P R I M E R A E R U P C I Ó N : E L G U E R R E R O

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"Noyollo iiztaia, moyollo iiztaia."

m i c o r a z ó n s e v u e l v e b l a n c o,

t u c o r a z ó n s e v u e l v e b l a n c o.

-dicho azteca. los corazones se vuelven blancos al ver a su amor.

Los ojos de la princesa continuaban desviándose, atraídos por el sonido de la obsidiana a sus espaldas. Risas y porras llenaban el aire de la ciudad, todos fijos en el par de guerreros que luchaban amistosamente.

Uno iba claramente ganando, y la mirada de Iztaccíhuatl se fijaba en él más frecuentemente de lo que se fijaba en ambos. El guerrero se movía con una gracilidad que le recordaba a la princesa a un baile divino. Un penacho de plumas de quetzal se balanceaba en su cabeza, su melena oscura volaba por el movimiento. No llevaba mucho encima, apenas cubierto por ropa básica y un tilmatli*. Luchaba con una larga daga de obsidiana, arma muy poco común, y sus oscuros ojos brillaban con un goce que la maravillaba.

El guerrero brillaba como si el mismísimo Camaxtli* luchara a través de él, e Iztaccíhuatl estaba deslumbrada.

-Princesa, observar con tanta fijeza es descarado.

-¿Hmm?

Iztaccíhuatl se volteó hacia donde su dama de compañía, Zyanya, la observaba con cierta desaprobación. Zyanya era una mujer mayor, no muy vieja, y se había comportado como su hermana desde que la princesa tenía memoria. No estaba casada y vestía únicamente con un sencillo cueitl* cubierto por una larga blusa.

-Mirar así.-repitió Zyanya-. Es descarado.

Iztaccíhuatl estaba demasiado distraída para que le importase, sus manos inmóviles sobre la planta de chile que estaba ayudando a despojar de sus frutos.

Volteó a mirar a los guerreros de nuevo.

-¿Quién es él?-preguntó, observando a su guerrero vencer al segundo-. El que gana.

-Popocatépetl.-su acompañante lo identificó con facilidad-. Un joven apuesto, ¿no es así?

-Bastante.

La lucha había terminado y Popocatépetl sonreía abiertamente, sacudiendo la mano de su oponente. Iztaccíhuatl sintió una sonrisa formándose en su boca al verlo, magnífico en el esplendor de la lucha.

Como percibiéndola, la mirada del guerrero se alzó hacia ella.

t o d o s S I N T I E R O N l o q u e s u c e d i ó E N T O N C E S .

Como si él fuera el sol, y ella la luna, como si toda la ciudad fuera iluminada por su luz combinada.

Él sonrió, e inclinó la cabeza en señal de respeto.

Ella sonrió, e inclinó la cabeza también.

Los murmullos explotaron a su alrededor.

Un guerrero inclinándose frente a su princesa: sí, normal, estaba bien.

¿Pero una princesa inclinándose frente a un guerrero?

No, anormal, no estaba bien.

-¡Princesa!-Zyanya agitaba los brazos, horrorizada.

-¿Qué?-Iztaccíhuatl no apartó la vista-. Sólo le mostraba mis respetos.

-¡A un guerrero!-el tono de Zyanya aumentaba al segundo-. Vamos, deje de mirarlo. ¡Su padre estará indignado!

Suspirando, la princesa apartó la mirada. Se sintió como si le faltara algo, como si no hiciera nada más que vivir de la luz y esta le hubiese sido robada.

-Muy bien, muy bien. Disculpa.

Pero Zyanya sonreía.

-¿Alguna vez podrá seguir las reglas?

Iztaccíhuatl le sonrió, sacudiendo la cabeza.

-Lo dudo mucho.

Cuando unos minutos después echó un furtivo vistazo por sobre su hombro, el guerrero ya iba por el otro lado de la calle. Iztaccíhuatl se levantó, presa de un impulso.

-Espera. He de hablar con él.

-¿Qué?

Pero ella ya alcanzaba al guerrero, y caminaba casualmente a su lado.

-Te llamas Popocatépetl, ¿verdad?

Él se volteó a verla, sólo ligeramente sorprendido.

-Así es. Eres la princesa Iztaccíhuatl, ¿no?

-Así es.-ella sonrió-. Felicitaciones. Nunca había visto un mejor guerrero.

Le agradó que él no la tratara de "usted", como hacía el resto del reino.

-Eso me han dicho.-él le sonrió, y juntos caminaron en silencio por un rato.

Resultó extrañamente cómodo.

-¿Qué se siente?-preguntó ella de la nada.

-¿Qué se siente qué?

-Luchar. Parecías disfrutarlo mucho.

-Lo disfruto, sí.-y se notaba. Toda su expresión brillaba con el disfrute de hacer lo que amaba-. Es increíble.

-Enséñame.

Él se paró de golpe, mirándola con los ojos enormes y los labios ligeramente separados.

-¿Quéeeee?

Iztaccíhuatl sonreía, emocionada.

-¡Enséñame!-repitió.

-¡Pero... pero eso no lo hacen las mujeres!

-No es que me vaya a convertir en guerrera.-ella se cruzó de brazos-. Sólo quiero saber lo que se siente.

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*Tilmatli: Capa larga usada por los guerreros aztecas y tlaxcaltecas (sus principales enemigos) antes de la Conquista.

*Camaxtli: Dios tlaxcalteca de la guerra, equivalente al azteca Huitzilopochtli. En la mitología general azteca son dioses separados, pero en Tlaxcala sólo se adoraba al primero.

*Cueitl: Larga falda de manta usada por las mujeres indígenas, usualmente decorada con bordados.

Esta es la primera parte de una historia basada en mi leyenda favorita de niña, sobre la que siempre quise escribir algo. Quería publicarla el 15 o el 16, el 15 por ser la noche del Grito de Dolores en México y el 16 por ser la Independencia, pero ambos días me la pasé celebrando-comí chiles en nogada y me tomé mi última Manzanita Sol mientras esperaba la Fiesta Mexicana de Televisa :D-; y no pude.

La leyenda en sí se llama Leyenda de los Volcanes, y quise darle un poco más de detalle a lo porquito que se dice sobre ella.

-Pao

Lava [La Leyenda de los Volcanes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora