cortado, las rosas de mi padre y el aroma de alguna comida proveniente desde la casa de un vecino.

— Juro por todos los santos que sigues siendo mi pequeña cada vez que te miro.

— Lo sé — respondo tras abrir mis ojos sonriendo antes de correr hasta sus brazos — Nunca dejare de serlo. — Deja un beso sobre mi cabeza una vez que llego hasta él.

— Pues dime ¿Qué tal ha estado el viaje? — pregunta una vez que nos encaminamos hacia la casa.

Y allí olía a pasado. A veces uno cuando logra dejar las cosas atrás piensa que jamás pueden volver a atraparte, pues estaba equivocada. Cada rincón me traía recuerdos junto al aromatizante y varios muebles donde he compartido alguna charla o robado un beso.

Dejo escapar un suspiro — El tren sigue apestando. — Respondo dejando mi maleta cerca de la puerta de entrada — ¿Qué hay de ti? ¿Hay noticias de papá?

— Tu padre vendrá a almorzar mañana — dice encaminando sus pasos hacia la cocina mientras sacude sus brazos en forma de protesta — No sé qué puede ser más importante que tú para no ir a buscarte y venir a cenar aquí.

Negué con mi cabeza. Al parecer las cosas tras el divorcio no habían mejorado mucho.

— Sabes que no tengo problema alguno. Si puede almorzar, eso haremos. Ahora ¿puedes prepararme un poco de té o café? Siento que el cambio de clima ya está afectando mi garganta.

— Lo siento pequeña — dice pasando a mi lado para volver al hall de entrada y agarrar las llaves — Pero debes acompañarme a hacer las compras. No tengo nada de tu gusto dentro de esa cocina.

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⏰ Last updated: Oct 19, 2020 ⏰

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HARVEST MOONWhere stories live. Discover now