Capítulo 3.5: la diosa de la abundancia y la flojera

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Luego de la nueva teletransportación realizada por Hedd y compañía, ante sus ojos se alzaba un gran palacio hecho de oro y adornado con diamantes; se alzaba más allá de lo que sus ojos lograban alcanzar, por lo que simplemente hizo una mueca de desagrado al preguntarse lo molesto que sería trasladerse de una habitación a otra en ese lugar sin ser capaz de teletransportarse. El palacio se encontraba en medio de una hermosa planicie llena de flores de todos los tipos y tamaños, existiendo algunas que no se encontraban en la tierra de la que venía, o nunca había escuchado hablar de ellas. La mujer de un cuerno respiró profundamente antes de voltear a ver a Auwrysh, quien aún usando el cuerpo de la mujer "roja" seguía sosteniendo la almohada en la que se encontraba Jeant.

-Entonces...¿No habría sido más fácil teletransportarse directamente hasta donde está Kecha Wacha? Porque me imagino que debe vivir en lo más alto.- Mencionó Hedd al observar el gigantesco portón de platino, el cual medía alrededor de 30 metros de alto, cruzándose de brazos y ladeando levemente la cabeza. De cierta forma, ahora se hacía más creíble que la gente creyera en ella, después de todo, había logrado reunir tal cantidad de materiales preciosos.

Rarek soltó una pequeña carcajada que ahogó con su mano derecha, desviando su mirada hacia otro lado para tratar de no ofender a Auwrysh, ya que conocía la respuesta que daría.

Auwrysh se aclaró la garganta, no obstante, la que acabó hablando fue su habilidad. -En realidad vive en la planta baja, le da flojera subir luego de haber construido este maravilloso castillo.- Expresó la mujer con una voz un tanto calmada.

-Sí, pero...puede teletransportarse...se supone, es una Diosa, ¿No?- Cuestionó Hedd tomándose el cuerno con la diestra y empezando a frotárselo, teniendo cierta mueca de desagrado por empezar a imaginarse la respuesta que le darían.

-Le da flojera.- Reafirmó Auwrysh, sin apartar su vista del frente, mientras las puertas de platino empezaban a abrirse lentamente.

«Ya entiendo por qué también era de la flojera...qué inútil... tanto que me recuerda a mis días de estudiante, cuando no hacía las tareas sino hasta el último momento, y simplemente me reservaba a dormir y perder el tiempo. Espero que no sea...extraña, y que simplemente sea un tipo de flojera normal, extrema, pero normal.» Pensó la mujer de un cuerno observando lo lentas que eran esas puertas, algo que seguramente reflejaba la flojera que daba tener que abrir algo de tales dimensiones.

Varios minutos de espera después, aquellas grandes y pesadas puertas lograron abrirse por completo; el interior del palacio era igualmente vistozo, con paredes doradas y varias decoraciones hechas con minerales preciosos, jarrones de rubíes, un suelo de esmeraldas, una gran cantidad de mujeres vestidas de sacerdotisas abriéndoles paso a los visitantes, formando un camino mientras hacían una reverencia. Y una gigantesca cama en medio de la sala principal, la cual medía alrededor de 6 metros².

Hedd abrió sus ojos como platos al notar la gran cantidad de cobijas que había en ella, adentrándose sólo para verla más de cerca, sin esperar a que Auwrysh diese el primer paso; pudo detallar una figura entre tal cantidad de telas, más no podía detallar cómo era por lo que parecía un mar de sábanas. Llevó su diestra a su cuerno mientras desviaba su mirada hacia un televisor que se encontraba encendido a un lado, igualmente bañado en oro y con diamantes incrustados.

«Qué abundante. Me gustaría llevar ese televisor a la casa, lo venderíamos y viviríamos tranquilos toda una vida, sin necesidad de salir mucho. Al menos yo no saldría ahora con este cuerpo.» Pensó la demonio de un cuerno mientras sonreía levemente, descartando la idea de pedirlo para evitarse problemas, puesto que no sabía cómo era el panorama general con respecto a aquella Diosa.

-Mi señora.- Expresó Auwrysh antes de ponerse de rodillas, al igual que su habilidad. Hedd desvió su mirada al notar cómo Rarek también había puesto una rodilla en el suelo en señal de respeto, retirándose también su sombrero, algo que sorprendió a la mujer demonio, quien no sabía si debía hacer lo mismo u mantenerse de pie.

Desperté como... ¡¿Una reina demonio?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora