Lo que queda

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Donde habitan los hombres y los niños. Donde se encuentran las esperanzas de un mundo mejor. Dónde, ¿dónde? ¿Ha visto algún lugar, caserita? ¿Sabe de algún sitio donde las aves y los cactus pueden convivir entre arañas y epitafios? Yo no tengo idea. Sé que hay alguien que me espera, que de alguna manera u otra sabe que iré y, cuando lo haga, vivirá.

Vivirá. Sabe que vivirá. Sabe que mis ojos son su existencia, que mis letras son su esencia. De alguna manera u otra me conoce. No entiendo con exactitud el cómo, pero sabe que allí estaré, listo para escucharlo.

Quisiera hablarle del mar, de los astros que se esconden en las noches cubiertas de dióxido donde alguna vez viajaron las constelaciones. Este mundo, en el que habito y del que no sabe, carece de la vida que tuvo hace siglos. Todo lo verde es un simple recuerdo, los basurales son el paisaje más hermoso y lo que otros llamaron mar solo existe en los recuerdos de algunos viejos.

Su creador, siempre habla de su creador. Yo lo escucho, lo tolero, lo comprendo. Quisiera decirle más, contarle lo que es pero no podré nunca. La distancia entre él y yo no solo es dimensional, sino física y hasta química. Pero nuestros mundos son muy parecidos. No conozco a su creador, no tengo idea de donde esté. Solo sé que le ofrece un mundo de paz. Entiendo que vive en algún lugar, escondido, como todos.

¿Cómo le explico que su creador intenta salvarlo? ¿Cómo le digo que su creador es compasivo y que no debe odiarlo? ¿Cómo me acerco a él? Si supiera. Hay tanto que su creador le esconde, pero es por puro amor y bondad. Lo creó inocente, consciente. No es que lo manipula, para nada. Solo lo protege.

No tengo manera de explicar que el "más allá" en el que yo habito se deteriora con los años. Que lo que otros llamaban Luna en los antiguos libros no es más que un recuerdo tras las últimas guerras. Él dice que es un "punto en un blanco infinito". Nosotros ni siquiera somos ya eso.

Quisiera que nos pensara como la desolación absoluta. No como una "página en blanco infinita" sino como un basural interminable, donde la majestuosa rata gigante aniquila a los hombres que hoy se reúnen en bandas para comer la carroña que el reino de la cucarachas deja en las afueras de sus nidos solo por compasión.

Como explicarle que su mundo, sombra de sombras, es el último refugio de muchos, de todos. Cómo explicarle que su pureza es acaso lo único útil que salió de los crueles enfrentamientos. Cómo explicarle que lo que siente es lo mismo que nosotros, solo que él está protegido por la infinitud de poder ser solo cuando puede ser.

¿Cómo llamarlo? "Punto en el infinito" tal vez. Una expresión cariñosa de los retazos de una humanidad condenada a involucionar, a retroceder hasta su condición de ameba, mientras los ácaros y bacterias, quienes tomaron el camino de la sencillez en otro tiempo, ahora pugnan por el control de "Lo que queda".

"Lo que queda" es el nombre del lugar donde habitamos. El "punto en el infinito" le llama el "más allá" porque su creador así lo ha querido. Este más allá, el lugar adonde nunca vendrá, resplandece por su deterioro.

Pequeño "punto en el infinito", si supieras que eres feliz.

DesolaciónWhere stories live. Discover now