Parte 1

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El sol aún no salía y ya estaba en la calle trotando. Llevaba puesto mis audífonos y unas zapatillas cómodas, aquella mañana tenía pensando correr una distancia grande y me sentía con ánimos para hacerlo.

Corrí cerca de una hora cuando la sed comenzó a invadir mi cuerpo, observe una máquina expendedora a lo lejos y decidí pasar a comprar una bebida para amortiguar la sed.

Busqué algunas monedas en mi bolsillo y cuando al fin encontré algunas, extendí mi mano para introducirlas en la ranura, pero la mano de otra persona chocó con la mía.

Era un chico, más alto que yo y de pelo rojizo. Su pecho se movía con rapidez y pude notar por su vestimenta que él también había estado corriendo.

-Lo siento. No vi que estabas aquí, estaba buscando algunas monedas en mi bolsillo. -dijo el chico sonriendo débilmente.

-No te preocupes -dije tranquila. Aquel chico me hizo una seña de que sacara mi bebida primero.

Eché las monedas y presioné el botón de la bebida. Estaba fría cuando recibí la lata y agradecí el invento de aquellas máquinas. Acto seguido el chico hizo lo mismo pero cuando presionó el botón de la bebida, ésta indicó que estaba agotada. Y así con todos los otros sabores.

-Maldición... -dijo en voz baja.

Lo miré un momento, su pecho aún subía y bajaba rápido, su cabello estaba un poco mojado y la cremallera de su chaqueta estaba abierta, dejando ver su polera pegada a su torso por el sudor. Apoyó la cabeza en la máquina, con un poco de decepción en sus ojos.

Miré mi lata, la cual aún estaba cerrada y se la extendí al chico.

-Toma, puedes beberla si quieres -ofrecí.

Él miró la lata en mi mano y su mirada subió hasta mi rostro, hasta aquel momento no me había percatado lo guapo que era.

-¿Eh? -el chico se incorporó adecuadamente y ahora la diferencia de estatura se hacía notar-. No puedo aceptarlo -dijo rechazando mi oferta-. Es tuya.

-Hey, vamos, es solo una bebida. Además no la he abierto.

-Pero... ¿Tú también estas sedienta, verdad?

-Sí, pero puedo esperar hasta la próxima máquina -noté que él estaba más agitado que yo-. ¿Cuánto has corrido?

-Cerca de 5 horas -respondió el apartando los mechones de cabellos que caían sobre su rostro.

-Yo solo 1 hora -sonreí hacia él-. Vamos, coge la bebida.

El chico me miró no tan convencido pero accedió y tomó la bebida, quitó el seguro de la lata y bebió con muchas ganas aquel néctar frío.

-¡Waaaa! ¡Refrescante! -acto seguido sonrió-. Thank you.

-No-no hay de que... -por un momento me sonrojé-. Bueno, es hora de que me vaya, suerte con tu entrenamiento -dije antes de comenzar a trotar lentamente y alejarme por completo.

Continúe corriendo con la música a todo volumen en mis oídos, había llegado a un parque y el sol ya estaba apuntando. Localicé unas bancas cercanas y corrí hacia ellas buscando un descanso. Dejé que mi cabeza descansara hacia atrás, aunque el sol llegaba de lleno en mis ojos, simplemente los cerré. La música me alejaba de todos los ruidos de la cuidad y de un momento a otro dejé de sentir el calor del sol en mi rostro.

Abrí los ojos y una silueta oscura estaba frente a mí, moví mi cabeza con rapidez y pude ver a aquel chico de hace unas horas, frente a mí.

Estiró su mano y cuando llevé mi vista hacia ella, noté una lata de bebida.

-¿Qué haces aquí? -dije quitándome los audífonos.

-Te debía un favor -dijo el chico un poco avergonzado y evitando mirarme.

Tomé la lata y la abrí enseguida, la verdad es que moría de sed y aquello había caído del cielo.

-No tenías que preocuparte -dije sonriendo-. Por cierto. ¿Cuál es tu nombre?

-Matsuoka Rin.

-Muchas gracias Matsuoka-san.

Él se quitó una vez más el pelo que cubría su rostro y pude ver su gran sonrisa tras aquel sol de la mañana.

You steal my breath [Matsuoka Rin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora