I'm Not Okay

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Cuando llegamos a Florida el mar estaba revuelto y el cielo cubierto de nubes grises que amenazaban con descargar sobre nuestras cabezas. Durante el viaje no hablamos demasiado, en mayor parte porque me pasé casi todo el rato durmiendo y mientras estaba despierto íbamos escuchando la radio.

Tenía miedo de escuchar que habían encontrado a toda mi familia muerta aunque sabía que no había manera de que eso pasase hasta al menos un mes más tarde, cuando el jardinero volvía para podar los arbustos. Al llegar a la casa de la playa me instalé en mi cuarto de siempre y Frank, en vez de irse a la casita de en frente, se instaló en la habitación de mi hermano, que estaba justo al lado de la mía para poder llegar rápido si tenía pesadillas.

Obviamente al llegar la nevera estaba vacía así que fuimos a comprar comida, y nada más volver hicimos la cena para los dos. Lo cierto es que no tenía demasiada hambre, pero debía comer para tomarme las pastillas porque con el estómago vacío me sentaban fatal. Después de cenar con Frank me senté a ver la televisión mientras él lavaba los platos.

Siempre que me quedaba a solas podía ver a Helena, pero en cuanto su hermano entraba en la sala ella se esfumaba entre humo blanco. De esta manera nunca estaba solo con mis pensamientos y no me permitía desmoronarme. En cuanto la vi desaparecer me giré hacia la puerta, y allí estaba Frank con la camisa remangada hasta los codos. Nunca había estado a solas con Frank en la casa de la playa, pero desde mi habitación veía cómo se quedaba viendo películas hasta tarde, así que supuse que querría sentarse conmigo y bajé los pies del sofá. Él me sonrió y se sentó a mi lado.

-¿Qué tal estás? -Me preguntó.

-No lo sé, me siento raro. Es como si nada fuese real.

-Está bien, eso es normal después de pasar por algo tan... intenso. Lo irás asimilando poco a poco.

No sabía qué decirle, así que asentí y me quedé mirando la pantalla en silencio. Estar a solas con él me ponía nervioso cuando no estábamos en la consulta. Fuera me volvía callado y a penas podía apartar la mirada de él, pero en cuanto me miraba yo giraba la cabeza para que no me viese la cara. Entonces me estaba forzando a mirar la televisión e intentaba no mirar sus manos llenas de tatuajes.

Cuando acabó la película Frank se volvió hacia mi con una sonrisita asomando entre sus labios.

-Ha estado bien.

-Sí, ha sido... -Intenté no pensar demasiado en qué decir para que no descubriese que no había podido prestar atención- bonita.

Me quedé mirando su sonrisa y sus hermosos ojos durante quizás demasiado tiempo, y no sé si me ignoró o realmente no se dio cuenta, pero acercó su mano a mi frente y me apartó el flequillo de la cara con suavidad.

-Gerard, deberías irte a dormir, ya es tarde y mañana será un día complicado.

-Está bien. Buenas noches, Frank.

Obedecí porque me lo dijo con aquella voz suave que ponía cuando mi mente me hacía ver cosas extrañas. En mi mente le llamaba la "voz tranquila", y cuando Frank usaba la voz tranquila era de vital importancia que yo le hiciese caso. La única vez que le desobedecí acabé desmayándome por culpa de un ataque de ansiedad y tuvo que tirar la puerta del baño abajo para sacarme.

Me marché a la habitación y me puse el pijama bajo la atenta mirada de Helena, que me hablaba sobre aquella vez que ella también vino a la playa con nosotros. Su sonrisa y su voz me tranquilizaban, y si hubiese sabido lo que se me venía encima hubiese aprovechado mucho mejor aquellos momentos con ella.

A la mañana siguiente desperté con los primeros rayos de sol golpeando mi cara a través de las cortinas. Al principio no sabía dónde estaba, pero en cuanto me ubiqué y recordé todo lo que había pasado me puse en pie y me arreglé y me vestí para estar presentable. Frank aún no había despertado, así que decidí hacer el desayuno para los dos y preparar un poco de café.

RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora