II.- Mei

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— ¡listos o no, ahi voy! — la voz un poco chillona exclamo, proveniente de un pequeño de cabellos rubios pero un poco oscuros, tez morena y unos ojos de una tonalidad azul como el de un bello lago.

Corriendo por todo tramo del patio en aquella mansión, buscando a sus amigos y corriendo tras ellos una vez los encontraba. Otros dibujaban o se relajaban viendo a los demás jugar, como el caso de un niño de cabellos azul oscuro.

Era de esas pocas ocasiones en las que podian disfrutar como cualquier niño, de esos dias en los que no debian entrenar y soportar los tratos de tatsumi y la pequeña saori.

En sus rostros se denotaba aquella alegria, aquello que les fue otorgado a petición de un pequeño de cabellos azabache, piel levemente bronceada y sus ojos de un bello azul celeste que brilla a la luz del querido sol.

Miraba disimuladamente a traves de una ventana de esa mansión. ¿que tenia de diferente a los otros? ¿por que él podia estar disfrutando de los lujos de la mansión? ¿por que si ellos eran sus hermanos debian sufrir asi?.

Su respuesta: porque él era hijo legitimo y único reconocido por el millonario anciano, Mitsumasa Kido. Todos los demás eran simples bastardos para su "padre", catalogados de huérfanos acogidos al azar en su hogar; pero no significaba que este niño fuera conocido, claro que no.

El millonario estaría exponiendo la vida y recuerdo de la única joven que llego a amar. No podía salir de la mansión por nada del mundo, asi que su existencia solo era sabida por todos los sirvientes, la pequeña saori y el dueño. Ninguno de esos niños que se divertían con distintos juegos lo conocía.

— joven mei — el calvo mayordomo entre abrio la puerta del lujoso cuarto del niño. — el desayuno ya esta listo — dijo con una amabilidad que si los otros niños lo hubiesen escuchado; pensarían que ese no era el verdadero Tatsumi, mas para mei era ya algo normal que Tatsumi se dirigiera a él y a Saori de esa forma.

— Gracias Tatsumi. Enseguida bajo — respondió sin siquiera voltear a verlo. Escucho la puerta cerrarse y un suspiro fue lo último que salio de sus labios.

El azabache ya se había aprendido los nombres de sus hermanos y la actitud de cada quien. Rió al ver a seiya perseguir a Jabu de manera cómica, el rostro del castaño tenia un poco de tierra, al parecer lo habían empujado.

Se dirigió a su armario para cambiar su pijama, más una mueca de disgusto se formo en su rostro. Detestaba la ropa elegante, asi que optó por una simple camisa beige y unos pantalones un poco anchos de color verde y de calzado. . . nada. Queria sentir el fresco del piso en sus pies y una vez cambiado, salio de la habitación.

Al llegar al comedor fue recibido con una abrazo de la princesa.

— ¡Mei! — la pequeña Saori llevaba un bello vestido de color rosado y sus zapatos a juego con ello. Su cabello de hermoso color lila iba suelto.

— Hola Saori — correspondió al abrazo. Podría ser mala con los otros niños, pero adoraba en demasía a mei, pues era el único niño de su familia aparte de ella. Tomándolo del brazo lo dirigió a la mesa y lo hizo sentarse junto a ella.

— Hijo — la voz del millonario interrumpió la pequeña plática que llevaba a cabo con saori.

— Ya habiamos hablado sobre como debes vestirte — degusto un bocado de su filete.

— Me siento más cómodo asi — comento con cierta molestia.

No volvieron a intercambiar palabras despues de eso. Mei siguió disfrutando de algunas cosas que le contaba la pequeña Saori, y de vez en cuando, le recordaba que tratara de ser buena con los niños.

~[Gold Heirs]~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora