CAPÍTULO 2

6 1 0
                                        

Seúl, Corea del Sur, 2014

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Seúl, Corea del Sur, 2014

Seúl, Corea del Sur, 2014

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

      — ¡Hyung!

      Me acurruqué entre la calidez de las sábanas, soltando un inmenso suspiro. Ignoré por completo su voz.

      — ¿Tae? — silencio —. Hyung, abre la puerta, soy Jungkook... ¿Puedo pasar, por favor?

     Al no recibir respuesta, el maknae abrió la puerta lentamente. Sentí como unas manos me arrebataban las mantas de manera cruel. Sin abrir los ojos, me incorporé, lo aparté y me volví a tumbar.

      — Kookie... — murmuré medio dormido —. Vete.

      El maknae comenzó a desesperarse. Cogió los brazos de Taehyung y tiró de él para levantarlo.

     — ¡Despierta ya!

      Abrí lentamente los ojos y lo miré. Estaba pulcramente peinado, olía a perfume y el uniforme negro y amarillo lo hacía parecer mucho más pequeño. Sonreí y me desperecé. Lo miré directamente, con mi cabello apuntando hacia direcciones gravitacionalmente imposibles.
         Sus labios se abrieron y alargó una de sus manos para reposarla sobre mi cabeza.
      No dejé de mirarlo.

      ¿Cómo puede ser tan hermoso?

      — Buenos días, Kookie.

     Sus dedos trataron de peinarme. Y, de repente, pareció perderse en la inmensidad de sus pensamientos. Recargué mi cabeza sobre sus manos durante un segundo.

      No me atreví a mirarlo, así que cerré los ojos. Moría por saber en qué pensaba, por conocer la razón de sus silencios infinitos cuando simplemente se acercaba y me acariciaba el cabello.

      En esos instantes, era yo el que sentía miedo. Y me preguntaba si era normal que mi corazón simplemente se acelerase al tenerlo tan cerca. Me obligaba a negar lo mucho que me gustaban sus mejillas, el poder que tenía sobre mí con tan solo una sonrisa.
     En silencio, me preguntaba si aquello era normal.

CUANDO ME OLVIDESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora