Segunda Parte

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Mi vida era tan rutinaria que mi cerebro funcionaba como un robot programado. Cuando la manecilla pequeña del reloj señala las 9 y la grande las 12, cerraba los ojos y caía en un letargo profundo, donde voy a un mundo oscuro, sin pesadillas y sin sueños. Automáticamente despertaba diez segundos antes de que la alarma puesta a las 6 a.m. sonara. Y comenzaba con la rutina diaria, alistarme para la escuela, desayunar, ir al instituto, estudiar, ir de compras para hacer la comida, estudiar, comer, estudiar, preparar la cena, leer un rato y prepararme para dormir.

Pero ese día, fue la primera vez en mi vida que conocí lo que es el insomnio. Esa noche estuve dando vueltas en mi cama hasta las cuatro de la mañana. La imagen de Naruto Uzumaki aparecía conforme apenas cerraba los ojos. Aun podía sentir sus labios sobre los míos y ese pensamiento me perturbaba y me hacía querer gritar.

No entendía por qué lo hizo ni por qué me había afectado más de lo que esperaba. No había conocido a una persona que me confundiera tanto, no porque me haya gustado el beso, sino porque sinceramente pensé que me haría algo peor... pensé que a lo mejor se molestó porque lo defendí y ahora quería cobrárselo muy caro. Pero cuando me tomó por sorpresa, esa idea tuvo anulación inmediatamente. O tal vez, esa fue su manera de vengarse, volviéndome loca. Sea lo que sea, esos pensamientos no me dejaron dormir.

«Aagh, que tontería... fue mi primer beso.»

Cepillaba mi cabello mientras me miraba en el espejo del tocador y repetía esa escena una y otra vez en mi mente traicionera. Solté el mechón azulino que sostenía y pase las yemas de mis dedos por mis labios ligeramente separados.

Suspiré.

Había escuchado maravillas de los besos en la boca, pero sinceramente jamás me había interesado en el tema. Cuando mi hermano besa a su novia frente a mí, siempre pasaba de eso, era algo sin importancia, aunque digan que transmiten sentimientos para mi únicamente era algo físico y ya. Las relaciones de pareja las consideraba innecesarias y una pérdida de tiempo, además de que terminaban cambiándote y robando años que jamás volverían.

Sacudí mi cabeza antes de comenzar a divagar.

Fue solo un beso, y eso no cambiaría nada. Vi la hora en el reloj y me levanté casi de un brinco. Alisé la falda del uniforme antes de tomar mi bolsa y salir de mi habitación.

Ese día le pedí a Neji que me llevara al plantel porque, por la desvelada más la pérdida de tiempo en pensar cosas redundantes por la mañana, se me hizo muy tarde y no me iba a permitir ver una mancha roja en mi historial íntegro de puntualidad y asistencia.

Para mi mala suerte, la mañana seguía marchando opuesta a lo que estaba acostumbrada. Por seguir pensando en el porqué de que ese chico me besara y me sonriera de una manera tierna, como si no hubiese pasado nunca nada malo, me perdí de una lección importante de cálculo diferencial.

La campana para anunciar la hora del descansó sonó. Arrojé el lapicero sobre el cuaderno y lo cerré. Me incliné hacia atrás en mi silla y me restregué la cara con mis manos.

«Tengo que olvidarlo, no puedo dejar que esa estupidez me distraiga.»

Escuchaba que mis compañeros estaban saliendo del aula. Yo me quedé un rato más en esa posición, pensando en que al salir iría a la biblioteca y estudiaría por mi cuenta lo que perdí en la clase de hoy.

Hubo un pacífico silencio antes de que un fuerte golpe al mesa-banco estuviese a punto de provocarme un infarto.

―¡Oye!

Naruto fue el que golpeó con la palma de su mano el pupitre. Estaba frente a mí, con esa mirada de pocos amigos que lo caracterizaba. Parecía enojado, y lo peor, conmigo.

Amor PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora