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Una semana más y me dieron el alta. Mis abuelos, Rafael y Lía vinieron por mí y obviamente desde que salí del hospital mi petición fue ir al cementerio porque si nos iríamos, no quería irme sin despedirme de ellos, al menos ver su tumba.

Comencé a sentir que se aproximaba una crisis de ansiedad cuando realmente llegamos a un cementerio y llegamos a las lápidas donde cada una estaba su nombre y la maldita fecha del 25 de agosto que aborrezco con mi alma, detesto ese dia. Mientras que la de mi madre obviamente tenía otra fecha, no sabía cuál era hasta que la vi.

No estuve para ayudarla a quedarse con nosotros, para decirle que se quede, que nosotros lo íbamos a superar, pero no quería superar nada porque realmente ningunos de los tres tenían que morir.

Comencé a llorar, un llanto de dolor, de desesperación, de pena, de tristeza, de un alma muriendo por el dolor que viajaba hasta por la sangre, vivir dolía, respirar quemaba, hablar era imposible.

Me limpiaba las lágrimas con mucho enojo, esto había sido un golpe muy bajo por parte de la vida porque ¿que habíamos hecho nosotros para que pasara esto? Simplemente ser una familia unida y feliz mientras que otras donde son hasta lo peor viven hasta no querer vivir ¡más! Y a nosotros nos tenía que pasar esto...

Mi fe está flaqueando porque no resisto la idea de que cuando entre a casa mi madre no estará, no resisto la idea de que mi padre no estará, no resisto la idea de que Johan no irá por las tardes a pedirme que lo ayude con las tareas, no resistiré que ya no habrán más viajes todos juntos, no resistiré no ver a mi madre darle el seno a Lía y mi padre abrazarla como solía cuando ella hacía la cena.

No he resistido entrar a casa y ver lo lúgubre que está...

¿Cuanto más durará está actuación?

¿Cuanto más durará está falsedad?

¿Cuando es que me dirán que realmente es broma?

Cuando será que abriré los ojos y estamos todos de camino a casa luego de pasar dos hermosas semanas en familia...

Como me hubiese imaginado que esas dos semanas serían mis últimas semanas todos juntos, de haber sabido tal cosa quizá...

Quizás nada, él hubiera no existe, y no se puede cambiar lo que ya ha sucedido pero la manera en que me duele el alma es algo que no se puede explicar.

Mis abuelos nos dieron un tiempo a Rafael y a mí a solas en la casa.

Mi equipaje ellos ya lo habían hecho,  y al lado estaba la cámara, esa con la que hice esas fotos de maternidad a mí madre con tanta ilusión y la tentación de ver esas fotos me ganó y terminé hecha un ovillo en alguna esquina de la habitación.

Cuando Rafael me escuchó entró y me abrazó.

—Mira que felices éramos Rafa—le dije con mi voz estrangulada.

El también comenzó a llorar con más fuerza cuando vio esas fotos que por el resto de mi vida tendrían el mejor significado mientras exista.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2019 ⏰

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Después Del Accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora