13

8.4K 340 75
                                    

Dos semanas habían pasado desde el inicio de las clases, no había pasado nada más que fuese interesante y ya comenzaba a extrañarme de lo tranquilo que estaba todo.

Estaba en mi cuarto hablando con África, cuando llegué a la conclusión de que me quería poner en forma, salir a correr y comer más saludable. Asi que comencé esa misma tarde, cuando estaba harta de estudiar y harta de quejarme de lo mucho que estaba estudiando.

Me puse ropa de deporte y salí a la calle con mis cascos puestos, fui andando hasta el paseo marítimo y una vez allí comencé a correr. Eran las siete y media y el sol comenzaba a ponerse, por lo que hacía un poco de frio ya, aunque yo aún no lo notaba.

"I follow rivers" de Lykke Li sonaba en mis auriculares a todo volúmen, esta canción me encantaba, podría considerarla una de mis favoritas desde que salió, por lo que aumenté mi velocidad, dejando atrás toda la fatiga.

Canturreaba mentalmente a la misma vez que la canción avanzaba, llevaba una hora y cuarto corriendo, con algunas paradas, claro, me sentía bastante orgullosa. A la misma vez pensaba en que cenaría esta noche para que fuese saludable.

Casi no tenía tiempo en pensar en mi compañera de piso, la cuál había estado habitando dentro de mi cabeza durante estas semanas, hablabamos lo justo y necesario, incluso había días que no hablabamos nada.

Había dado la vuelta hará media hora, asi que ya subí corriendo hasta nuestra calle para no enfriarme. Una vez estaba dentro del portal paré un poco a sentarme en las escaleras a estirar y descansar, cuando había terminado subí al piso.

Toqué a la puerta, ya que se me habían olvidado las llaves, tenía mucho frio y la cabeza me daba martillazos. No abría nadie, asi que me senté en las escaleras y cogí el móvil para avisar por el grupo. Justo en el momento de desbloquearlo el teléfono se apagó por falta de bateria.

–Anda mira, que bien.–enfadada dejé el móvil a un lado de las escaleras.

Cada vez tenía más frio y había comenzado a tiritar, la camiseta de tirantes no ayudaba nada, en que estaría pensando cuando salí así tan tarde y sin chaqueta, en fin. Metí mis manos dentro de la camiseta para mantener un poco el calor y puse mi cabeza en mis rodillas a esperar que llegara alguien.

La luz se apagaba de vez en cuando y tenía que moverme para que se activara el sensor de movimiento y así hacer que la luz se encendiera de nuevo.

Habría pasado una hora o así cuando la puerta del ascensor se abrió, sinceramente pensaba que era algún vecino, asi que no me alegré mucho. Cuando vi a la pequeña rubia aparecer por la puerta casi me pongo a llorar de la emoción, literalmente lo estaba pasando fatal. Iba con dos bolsas del supermercado en las manos y cuando me vió abroó la boca ligeramente.

–No hacía falta que me esperaras.–bromeó intentando romper la tensión.

–Necesito entrar ya, no puedo más.–lloriqueé.

–¿Qué te ha pasado?–me preguntó mientras dejaba una bolsa en el suelo para abrir la puerta de la casa.

Se lo conté e intentaba contener la risa, le reproché y se levantó a hacerme una sopa calentita mientras yo me duchaba. Quince minutos después, las dos estabamos en el salón, yo con la sopa que me había hecho Alba en la mano.

–Espero que con esto me perdones.

–¿El qué?–levanté la ceja mientras me metía la cuchara en la boca.

–No sé, todo. Siento haberme acostado contigo y después como si nada ignorarte e irme con Joan, tenía un poco de miedo. Siento también haberla cagado por un polvo, no sé. Siento en general todo lo que he hecho mal.

Nos quedamos en silencio, Alba esperando mi respuesta y yo esperando a terminarme la sopa, que en unos diez minutos estaba ya el bol vacio sobre la mesa.

–No pasa nada, no me jode. Te gusta Joan y estás con él, ¿qué me importa?

–No entiendes nada.–comenzó a frustrarse.

–Pues no, Alba, si no me lo explicas, pues no.

–Natalia, que no quiero pillarme de ti, coño.–esperó por un momento mi respuesta pero no recibió nada.–Y me voy con Joan por que se que de él no me voy a pillar, que sí, que estoy utilizandolo, ¡pero él se deja! no me lo impide...–comenzó a romperse.– Soy una mierda de persona que utiliza a otras a su gusto.

–Un poco sí.–se tenía que decir y se dijo, no me pensaba quedar callada.

Me miró un poco sorprendida, pero después accedió a mi confesión, ella misma lo estaba diciendo. La abracé con cuidado de que no se alejara y se apoyó en mi pecho.

–Tienes que dejar que las cosas fluyan.–todos los mutos que había construido estas semanas se acababan de asistencia derrumbar cuando sus ojos se conectaron con los mios.– No puedes vivir evitando las cosas inevitables, es normal que te pilles de mí.–le intenté quitar hierro al asunto y ella se rió.

–¿Estás enfadada?

–¿Por qué? ¿Porque me hayas alejado de mi sin más? ¿Porque me has hecho sentir fatal por pensar que te habías enfadado por "utilizarte" yo a ti? ¿Por ocupar la mayor parte de mis pensamientos? Pues no.

–Pues parece que sí.–rió apenada.

–Pues no, ya te digo yo que no. Pero vuelve a ser la Albs de los primeros meses y vuelve a estar bien conmigo, y deja que pase lo que tenga que pasar.

–Seguro que es por la fiebre, mañana volverás a ignorame y a hacer como si no hubiera pasado nada.

–¿Tengo fiebre?–pregunté tocandome la frente.

–Pues un poco.–esta vez me la tocó ella.

–Pues vas a tener que cuidarme esta noche.–como África dijo, que es la vida sin drama, asi que vamos a jugar un poco.– Porfa.–puse un puchero mirandola de manera adorable.

–No sé, tengo mucho sueño.

–Puedes dormir conmigo,–comencé a acariciar su brazo.– así si me levanto en mitad de la noche mal pues estás tú para ayudarme.

–Claro, hombre, en ese caso si me tendré que quedar.–se hacía la interesante, siguiendome el juego.

–No sé que hago sin estar metida en la cama aún, me estoy mareando.–ella se rió mientras me ayudaba a levantarme.

Andamos torpemente por el pasillo hasta llegar a mi cuarto, deshizo la cama y me tumbó con cuidado, fue a su habitación a ponerse el pijama y volvió con una colita hecha en el pelo.

–¿Pongo la tele?

–Como quieras, bueno sí, ponla, así hay un poco de luz.–me comencé a tapar bien.

–¿Qué pasa? ¿Te da miedo?–comenzó a hablarme como si yo fuera una niña chica.

Tiré de su brazo y la atraje hacia mí rápidamente, cosa que la dejó un poco descolocada.

–Ahora que lo dices si que me da un poco de miedo, quédate por aqui cerca por si acaso.–hablé muy cerca de su boca, casi rozando los labios.

La televisión acabó de encenderse, dejandome ver la caea de Alba iluminada de la nítida luz que salía de la pantalla, vi como me miraba directamente a los labios asi que me los mordí, notando como la rubia intercambiaba su mirada entre mis labios y mis ojos.

Alba suspiró pesadamente cuando puse mi rodilla cerca de su centro, haciendome sonreír cínicamente.

–¿Qué pasa? ¿Tú también tienes miedo?–me burlé de ella.

Sin previo aviso Alba se lanzó directamente a mis labios, empezando de manera cálida y sencilla hasta envolverse en cada uno de los besos. Nos quedamos bastante rato en aquella posición hasta que se acomodó al lado mía para seguir repartiendo caricias por mi vientre y besos por mi cara.

Welcome HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora