Quinta Parte

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El año cerró con explosiones en el cielo. Las vacaciones terminaron. La vida rutinaria volvió a lo que era. ¿Por qué? Porque el distanciamiento con Naruto fue un botón de reinicio. Mis días monótonos regresaron a la normalidad, como lo eran antes de conocerlo a él. Me hacía creer que así era mejor, pero no lograba engañarme. Mentiría si dijera que no pienso en él.

Las cosas al fin se estaban calmando. Mi hermano y su novia se fueron a visitar a mis abuelos, así que tenía el ambiente perfecto para estudiar. Sin embargo...

―¡Estoy muy triste! ¡Tengamos una relación, o dame la prueba de amor! ¡Si no, me voy a suicidar!

―¡Eso jamás va a pasar!

¡¿Por qué tenía que decir eso?! ¡Por qué tenía que distraerme de esa forma y después dejarme!

A pesar de asistir al mismo colegio, no he visto a Naruto desde entonces. Tengo que aceptar que yo soy la única culpable de este distanciamiento, aunque nunca fue mi intención alejarlo. No pensé que la sonrisa de Naruto pudiera ser el autor detrás de nuestra separación.

Me acostumbré tanto a él, a su incesante presencia que por primera vez el silencio me desagrada. No encuentro la paz que tanto anhelaba cuando recién lo conocí.

Si tan solo yo, no hubiera dicho aquello...

―Si sonríes más y te enojas menos harías amigos.

―¿Eso crees? ―asentí con la mirada al frente― Bueno, si lo dices tú entonces lo haré.

Una simple sonrisa amable en un momento preciso fue el detonante de que la popularidad de Naruto se elevara por sobre las nubes.

Cuando lo miré a él y vi la mayor parte de la camisa blanca cubierta por una mancha café gracias a Shion, una arrogante, presumida y típica popular odiosa, lo que venía no lo tenía previsto.

No importa quien seas, si te metes con Naruto lo pagas caro. Así que yo estaba lista para detenerlo antes de siquiera intentar estrangular a la culpable de ensuciar su uniforme, que seguía tumbada en el suelo con todos sus libros esparcidos y al lado un vaso desechable derramado.

No obstante...

―No te preocupes, no pasa nada. ¿Estás bien?

Naruto le tendió la mano y le sonrió de la misma manera que lo hace para mí... sólo para mí. En ese momento, un sentimiento extraño hurtó mi cuerpo ocasionando un dolor ácido en mi pecho, una sensación de ardor en la garganta que no se quitaría ni con cinco litros de agua.

No pude evitar ver a Shion. Conozco esa mirada... sé, lo que pasó por su mente, y eso me dolió aún más. La entendía, porque ver a Naruto sonreír es como absorber la misma paz que produce el primer amanecer de un nuevo año. Es magia, es un sentimiento puro. Era mío.

La diferencia entre yo y esas chicas que desde entonces lo persiguen y lo apartaron de mi lado, es que yo al principio no supe cómo manejar su inocencia y seguridad. Su personalidad es enteramente opuesta a la mía y eso me empujaba a rechazarlo, su honestidad e interés sobresaltaron mi vida acomodada. Traté de alejarlo cuando debí aferrarme a él.

¿Por qué me sentía así? Lo quería para mí, sólo para mí.

A pesar de ser como el agua y el aceite, como perros y gatos, también somos como el yin y el yang, nos complementamos el uno al otro. No importan las diferencias entre nosotros, si hay algo en común hará que todo funcione y valga la pena intentarlo.

Ahora que he recordado, puedo responder a esa pregunta. Pero no lo haré en este momento, esperaré a encontrar a Naruto y decírselo a la cara.

Suspiré.

Amor PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora