Cuarta Parte

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El invierno llegó y con él la gruesa nieve blanca que lo cubre todo. Para finales de noviembre mi rostro volvió a aparecer en el cuadro de honor, con una nota de noventa y ocho que no podía creer me dejó en segundo lugar. Mi sorpresa fue más grande al ver el rostro malhumorado de Naruto en primer lugar con una nota perfecta, un cien. Ese chico siempre manteniéndose en mi mente de cualquier modo posible, porque después de eso se volvió mi principal rival y mi meta a superar.

Naruto poco a poco fue formando parte de mi vida, y no entró en ella tocando la puerta o entrando por la ventana, entró derrumbando paredes que creía inquebrantables. Mis planes a corto mediano y largo plazo ya lo incluían aunque no lo quisiera. Un futuro sin él tenía tanto sentido como un glacial en el desierto, como un invierno de 50°.

Todas las mañanas pasaba por mí, y me acompañaba de regreso al terminar las clases. Hasta se hizo amigo de mi hermano, fue la vez que entró en mi casa sin invitación y se quedó toda la tarde viéndome estudiar.

Ahora mis compañeros pensaban un poco más antes de decir algo malo sobre mí, ponerme apodos o burlarse, porque sabían que el temido Naruto Uzumaki se había vuelto mi perro guardián, mi sobra, o eso decían ellos. Yo más bien creía que Naruto era todo menos malo, solo necesitaba a alguien con quien conversar, un amigo, alguien que pudiera estar con su compañía sin temerle o sacarle la vuelta. Alguien que pudiera sostenerle la mirada sin sentir miedo.

Las vacaciones llegaron. No volví a ver a Naruto desde entonces. Pasé Navidad en casa de mis padres junto a Neji y su novia. Por lo que sé, porque Naruto no dejaba de mandarme mensajes, él paso nochebuena en casa de sus padres, también tuvieron de invitados a Itachi, Sasuke y Sakura. Aunque me confesó que le hubiese gustado pasar ese día conmigo. Cuando me di cuenta ese mensaje me había arrancado una sonrisa que no pude borrar durante toda la cena navideña.

Para la víspera de año nuevo mis padres tenían que salir de la ciudad, Neji pasaría la noche con la familia de Tenten, y a pesar de que insistió en que fuera con él preferí quedarme en casa y recibir el nuevo año sola, leyendo o viendo alguna película.

Era treinta y uno, cerca de las ocho de la noche. Hacía mucho frío y nevaba. Tuve que ponerme algo cálido, una bufanda, guantes y un estorboso abrigo. Iba al supermercado de a cinco cuadras esperando que siguiera abierto. Pensaba comprar algo de carne para preparar una cena sencilla.

Cuando regresaba a casa con las cosas del super, dos tipos salieron de un callejón, me amenazaron con armas filosas. Guardé la calma y accedía a hacer todo lo que me decían, me quitaron el poco dinero que me quedaba, incluso pensaban llevarse las bolsas del mandado.

Uno de esos hombres extendió su mano para alcanzar a tocarme, pero el puño de Naruto impactando en su quijada no le permitió ni siquiera rozar mi piel. Yo no supe que hacer, de un segundo a otro Naruto apareció de la nada y comenzó a pelear con esos sujetos grandes. Pero lo grande no tuvo nada que ver, Naruto les puso la paliza de su vida.

―¡No la vuelvas a tocar! ¡Ella es mía! ―gruñó con toda seguridad. Tomó a uno de ellos y lo lazó contra el otro.

―¡Estás loco! ¡Eres un demonio!

En cuanto se levantaron los dos huyeron con uno que otro moretón y algún hueso roto.

―¿Estás bien? ―preguntó él una vez los hombres desaparecieron.

Asentí temblando.

Con las manos aun a la altura del pecho no pude hacer nada cuando Naruto me abrazó fuerte. Me rodeó con sus fuertes brazos y apretó sus manos heladas en mi espalda, me estrujaba tanto hasta el punto de casi no poder respirar. Eso me importó poco. Lento, comencé a sentir el calor de mi cuerpo elevarse en mi piel.

Amor PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora