Prólogo

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Os voy a contar una simple historia de amor. Sé que no es lo que esperabais, pero creo que necesitáis leerla hasta el final, prometo que os gustará. No voy a empezar con el típico "erase una vez" de los cuentos de hadas, porque este no es uno. Creo que iba siendo hora de escribir una historia de amor realista.

Tras juntarse a un chico tratando de descubrir su secreto mejor guardado esta chica, cuyo nombre no hace falta ser nombrado aún, termina enamorándose de él. El típico que sin creerse más que los demás conseguía atraer a todas las chicas, pero ninguna se atrevía a enamorarse de él menos la protagonista de nuestra historia. No me entendáis mal, el chico no era malo, ni frio, ni mentiroso, ni mujeriego, todo lo contrario, era dulce, con una sinceridad sin filtros y leal hasta los huesos. Os estaréis preguntando que por que nadie se enamoraba de él, pues veréis, es muy sencillo. Hoy en día nos hemos vuelto tan masoquistas que no somos capaces de enamorarnos de alguien que no vaya a hacernos daño, nos asusta la realidad, nos asusta el pensar que algo podría ser para siempre, que de verdad no nos va a dañar. Causa provocada por la falta de gente así en el mundo, cosa que hace que no seamos capaces de creernos que alguien pueda llegar a tener esas cualidades. ¿Sabéis lo que es ser sincero y que nadie te crea por miedo a que sea verdad?

Estoy segura de que en algún momento os habréis sentido como si no fuerais parte de este mundo solo por pensar de forma distinta al resto, lo asociáis con algo malo, con ser excluidos, ignorados o incluso abandonados, pero os equivocáis de lleno y lo entenderéis al final de la historia.

Esta chica no era la que solía llamar la atención de todo el mundo recién la conocen, es de esas personas a las que cuesta coger cariño, porque se muestra como alguien invencible, hasta que consigues atravesar sus barreras, cosa que este chico consiguió, y en tiempo record, solo le hizo falta una de esas sonrisas sinceras tan típicas de él. No se volvieron mejores amigos ni nada por el estilo, apenas se hablaban. Ambos se llamaban la atención mutuamente, eran demasiado contrarios como para no hacerlo, pero eso no siempre termina en final feliz. Esta vez termina en muerte, en tragedia, en llantos, desesperación e infinitas revelaciones, pero vayamos por pasos.

Tras un duro día en el instituto teniendo que estar rodeada de gente falsa, la cual obviamente le caía mal, nuestra protagonista se dirige a un lugar tranquilo en el que podría estar sola, el auditorio, sitio olvidado para los alumnos de su instituto que parecían acordarse de esa sala solo por estar insonorizada para descubrir su sexualidad. Cuando llegó vio al chico de sonrisa sincera sentado sobre el escenario, mirando a la nada, con cara de cansado, jugando con un cigarro apagado entre sus dedos, sin darse cuenta de la llegada de nuestra protagonista. La chica, que lo miraba desde la puerta, tratando de leer su mirada, tras pensárselo dos veces decide acercarse. "¿Necesitas fuego?" pregunta parándose frente al él y sorprendiéndose en cuanto el chico la mira y sonríe leve negando con la cabeza, esa expresión de perdido, esas muestras de cansancio en su cara habían desaparecido por completo, ya no quedaba ni rastro. "Pues estoy muy segura de que así no se fuma un cigarro" dice sentándose a su lado, escuchando como el chico reía. "Tranquila, no pretendía fumármelo, tenlo si quieres" se lo ofrece tranquilo, la chica lo mira como si estuviera loco por tener un cigarro sin tener la intención de fumárselo y lo acepta colocándoselo en la boca y encendiéndoselo. "Es una manía con una larga historia detrás" dice sin mirarla tras haber deducido con éxito lo que pensaba la chica y esta da una calada soltando el aire despacio. "No iba a preguntar" dice tranquila y este sonríe antes de contestar, "lo sé, pero querías hacerlo". La chica sonríe leve como respuesta y el chico se levanta haciendo que la mirada de la chica se desvíe hacia él. "Ya nos veremos por los pasillos" dice el chico y coge su mochila colgándosela en el hombro, la chica da otra calada. "Eso seguro, ya sé a quién acudir cuando necesite un cigarro" el chico ríe y se despide con un movimiento de cabeza antes de salir de allí, dejando a la chica con muchas dudas rondándole la cabeza. Dudas que pensaba resolver a toda costa.

Dulce VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora