CAPÍTULO 8: MUERTE

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Ambos se encontraban mucho más calmados que al principio, se sentía más a gusto con la compañía del otro, a pesar de que no lo decían abiertamente. Claro que el morocho no tendría ningún problema con hacerlo, pero para la peliazul era otro asunto. Ya que; aunque se alegraba de hacer ese test, jamás lo iba a admitir en voz alta, y menos a la pelirosa. Pero gracias a él se estaban permitiendo la oportunidad de conocer realmente a la otra persona y eso le alegraba, ya que no muchas chicas, al menos que ella supiera, podrían admitir conocer este lado del azabache. Ya que, después de las preguntas que habían respondido se daba cuenta que el morocho no era tan irritante ni molesto como solía ser, que en verdad podía llegar a ser un buen amigo.

Por parte del Uchiha la ojiperla siempre había sido mucho más de lo que demostraba a los demás, no por nada había veces que la observaba en silencio. La verdad es que ni el mismo sabía muy bien desde cuando se había comenzado a sentir atraído por la ojiperla, pero era un hecho que lo estaba.

Tal vez fue cuando notó su noble carácter al ayudar a aquel perrito que se estaba por ahogar en el rio, o ver como ayudaba y tranquilizaba a una niña que se había separado de su madre, o cuando cuidó aquel pájaro que se había roto su ala a causa de los juegos de unos niños. No sabía muy cuando había pasado, pero la verdad es que sentía que no podía querer a otra que no fuera la heredera Hyuga.

Pero claro, había un enorme problema con eso, los sentimientos de Hinata por el Namikaze. Él sabía cuan fuertes eran, aunque durante estos días había notado un ligero cambio en ella, y aquello a pesar de que le alegraba, también le entristecía porque no la deseaba ver deprimida.

—¿Continuamos? —preguntó la chica para luego recibir un asentimiento por parte del menor de los Uchiha. —¿Cómo crees que vas a morir? —leyó la peliazul con un tono un tanto apagado que hizo que ambos mirasen la nada mientras una sonrisa melancólica se formaba en sus rostros.

Se formó un largo silencio en el que ambos se miraron, ser un ninja era exponerse constantemente a la muerte, así que era normal que en cualquier momento podrían morir. Ambos habían perdido familiares en las misiones, sabían todo lo que conllevaba ser un ninja, pero aún era difícil.

Claro que ninguno de los dos cambiaría su posición, les gustaba ser ninjas de Konoha, pero no quitaba lo duro que eran las misiones.

Hinata recordaba como el padre de Neji había muerto en una, cosa que había hecho que la firme actitud de su primo se viera comprometida desde ese momento, por eso, aunque a veces podía ser un tonto, creía que era su método de protección, no tomándose nada en serio para no volver a ser herido.

De parte del azabache recordaba a varios de sus tíos lejanos perecer en alguna misión, y aunque no eran familia tan directa, seguía siendo un duro golpe.

—En alguna misión—respondieron los dos a la vez, para luego volver a sonreír, parecía que habían pensado lo mismo.

—Sabes, si eso en verdad sucediera preferiría que fuera en una misión en solitario—dijo ella.

—¿En solitario, por qué? —preguntó extrañado, ya que de esa manera no habría nadie que pudiera traer su cuerpo a la aldea.

—No me gustaría que Kiba o Shino presenciaran mi muerte, estoy segura que se culparían por ello, incluso si no tienen la culpa. Yo no quiero eso para ellos, quiero que vivan sin remordimientos—dijo mientras tocaba delicadamente el contorno del vaso en el cual se había servido el sake.

El Uchiha la miraba con admiración, de verdad que era una chica realmente fuerte. Aunque él tenía la vaga idea de que tal vez moriría en alguna misión jamás había pensado más allá. Pero parecía que Hinata lo tenía siempre todo bajo control, intentando así dañar al menor número de personas.

—Realmente eres increíble Hime—dijo en tono calmado mientras sonreía dulcemente, volviendo a sorprenderla, porque, aunque tenía el mismo significado, sonaba muy distinto al princesita que había utilizado el chico al principio.

—E-es normal, ya te habías tardado en ver lo increíble que soy—decía un poco nerviosa haciendo sonreír más al chico.

De verdad que le gustaba ver lo nerviosa que se ponía, se alegraba tanto de que Hinata aceptara esa apuesta con la Haruno, y aunque al final sus sentimientos por Menma no cambiaran, estaba seguro que la relación de él con la Hyuga sí que lo iba a hacer.

—Hime—la llamó haciendo que se sonrojara.

—¡No me llames así! —decía claramente avergonzada.

—¿Por qué? —preguntaba con fingida inocencia. —Realmente eres una princesa—decía con sinceridad. —Para que seamos justos, ¿por qué no me buscas un apodo? Así no serás la única con uno—ofreció.

—Creo que playboy es el indicado para ti—dijo con un poco de sorna.

—Que cruel golpe, creía que ya había dejado atrás ese estigma—decía actuando victimistamente.

—No puedes dejar algo que eres por completo—respondió ella con una ligera risa, que al poco rato contagió al chico haciendo que rieran a carcajadas.

A fuera no podían evitar sorprenderse por las claras risas de ambos chicos, haciendo que la ojiverde también sonriera, parecía que su alocado plan estaba comenzando a dar sus frutos. Iba a quitarse de encima a la molesta Hyuga y tener a Menma para ella sola.

—Me alegra que Hinata se lo esté pasando muy bien, tal vez se acabe enamorando de Sasuke—decía Kiba un poco entusiasmado.

—Eso no pasara—dijo de repente el rubio dejando sorprendidos a todos. —Ella sabe como es Sasuke con las chicas, no se dejaría camelar por él—dijo tratando de que nadie se diera cuenta que había actuado por impulso y molestia frente a esa idea.

Pero Sakura, que siempre estaba pendiente a cualquier movimiento o gesto del blondo pudo entrever entre las acciones del Namikaze, y cada vez le gustaba menos la actitud que él tomaba cuando la ojiblanca estaba implicada.

Ridículo Test [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora