Fuera De Cámaras-AloisClaude.

Capítulo 16: Háblame.

Al día siguiente Alois fue visitado por su madre al medio día, Ciel estuvo cuidando de su primo y prometió quedarse con el durante los días que estuviese bajo el tratado medico. Durante la tarde volvió a recibir una visita de Claude a la cual no accedió  (a pesar de haber dicho que quería hablar con él) porque simplemente su corazón aun no estaba preparado para verle la cara después de eso no porque sintiese especial odio o remordimiento contra él, si no porque sentía vergüenza de ser visto en un estado que consideraba tan desagradable y penoso. Con ojeras bajos sus ojos, pálido y los labios descoloridos.
Hablo con Ciel como (si memoria no le fallaba) nunca antes lo habían echo, Ciel escuchó, opinó y aconsejo de forma respetuosa a pesar de que por dentro (fuera del echo de que el tema no era de su especial interés) gritaba que eran unos mocosos inmaduros por no hablar de frente aquella delicada situación.
Durante la noche su sueño fue tan ligero que cuando la enfermera apareció en la habitación a cambiar su bolsa de suero abrió los ojos lentamente observándola atentamente como realizaba su tarea, la muchacha al principio de asusto al ver al rubio con sus grandes ojos observándola con tal concentración así que le dedico una dulce sonrisa apenada y un poco extrañada al ver como el chico ahora observaba la poca luz que se colaba por las cortinas que cubrían los grandes ventanales de la habitación.
Le miro con intenciones de despedirse, pero ella no tenía nada mas que hacer después de eso, solo esperar a inyectar la vitaminas a Alois durante la madrugada y terminar por acabar su turno.
Tomo la silla que se hallaba en el extremo de la habitación y la llevo hasta el borde de la cama donde tomo asiento ganándose una sorprendida mirada de parte del rubio de ojos azules.
"No puedes dormir?" Fueron las palabras que desataron una extensa conversación donde ambos lloraron, rieron y fueron completamente sinceros con el desconocido que tenían en frente hasta que Alois cedió al cansancio y se dejo caer a Morfeo sintiendo su mano ser acunada por los dígitos de piel suave que poseía aquella muchacha.
         
            
         

Sintió la molestia de la claridad darle en el rostro, abrió sus ojos sin prisa topando con el despejado cielo azul adornado por un radiante sol que hacia que aquel natural ambiente se asemejase al hermoso azul de sus ojos.
Las cortinas estaban abiertas de par en par dándole paso a aquella maravillosa vista mañanera que causo una sensación cálida expandirse por su pecho.
Giró su rostro en la dirección contraria a la claridad al oír la puerta hallándose a un peliazul que entraba con un vaso de café entre sus dedos.

-Afuera esta helando mucho- Dijo Ciel acercándose a la cama y sentándose en la silla junto a su primo que poseía cierta mirada melancólica al observar el limitado afuera que podía presenciar desde su posición.

-A pesar de que hay un sol y el cielo esta... despejado- Alois volvió la vista a su primo nuevamente dedicándole una débil sonrisa de labios cerrados.
Se escuchó aquel tamborileo en la puerta, Alois palideció de los nervios intentando a que su sospecha fuese acertada.
Ciel se puso de pie aun manteniendo el café en sus helados dedos y abrió la puerta hallándose al de ojos amarillos junto a un ojicarmín plantados frente a la puerta de la habitación.

-Crees que... quiera verme?- Ciel se encogió de hombros, tomo el borde de la puerta haciéndose a un lado para que Claude (luego de comunicar algo a Sebastian y que el último se marchara) entrara dando largos pasos hasta quedar frente a la cama de sabanas blancas.

-Iré al casino unos minutos- Comunicó Ciel a Alois el cual asintió con la cabeza siguiendo a su primo con la mirada hasta que este desapareció al cerrar la puerta, aun así permaneció unos minutos observando el portal como excusa para no dirigir sus ojos a aquel hombre, pero tarde o temprano debía hacerlo, no?.

-Puedo tomar asiento?- Hace cuanto no oía su voz? Parecía que incluso ya la estaba olvidando.
Asintió rápidamente con la cabeza observando aquellos movimientos que le parecían tan elegantes y como Claude tomaba asiento junto a su cuerpo en aquella silla que parecía diminuta comparada con aquel enorme hombre.