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Al llegar vi a Alba sentada en un banco enfrente de una especie de jardín, su rostro era un semblante pero nada más verme una sonrisa se puso en su cara, haciendome sonreir a mi también y sin poder evitarlo una sensación en la barriga.

–Te debo la vida.–dijo apresurada mientras se metia en el coche.

–Anda exagerada, solo es una cena.–su sonrisa se elevó y se acercó a darme un beso en la mejilla.– Cuentame, ¿Cómo que has acabado aqui?

–Vine a tomarme algo con mis compañeros y resulta que todos son de aqui y yo no lo sabia, bueno todos no, pero a algunos los han recogido sus parejas y eso.–explicaba mirando por la ventanilla.

–¿Somos pareja?

–Qué hablas, Nat.

–¿Acaso no es lo que dijistes?–estaba haciendola enfadar por que se ponia adorable.

–Mira al final...–le corté la frase.

–¿Y tu no te distes cuenta cuando el bus iba a un sitio que no conocias?

–Mira, vamos a dejar el tema por que me estas poniendo nerviosa.–reí finalmente, risa a la cuál Alba se unió.

Estaba conduciendo por una calle principal de aquella zona cuando Alba empezó a dar grititos de repente, diciendome que parara, más tarde señaló a un bar bastante viejo y de ambiente de la época.

–Ahí vamos a cenar, aparca el coche cerca.–suspiré.

–Alba son las seis y media de la tarde.

–Pues damos una vuelta por aqui de mientras.–ilusionada empezó a dar aplausos pequeñitos mientras yo divisaba la zona.

–Eres como una niña pequeña, me encanta.–el ambiente de buen rollo que se respiraba me flipaba.

–Me encantas.–me corrigió arreglandose el pelo.

–Más quisieras.–le di un codazo en el brazo y presté atención a la carretera de nuevo.

–Lo que tu digas.–pegó una carcajada pero enseguida la cortó al ver un aparcamiento libre.

Donde estabamos había una gran explanada verde rodeada de árboles, el cielo estaba despejado pero con unas finas nubes que teñian algunas partes de blanco. Hacía calor pero corría una brisa fria que se agradecía para refrescarnos, Alba sin decir nada me cogió de la mano y me llevó hasta allí, alejandome asi de la carretera.

–Vamos a correr.–la rubia decía emocionada, esperando mi respuesta.– Porfa, Nat, vamos a correr.

–¿Alba que te pasa? ¿Por qué?

–Solo corre, intenta pillarme, no seas aburrida, ¿Sabes que correr libera tensiones?–se puso sería por un momento y me miró de una forma que me dejó petrificada.–Por eso es por lo que deberiamos correr.

Sin decir más nada le di un toque en el brazo y salí a correr, escuchando como la rubia había comenzado también a correr y a reirse..

Estuvimos un rato corriendo, jugando, cantando... Una de las veces que salimos corriendo una detrás de la otra Alba iba cerca de mi espalda, tropezó con mis pies y cayó encima mía, pero no fue como si fuera una pelicula por que al caer nos hicimos daño, no nos quedamos una encima de la otra esperando el tipico beso.

Alba se echó a un lado y nos quedamos tumbadas boca arriba mirando hacia las nubes y soltamdo quejidos y burlas hacia la otra, nuestras manos estaban a la altura de nuestras caderas y nos tocabamos los dedos, jugando con ellos e incluso dudando si cogerle la mano o no.

No nos la cogimos, pero si estuvimos un rato acariciandonos tímidamente, no hablabamos, simplemente disfrutabamos de aquel momento, tanto que incluso el silencio era como la canción favorita de las dos.

–Te voy a pedir una indemnización por daños colaterales.–al decir la frase me miró abriendo la boca de manera exagerada, haciendose la indignada.

–Si has sido tu la que has puesto las piernas en medio. En todo caso me deberias de pagar tú.–se incorporó ligeramente sobre un brazo y se apoyó en mí un poco.

–Yo no tengo que pagarte nada, tú te caístes encima mía.

–¿No me vas a pagar?–la rubia levantó la ceja. Negué con la cabeza, divertida.–Pues si no me pagas con dinero...–dejó la frase sin acabar y comenzó a fijarse más abajo de mis ojos.

–Si no te pago con dinero te pagaré llevandote a casa, que es a lo que vine ¿no?–soné mas borde de lo que era y noté como Alba se iba a volver a su posición, posiblemente molesta.

Sin decir nada, la cogí del brazo que no tenía apoyado y la tiré contra mí, subiendola encima mía para después pasarle la mano por su cuello y acercarla más a mí. Dudé un poco pero noté que se acercaba y se alejaba, dudando ella también.

"¿Qué coño tenemos que perder si a simple vista ambas queremos? Hazlo"

Intentaba ordenar mi cabeza, lo que fueron dos segundos se me hicieron eternos, hasta que finalmente besé sus labios suavemente, esperando su aceptación, siendo esta totalmente inmediata, lo cuál me hizo sonreír entre sus labios.

Al separarme aparté su pelo rubio que caía por su cara y lo puse detrás de sus orejas, dejandome mejor vista de sus mejillas sonrojadas. Y después volvimos a besarnos una y otra vez, con delicadeza y sin ninguna prisa, en el cesped apartadas del mundo, o eso parecía en aquel momento a pesar de tener la carretera a varios metros.

–Puedes pagarmelo así también, no hay problema.–lq rubia se separó un poco para mirarme la cara, encontrandome sonriendo radiantemente.

–Mhh.... No sé yo.–ella me dió un pequeño golpe en el brazo y yo respondí con unas pequeñas cosquillas en el cuello, de las cuáles la rubia comenzó a revolverse encima de mí.

Más tarde, después de unos cuantos besos más nos tumbamos como al principio, esta vez ella apoyada en mi hombro y yo pasando mi brazo por detrás de su cabeza.

–Esa nube parece un gato.–señaló un trozo de nube que había, que a mi parecer no tenía forma de nada.

–Si tu lo dices...–reimos a carcajadas.

Eso era Alba, era divertirse, sentirse bien, querer más todo el rato, Alba era una sensación la cuál todo el mindo desearía tener alguna vez en la vida, y ahors la estoy teniendo yo.

–¿Qué hora es?–preguntó retoricamente para contestarse ella misma mirando el móvil.–Podemos quedarnos un poco más y después ya vamos a cenar.

–Hablale a María y dile que nosotras vamos después de cenar a la casa, que hoy por lo que se ve hay fiesta.

–Pero si es lunes,–lloriqueó Alba.–bueno no pasa nada, tres cervecitas y ya de me pasa.

–A veces como que no tiene sentido lo que dices, no entiendo,–la rubia levantó las cejas.–pero oye, que aun así te tengo cariño, eh.–volvió a abrir la boca exageradamente, solo que esta vez cuando la cerró le planté un casto beso en los labios, que cuando nos despegamos sonrió tapandose la cara.

–Eres adorable, tía.



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