De volver a encontrarse

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-Si algún día nos volvemos a ver...

-Nos vamos a ver.

-Vale. Cuando nos volvamos a ver...

-Hmm

-Recuerda, aunque no sepas quien soy, que no he dejado ni voy a dejar de quererte.

-Siempre me voy a acordar de ti. Siempre voy a saber cómo me miras, y si algún día me cruzo contigo, sabré que son tus ojos y no otros. Sabré que eres tú.

- ¿Aunque no sepas quién soy?

-Aunque no te conozca.

- Supongo que nos pasa lo mismo. Siempre vas a ser tú.

-En esta y en todas.

-En las que haga falta.

- Tú siempre me haces falta.


El vagón del metro estaba casi vacío. No se preguntó el porqué, ni siquiera pudo asegurar que lo estaba hasta que se empezó a llenar y el sobaco de un tipo bajito, pero que aun así le sacaba una cabeza, se puso a la altura de su cara. Ni siquiera de vacaciones se iba a librar de las situaciones asquerosas en transportes públicos. 

"Por lo menos el tipo no huele a sudor y humo". Pensó. Era casi un consuelo. 

La cabeza rubia de su amiga se balanceaba entre su hombro y la ventanilla del metro. No tenía muy claro porque habían salido tan pronto del hotel, quizá debería, pero la persona que llevaba la organización del viaje y por tanto del día estaba tendida encima de su hombro con la boca entreabierta y el ceño fruncido. 

Miró el mapa del propio metro. No tenía ni puta idea de dónde estaban, así que ni se planteaba saber a dónde iban. 

Pensó en quitarle el brazo para que se despertase, pero automáticamente se imaginó la cabeza de su amiga rebotando contra la barandilla del respaldo y se sintió mal solo de pensarlo. Era cruel. En su lugar, recogió los mechones sueltos de la cola, ya algo despeinada, y se los puso detrás de las orejas con cuidado.

-Denna, vida. 

-Hmmm, Vio. - no estaba tan dormida como parecía, pero si intentaba abrir los ojos se le cerraban solos. 

-Si no te despiertas nos perdemos. No sé dónde estamos. 

-Tenía que haber mandado a la mierda la visita a Notting Hill, me muero de sueño. - se tapó la boca con la mano y dio un pequeño bostezo. -  Qué sueño, tía. - se incorporó en el asiento y miró el móvil para ver el trayecto a seguir. - En veinte minutos nos bajamos y vamos andando al mercadillo. Espero que haya alguna cafetería abierta. 

-Seguro que sí, amor. Venga, yo invito al desayuno. 

-Uff te quiero, amiga. - se echó en su hombro otra vez y cerró los ojitos.

-Denna, no te duermas. Como te duermas nos perdemos. - sacudió el brazo con cuidado de no golpear la cabeza de su amiga con el cristal de detrás e intentando que los abriera. -Denna. 

-Solo cinco minutos, Vio. Tengo mucho sueño y tú eres super cómoda. 

-Pero solo cinco. - refunfuñó con una sonrisa en la cara. 

-Te lo prometo. - agarró al brazo de su amiga entre los suyos y le dio un besito en el hombro como agradecimiento.

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Cuando te encuentre (Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora