Klaus aparece en la sala de la casa en donde dejó a Harvey hace más o menos unas horas atrás. Ya está de noche y la casa no está muy iluminada que digamos. Camina a paso lento hasta llegar a la cocina, y encuentra al pelirrojo sentado en el taburete frente al mezón donde está cortando unas verduras.
-¿Qué haces? -preguntó llegando hasta él.
Harvey, debido al asombro, pegó un salto en su lugar y soltó el cuchillo. Sin embargo, este no llegó al suelo debido a los agudos sentidos del ángel, quien lo tomó con mucha facilidad en el aire. El mortal solo hizo un puchero mientras frunce el ceño.
-¡Me asustaste! -exclama con la voz gangosa.
Klaus abre mucho los ojos sorprendido con la actitud arisca del humano. Su expresión expresa aflicción, pero no puede evitar pensar que es muy tierno que sus mejillas junto a su nariz se coloren.
-Disculpa... No era mi intención -dijo aún aturdido con lo sucedido.
-Bien, ahora, toma asiento, ya terminé de preparar la ensalada para la cena.
Nadie dijo más nada después de eso. Mientras uno arregla la mesa para ambos, el otro sirve la cena con una sonrisa en el rostro. ¿Esto es lo que se siente ser humano? Esa emoción que se esparce por su cuerpo y ese extraño hormigueo en su estomago logran abrumar a Klaus de una manera impresionante. Pero no tanto como Harvey, quien a pesar de llevar la misma ropa del día anterior, se ve esplendido y sus ojos verdosos parecen brillar bajo esa tenue luz que los ilumina. Estuvo tan perdido admirando todo, que no se dio cuenta cuando el pelirrojo colocó algunas velas en la mesa junto con la cena.
Después de cientos de años, sintió su corazón latir con mucha fuerza.
-Quería darte una sorpresa -habló Harvey nervioso- como agradecimiento por haberme salvado.
Klaus no sabe decirlo, pero siente que se está callando algo immportante. Alza una ceja y sigue mirándolo expectante. Este solo suspira. Desvió su vista por un segundo, tomando valor, antes de volver a ver esos preciosos ojos dorados.
-Querido ángel, no sé cómo, no sé porque, pero... Me he enamorado de ti -dijo tan seguro de sus palabras que hasta sus pupilas se dilataron viéndolo- y sé que solo soy un mortal, uno que no merece siquiera estar en una cena contigo. Y que apenas nos conocimos ayer -ríe nervioso- Pero, ¿Se puede medir el amor por tiempo? He conocido a personas que aman a primera vista y otros que aman mucho después del matrimonio. Entonces, ¿Estoy mal? Seguro que sí, porque he caído a tus pies.
Harvey tomó las manos del ángel y entrelazó sus dedos con los suyos.
-Quiero mostrarte lo impresionante y precioso que eres, Klaus -susurró con un hilo de voz, al borde del llanto- Aunque luego caiga al sueño eterno llamado muerte. No me importaría morir, si es por ti.
¿Saben cual es la cosa más triste y hermosa del mundo? Este simple mortal puede responderles. No hay nada que cause más estragos en tu alma, que ver llorar a un ángel. Una tras otra, caen por las sonrojadas mejillas de Klaus, quien está sumido en un estado de shock. Nadie en toda su existencia se había dirigido a él con palabras tan hermosas. Ha escuchado a filósofos, poetas e incluso a personas embriagados en el amor decir cosas así, pero ninguna había tocado su corazón como lo hicieron las palabras de Harvey.
-Te doy un motivo para creer en mí, tú tienes la última palabra -murmuró el mortal un poco decaído al no obtener alguna reacción- Buen provecho.
Así cenaron, uno con la mente por la nubes, totalmente embelesado y el otro, hundido en un mar de incertidumbre, totalmente inseguro. Nadie podría llegar a culparlos, ya que ambos están viviendo una primera vez el día de hoy. Pues ni uno ha amado ni el otro había expresado sus sentimientos antes. Por ello, cuando la cena terminó, nadie supo qué hacer.
Se quedaron allí sentados, pensando en muchas cosas por minuto. Y como si fuera una respuesta divina. Las palabras de Uriel invadieron la mente de Klaus.
"Encuentra, conoce, comprende y salva."
¿A esto se refería su hermano? Su deber... ¿Es salvar a este humano?
Se sintió decidido, jamás había tenido tan claro una acción en su vida. Y ahora, está a punto de llevarla a cabo. Se acerca al lavaplatos, donde se encuentra aquel pelirrojo que se a colado entre sus sentidos. Este solloza en voz baja mientras quita el jabón de los platos. Pero se sobresalta cuando siente como lo toman del brazo y lo hacen girar, y su sorpresa pasó a mayor cuando unos suaves labios tocaron los suyos.
Está pasando, en realidad está pasando. Klaus lo está besando, un beso puro, lleno de sentimientos y mucha energía. Harvey enredó sus brazos en el cuello de su ángel y este colocó sus manos en su cintura, apegándolo más al lavaplatos.
Todo lo demás parecía haber desaparecido, pues ahora, se encontraban en ese mundo que ambos crearon con ese beso. Un mundo donde el aire parece estar perfumado por un dulce aroma que embriaga sus sentidos, llevándolos al límite. Más lágrimas cayeron al suelo, pero esta vez, fueron de regocijo y felicidad. Harvey ni siquiera pensó en las consecuencias, no le importó si con besar a la muerte su vida acabaría, porque como dijo, no le importaría morir si es por él. Al separarse, ambos se quedaron viendo fijamente.
-Voy a salvarte, Harvey Whelan.
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Paradigma
Fantasía¿Qué hay más hermoso que el abrazo de la muerte? Donde la paz reina, la felicidad es relativa y el alma descansa. Eso se ha repetido una y otra vez el ángel de la muerte, desde los confines de su soledad. Alejados por todos se ha convertido en un se...