01- Lágrimas

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No importaba cuántas veces lo intentará, cuántas cerrará los ojos o intentará dormir. Su mente viajaba constantemente al mismo escenario.

El caos dentro del planeta era terrible; lo que en algún momento pudo ser un bosque ahora eran solo ramas y hierba carbonizada, recordaba haberse preguntado por segundos si aún quedaría alguien entre las cenizas, los disparos a la distancia parecían hacerse poco a poca más  lejanos, más silenciosos e inexistentes, las naves aún viajaban sobre de él, disparando entre ellas para lograr salvar a lo poco que sobreviviría del planeta.
Pero eso, en su cabeza, era solo ruido sin sentido. 


—¡Keith regresa!— la voz de Allura se oía entrecortada en el comunicador, sus propios jadeos le prohibían escucharle.

No se detuvo, en su pecho el corazón le exigía seguir mil kilómetros más si era necesario, casi tan fuerte como sus pulmones y piernas le rogaban por un segundo de aliento. Ni eso ni los gritos de sus compañeros en los comunicadores le detuvieron, tenía que llegar, tenía que encontrarle.
A su alrededor las ramas carbonizadas y el gris empezaban a ser reemplazadas por Árboles sanos y llenos de hojas púrpuras, empezaba a llegar a esa zona aún viva, la que aún no era alcanzada por la guerra de la que venía. Finalmente se detuvo, frente a él la entrada de una de las grutas del planeta se veía imponente, completamente rodeada por los curiosos árboles y Miles de flores que Keith no se detuvo a mirar.

Era una entrada hermosa a grutas con agua y fragmentos de cristal que seguro también eran hermosas. El problema era que era una entrada hermosa y bloqueada.

Escombros de la misma gruta la bloqueaban, dejando solo a la vista la pequeña macroñeta en la que su compañero había llegado al lugar, completamente aplastada y destruida. Los ruidos a su alrededor desaparecieron, no había un bosque o naves atacando, solo su respiración y el dolor del miedo jugando en su estómago, empezando a caer líquido por sus mejillas dentro del casco.
A tropezones llegó hasta los escombros, retirando los que podía con desesperación. En realidad no estaba seguro del tiempo que estuvo haciéndolo, solo sabía de las 26 rocas enormes que retiro de la entrada entre Sollozos antes de detenerse por un segundo de aire.

—Keith, ¿Puedes oírme?— La voz de Shiro parecía irreal, demasiado compasiva y pacifica para lo que le invadía al cuerpo.— Tienes que regresar, no podemos atrasarlo más.


—Esta aquí.—logro decir, desconociendo totalmente su propia voz.— Debe de estarlo, no podemos…


—El león rojo callo Keith.—le interrumpió, dejándole mudo en el momento.


La roca en sus manos regreso al suelo, ya había retirado otras 10 más cuando Shiro lo dijo. Sin darse cuenta se había alejado unos pasos de la entrada de la gruta. No podía ser cierto ¿Verdad? No podía irse así, no podía dejarle solo.


—¿De que estás…


—Lance dejo al león rojo encargándose de dos de las flotas más cercanas al planeta cuando bajo al bosque.— Reconoció ese tono, tan apagado, tan compasivo y doloroso. joder, que no quería escucharle.— Hace dos minutos el león rojo se estrelló contra una de las montañas del planeta, está completamente apagado.


—Eso no significa nada.


—Sus signos vitales.—Pidge se metió, su voz estaba rota hasta en lo más mínimo, sollozando— Los acabo de revisar atreves del enlace de su armadura... Ya no hay nada Keith.


Callo por completo, sus rodillas se estrellaron en el suelo y su rostro se inundó de lágrimas silenciosas. En su cabeza se repetía que no podía hacerlo, era imposible, prometió quedarse. Grito, grito tan fuerte como el pecho le permitía mientras golpeaba los escombros que aún quedaban frente a él. ¿De verdad, después de todo lo que ya habían logrado, serían rocas las que terminaran con todo?
En el comunicador pudo escuchar a Hunk murmurando en un idioma que no entendió, los sollozos de Pidge empezaron a calarle mas de lo que las piedras lo hacían.


—No es cierto.— empezó a decirlo en voz alta, gritando a quien sabe quién.— Sigue aquí, Lance sigue aquí y lo voy a sacar.


—Keith, el León rojo ya fue retirado del planeta.— No supo descifrar algo en la voz de Allura.


—Pero no su paladín.


—Te necesitamos aquí Keith, déjalo ir.


—¡No!— continuo escarbando, ya ni siquiera lograba apartar las rocas.— No lo voy a dejar.


—Keith…


—El se quedaría por nosotros, él se quedaría por ti Allura.— No escucho respuesta, solo los sollozos de Pidge y los interminables murmuros dolidos de Hunk.— Se que se quedaría por mi, y no voy a dejarlo.

Y es que lo sabía, ¿Cuántas veces Lance no se detuvo por tomarle de la mano y jalarlo? ¿Cuántas no se quedó despierto por escucharle y reconfortarle, aún cuando fuera solo con una sonrisa? ¿Cuántas no le prometió no dejarle solo cuando no supiera que hacer?


—Tenemos que irnos Keith.—dijo Shiro, aún algo tambaleante por el comunicador.— Eres el líder, no nos podemos ir sin ti.


—Yo no puedo irme sin Lance.


—¿Crees que él querría que dejaras tanta gente morir por estar ahí?


Se quedó de nuevo en silencio, ¿Cómo se atrevía a decir lo que Lance habría querido como si no estuviera? El no estaba muerto y lo sacaría de ahí, aún si el planeta colisionaba.

—¡Ya basta!— Allura grito atravez del comunicador, molesta.— No podemos detenernos así, Lance se fue y habrá más muertes si no te mueves.

—Keith.— la voz temblando de Hunk evitó que contestara a Allura, quizá de formas no apropiadas.— No quiero dejar a Lance ahí, quiero llevarlo a la tierra, quiero que vea a su familia, quiero poder decirle lo torpe que es  por dejar a sus sobrinas cortarse el pelo, quiero verlo tontear y hablar de varadero,  quiero…quiero volver a casa con él Keith. —el silencio de sus lágrimas dejo a todo el equipo con miedo a sus propias voces, solo esperando.— Pero…no habrá una casa a la cual llevarlo si nos quedamos, yo…solo puedo imaginar lo furioso y triste que se pondría si su preciada playa ya no está cuando volvamos. ¿Habrá una playa ahí Keith?


Quiso golpearse la cabeza contra los escombros, quiso golpearlos hasta que cayeran y Lance saliera de ahí, por unos segundos le imagino haciendo uno de sus berrinches, con los ojos entrecerrados y los labios presionados, sus mejillas con un rojo apenas visible por su piel, recriminándoselo una y otra vez “¿Y mi playa Keith?”


—Si, si la habrá.— respondió al fin.

Hoy aún se arrepiente de haberse puesto de pie, le duele saber que se dio la vuelta corriendo, y se culpa con todo lo que tiene de haber subido a su León.
Las personas pueden olvidar, pueden aceptar e incluso seguir. Para algunas solo se necesita un tiempo, a veces solo un gesto.

Para Keith tres años no fueron suficientes para olvidar, para hacer más ligera la culpa, o incluso para aceptarle. Tres años habían sido un limbo en el que las noches eran recuerdos que le mantenían despierto, eran misiones y estrategias en las que ya no importaba tanto si caía o no, en las que se levantaba y seguía por la esperanza de ver una playa de la que solo escucho palabras bonitas. Una playa que se prometió que estaría ahí.


—¿Te encuentras bien?


No respondió, ver a Acxa en la nave aún era raro, verla usando la armadura de Voltron era aún más raro. Verla le dolía, curiosamente ya no era por verla subir al León de Lance, no era verla sentada donde debería estar Lance, ni tampoco por verla comiendo lo que Lance debería. Lo que le dolía era lo rápido que lo había hecho, como dos meses fueron suficientes para que tomara lugares y cosas que en su mente le pertenecían únicamente al moreno.

—Si, no es nada.

Nunca era nada.












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⏰ Última actualización: May 05, 2019 ⏰

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¿Te llevo a nunca jamás? (VLD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora