No dormí nada en toda la noche, las preguntas sin responder me quitaban el sueño, las horas se me hacían eternas y no llegaba nadie, eran ya las 8 y ya estaba desesperado, había aguantado toda la noche tumbado en una camilla sin moverme pero ya no podía más. Peter entraba a trabajar a las 11:30, pero tampoco tenía seguro que el fuese a llegar a trabajar ya que cabía la posibilidad de que él fuese el que me hubiese dejado encerrado, así que como ya era de día y tenia un poco mas asimilado lo ocurrido me puse a buscar algo que me pudiese ayudar a salir lo antes posible. Fui mirando en el escritorio de mi jefe, donde encontré algo que no esperaba. Era un dildo de dragón, no esperaba eso. Siempre había sentido curiosidad de que hacía tanto tiempo a solas en su oficina.
Sostuve el dildo y lo contemplé con ansiedad. Tras eso, me lo llevé a mis pezones y empecé a rozarme con él. Estaba húmedo, lo cual me hacía pensar que había gente que lo había usado antes que yo, y aún están dentro. Eso solo me dio más morbo, el solo hecho de pensar de que me estarían viendo mientras me fusiono con este trozo de silicona me ponía como un tren. Aun más pensar que estaba rodeado de tantos muertos, desearía que sus rostros desorientados y desencajados me miraran.
Mis pezones se excitaron al punto de que la pálida leche brotó de ellos como un manantial. Mientras probaba el jugo de mis senos no podía parar de pensar en aquellos cuerpos putrefactos.
En aquel delirio, ví unos informes de mi abuela, lo cual significaba que estaba allí en algún frigorífico. Dejando un rastro de leche, comencé a buscarla. Sabía que si ponía su nombre en la base de datos sabría donde encontrarla, así que me dispuse a escribirlo, entonces me di cuenta de algo increíble, estaba en la misma habitación que yo, la número 23, curioso número, siempre había sentido una especie de misterio alrededor de él, no podía ser una señal mejor. Así que sin vacilar me dirigir a abrir su Cámara.
Al abrirla no encontré a mi abuela, pero eso no me decepcionó, pues encontré algo mejor, un rollo de carne Kebab. Comencé a hacerme un durum mixto y usé el espeso líquido que emanaba de mi pecho para darle el sabor de la salsa blanca, oh, rica salsa blanca...
Tras este sueño raro, me desperté en mi cama, con la jeringuilla aún pinchado en el brazo. Vaya viaje que mete esto. Me tumbe tranquilamente sabiendo que aún seguía en mi vida de camello. Y fijate si triunfo que al lado de mi cama tengo a una moza.
Mierda.
Es mi abuela muerta.