Capítulo Veintitrés

15K 1.7K 109
                                    

Jeremy se revolvió inquieto.

Llevaba cerca de un cuarto de hora aguardando en el palco de su amigo por él y su prometida.

Con su traje nuevo y la sonrisa que mostraba su rostro, cualquiera hubiera hablado de perfección al verlo.

Cualquiera... menos él.

No tenía ni una sola mota de polvo en todo el cuerpo, ni una arruga en el traje, ni una sola mancha o imperfección.

Pero aún así se sentía terriblemente sucio y fuera de lugar.

Como si bajo su traje nuevo aún llevara adherida a la piel toda la sangre y tierra del campo de batalla.

No, pensaba, definitivamente no estaba preparado, no debería haber ido, aún no estaba listo...

Pero lo había hecho.

Sí, por un lado se había visto incitado a ello por la expectación que le causaba  el conocer a la prometida de su amigo, pero por otro...

Había habido algo más.

Algo que lo había llamado a ir aquella noche, algo que no sabía muy bien que era.

Algo especial.

Así que a pesar de haberle costado horrores, allí estaba, con los nervios a flor de piel sin ninguna razón aparente y el corazón en un puño.

¿Qué le pasaba? Se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué esa agitación? ¿Por qué ese nerviosismo?

Aquellas preguntas le atosigaban. ¿Estaba teniendo un ataque de ansiedad? ¿Una crisis nerviosa? ¿Una...?

Pero cualquier duda que tuviera sobre lo que le pasaba a su corazón se disipó tan pronto su amigo abrió la cortina que separaba el pasillo con el balcón.

Jeremy fue consciente de que Harding dijo algo, de que era Cristal la que entró a su lado y de que había una tercera mujer anciana que entró con ellos, probablemente su carabina.

Pero nada de eso le importó, porque la había visto.

Victoria, enfundada en un hermoso traje violeta, mirando despistada a un lado mientras se colocaba despreocupadamente un rizo de su hermosa cabellares detrás de la oreja.

Su legua se trabó en su boca y su cuerpo se quedó paralizado.

No podía respirar.

Ella, por su parte, giró entonces lentamente la cabeza y lo vio.

Jeremy estaba tan consternado e impresionado que no fue capaz de oírla, pero sí que vio como sus labios pronunciaban su nombre y sus ojos primero se agrandaban y después se anegaban en lágrimas.

Dos segundos después ella estaba entre sus brazos y él la abrazaba contra sí mientras ella lloraba de felicidad sobre su hombro.

Y así de fácil es como todo para los dos, después de tantos años llenos de disgustos, llanto añoranza y soledad , al fin volvió a encajar.
.......................................

Victoria no había entendido la insistencia de sus hermanas de que se arreglara tanto para aquella noche( pero ante la testarudez de todas, y por todas se refería a la cabezonería de Amberly) había acabado cediendo.

Lady Perfecta Adams( Saga héroes de guerra 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora