INCREIBLE (Johnlock)

Brilliant!

Brillante. John volvía a mirarlo con fascinación en los ojos. A veces para Sherlock parecía un niño admirando a su heroe en persona, pero él no era un heroe.

Ese día John estaba mas animado de lo usual y eso es decir mucho. Tenía una sonrisa en el rostro y miraba al suelo muy seguido, como si estuviera avergonzado de sonreir. Durante el regreso al departamento cayó dormido sobre el hombro de Sherlock, esto lo sorprendió pero se mantuvo relajado, si tensaba su cuerpo podría despertarlo. Sherlock vio el telefono de John de reojo, tenía curiosidad sobre la repentina alegría del doctor, estaba seguro de que tendría una cita esa noche. Cuando llegaron al departamento John seguía medio dormido y se desplomó sobre su cama sin quitarse los zapatos siquiera. Sherlock se preguntó también sobre el cansancio que lo consumió derepente en el taxi, no habían hecho mucho ese día.

John se había levantado temprano para hacer las compras y, como muchas otras veces, volvió molesto y quejándose sobre el cajero o los precios. Al mediodía no llegó a tocar el almuerzo cuando recibió un mensaje de Mycroft para comentarle a Sherlock sobre una investigación privada, en ese momento Sherlock salió de su habitación ya vestido y de inmediato rechazó el pedido de su hermano, sabiendo que era un mensaje de él por la expresión de John. Sherlock tomó su bufanda y su abrigo y salió a paso rapido del lugar llamando a John, él solo pudo beber un sorbo de jugo antes de partir. Durante toda la tarde estuvo revisando su teléfono y no se detuvieron a comer en ningun momento. Ya al anochecer volvieron al departamento.

Sherlock miró a John durante unos momentos descansar. Volvió a sentir la atracción del imán que eran sus labios, se acercó despacio y apreció su rostro tranquilo y sin el característico ceño fruncido que no había aparecido mucho ese día. Se contuvo, estaba mal tomarlo con la guardia baja, solo depositó un beso en su frente y se fue cerrando la puerta. Todavía no había aclarado sus pensamientos pero sabía lo que sentía, también sabía que tenía que ser sutil, John siempre negaba el echo de ser cercano a él y eso empeoraba las cosas. Tal vez no podría decirle lo que sentía pero entonces tampoco podía tenerlo demasiado cerca, cualquiera de las dos opciones dañaría su amistad.

Mas entrada la noche,John salió desesperado de su habitación. Sherlock lo vio todo desde el sofa, vio como tenía la ropa desarreglada por levantarse deprisa, como volteaba hacia todos lados buscando su telefono que claramente estaba en el bolsillo de su chaqueta y como se agarraba la muñeca en busca de su reloj el cual olvidó en la mesa esa mañana

-Buenas noches,Watson. Te noto un poco agobiado,¿sucede algo?

-Si,Sherlock. Sucede que hoy tenía una cita importante y me quedé dormido

-Supongo que ya no iras

-¿Por qué?

-Normalmente las citas o encuentros se hacen entre las 20 y las 22,temo que estas retrasado

John soltó aire por la nariz y volvió a su habitación,a los segundos salió con teléfono en mano, lo revisó y se dejó caer en su sillón. Alzó su teléfono con una mirada incrédula hacia Sherlock

-Las 23:15. ¿Sabes que significa?

-¿Que sabes la hora? Felicidades,John. No creí que te alegraran ese tipo de cosas

-Significa que ya es tarde,ya debió irse

El sonido de un mensaje alerta a John, revisa el telefono y lo mira detenidamente unos segundos. Deja colgar su brazo sobre el brazo del sillon y pasa un mano por su rostro

-Dijo que no vuelva a llamar...y que borre su número

Sherlock no dijo nada,por dentro estaba feliz de que John no tuviera esa cita o a la chica.

-¿Por qué todas terminan alejandose?

-Debe ser porque te quedas dormido y las dejas plantadas, no recuerdas sus nombres y te quejas de sus mascotas. Pero es solo una suposición

-Gracias,Sherlock

Dejó salir un suspiro y recostó la cabeza en el respaldo del sillón. Sherlock recordó cuando se durmió en su hombro, ahí se veía tranquilo. Pero también se daba cuenta de que John no quería estar con esas mujeres en realidad, solo quería salir con alguien, tenía la necesidad de una vida normal. Al mirarlo se dio cuenta de que se sentía inutil, nada le parecía hacerlo bien,por eso siempre estaba cansado o molesto. Su cojera la superó con su ayuda, recuperó la acción diaria a la que estaba acostumbrado gracias a él y ahora solo él podía levantarle el animo, porque para Sherlock era...

-Brillante

John lo miró confundido y cansado. Sherlock dio zancadas hasta el sillón y se subió a él quedando de pie detras de John

-Eres brillante,John Watson. No hablo solo de inteligencia,tú brillas

Sherlock podía notar los signos de interrogación alrededor de su amigo, lo tomó suavemente de las mejillas y lo miró desde arriba

-Yo puedo resolver asesinatos pero tú puedes salvar vidas. Olvida a todas esas mujeres que no te apreciaron, ellas no saben lo que es escuchar tus quejas en la mañana y reírse contigo por lo ridículas que son. Ellas no saben lo divertido que es escapar de la policía o perseguir a un criminal sintiendo la adrenalina en el cuerpo como tú lo haces. No saben lo tranquilo que luces cuando duermes y lo adorables que son tus multiples expresiones

-Sherlock,¿qué... ¿Me viste dormir?

-Pero sobre todo,no saben lo que se siente amarte de verdad. Pero yo lo se, porque aunque rechazo la idea de sentir cualquier tipo de amor, no pude evitar enamorarme de alguien tan brillante. Te amo,John Watson

-.....

La sala quedó en silencio. John miraba a Sherlock detras suyo, sus ojos lo miraban fijamente con inusual brillo. Apartó las manos del detective y se levantó de manera brusca, su expresión era una mezcla de confusión, sorpresa y sobre todo miedo. Eso fue lo que mas le dolió a Sherlock. Se había dicho que no le diría nada a John pero verlo con tan baja autoestima lo incitó a hacerlo, quería que se sienta querido. John se dio la vuelta para no verlo, cubría su boca intentando procesar las palabras dichas por el mas alto. Sin razón aparente comenzaron a caer lagrimas de sus ojos y simplemente se fue a su habitación sin decir nada. Sherlock se dejó caer en el sillon destruido, revolvió su cabello con frustración y hundió el rostro entre sus rodillas. Esa noche tampoco ninguno de los dos durmió.