Capítulo tres: Pecas ardientes.

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Uno pensaría que los seres que han vivido por miles de años, tienen un capacidad de adaptación impresionante. Pero Harvey ha descubierto por sí mismo que eso es una patraña. Observa sentado en el inodoro como Klaus intenta descifrar cómo hacer correr el agua en ese infernal aparato que llaman ducha. Se está frustrando muchísimo, él la hizo aparecer, debería siquiera saber como hacer que funcione. 

–Esto es imposible -murmura para sí mismo. 

Harvey sonríe con ternura. 

–Sabes... Podría encargarme yo de esto, fui yo el tonto que se dobló el tobillo -dice en voz baja tratando de no sonreír.

En efecto, cada vez que se apoya en su pie derecho este duele como nunca. Solo trata de que Klaus no se agobie por ayudarlo, ni siquiera entiende la razón de que lo haga. Pero allí están, él con una bata de baño cubriendo su desnudes y Klaus luchando con la ducha. El ángel posa su mirada intensa y desinteresada en él, haciendo que se sienta inseguro por alguna razón.

–Estás incapacitado, yo voy a cuidarte y ninguna ducha va a detenerme.

Harvey lo miró enmudecido, sintiendo sus piernas temblar.

Klaus volvió a prestar atención a la insufrible ducha, acercó su mano a una de las manivelas y un potente chorro de agua caliente cayó sobre su cabeza, haciendo que grite debido al asombro. Harvey ríe sin poder evitarlo y Klaus voltea a mirarlo completamente abochornado. El mortal puede jurar que en ese momento, ninguna obra de arte podría compararse a lo que está presenciando.

Un ligero rubor, tiñe la piel de porcelana de aquel ángel frente a él.

Su corazón latió con fuerza, tanto que temió que Klaus lo escuchara. ¿Cómo puede ser tan precioso? Se pregunta fascinado. ¿Todos los ángeles son así? No cree que todos puedan tener esa misma esencia. Porque sí, había leído sobre ángeles antes. Manuscritos llenos de cuentos fantásticos donde salvan a la humanidad, los protegen y donde los describen como seres que poseen una extraordinaria belleza; con sus alas blancas y su dorado cabello. Pero Klaus no es así, es diferente, posee una belleza poco ordinaria.

–¿Por qué me miras así? -pregunta Klaus con un tono suave- no lo entiendo.

Harvey parpadea saliendo de su trance, el ser pillado solo hizo que sus pecas ardieran bajo ese intenso rubor.

–¿Dis-Disculpa? -tartamudeó sin comprender.

El ángel bajó la mirada, pensativo, como si se estuviera planteando en si es conveniente o no decir lo que está pasando por su mente. Al final, fijó de nuevo su dorada mirada sobre el pelirrojo.

–No comprendo la razón de porque me miras como lo haces -su tono era bajo, casi triste- me miras como normalmente miran a mis hermanos, con admiración, fascinación y asombro. Me hace sentir algo... Extraño.

–¿A qué te refieres?

Klaus sonríe apenado, y baja la mirada al suelo.

–Me haces sentir como si no fuera un monstruo.

Y así, Harvey quedó con miles de cosas por decir atoradas en su garganta debido al nudo que se le formó. El ángel lo tomó como si fuera una princesa en sus brazos, lo despojó de su bata de baño (cosa que casi hace que su cara se vuelva un tomate) y lo sumergió suavemente en la bañera. Se incorporó, acomodó un poco su ropa y se dirigió a la puerta.

–Te daré un poco de privacidad, cualquier cosa, grita mi nombre.

La mente del mortal está hecha un lío de preguntas desde el momento en que la puerta se cerró. ¿Lo que dijo es cierto? No puede siquiera pensar en que alguien piense que ese ángel, su ángel, es un monstruo. Nada tan precioso podría considerarse un monstruo, le dolió en el alma su expresión al decirlo. Porque sí, estaba sonriendo, pero sus ojos estaban tristes. Así que tomó una decisión.

–Te mostraré que no eres un monstruo.

Por otro lado, Klaus se encuentra encima de la capilla de Notre Dame, viendo como esta arde. Es casi irónico que su próxima alma a reclamar esté aquí, justo en el mismo lugar donde Juana de Arco fue quemada. Recuerda como en aquel entonces se encontraba al lado de las estatuas de las gárgolas, escuchando las estupideces de quienes la sentenciaron. Cuando su alma salió de entre las llamas, esta fue considerada paradigma y al instante, su alma fue reclamada por el padre de todo. Klaus fue el encargado de castigar a los infames que se revelaron encontra de la pureza, por ello reanimó a las gárgolas y causó un gran caos entre todo el pueblo.

Ha pasado tanto tiempo, y ahora, un nuevo paradigma está causando un estrago desconocido en él. Uno que está llegando a aterrarle. No puede sacar de su mente el recuerdo de cuando Harvey despertó.

Querido ángel, ¿Por qué?...

No comprende como alguien puede llegar a sentir tanta tristeza.

¿Por qué evitar la muerte de alguien tan terrible como yo?

Definitivamente esto se está escapando de su control, no es normal que un simple mortal conmueva a un ángel, aunque... Harvey no es solo un simple humano.

Merezco morir... Merezco sufrir eternamente en el infierno.

No estoy de acuerdo, Harvey -dijo pensando en voz alta.

Y así, se empezó a escribir su destino, donde uno aprenderá del otro. Después de reclamar el alma del único fallecido en la catedral, hizo que la lluvia apagara las llamas que consumían un monumento sagrado e histórico. Cuando la lluvia cesó junto al incendio, un arcoiris se formó en el cielo.

¿Un monstruo es capaz de recrear tal escena? Es una pena que Klaus no pueda notar sus propias acciones, pero eso, cambiará pronto.

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