capítulo 2: La casa de verano.

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Hace unos minutos llegamos a la casa de verano y aún tiemblo frenéticamente desde aquel susto dentro del auto. El vecindario no había cambiado demasiado, lo único extraño que pude divisar fue el vecino de al lado, ese viejo da miedo que jode, solo lo he visto como tres veces desde que mis padres obtuvieron esta casa, pero nada del otro mundo. El gran portón se abrió dándonos paso al establecimiento que desde años atrás, logra ponerme los pelos de punta. La camioneta se estacionó frente a las largas escaleras de la entrada, me bajé del auto y ayude a mis padres a meter las maletas a la casa. Estoy pensando en dar un recorrido, el lugar es tan grande que aun con varios años viniendo no la he recorrido por completo.

-Todo listo?- me preguntó mi padre y con una falsa sonrisa asentí.

-Seguro…- decido soltar más para mí que para él.

 Ya dentro de la gran casa, subí la escalera a paso rápido, el primer piso, donde están las habitaciones, se encontraba totalmente oscuro. Encendí una lámpara que estaba situada en una mesita a mi izquierda para poder ver donde estaba el interruptor. Lo divise a unos cuantos metros y lo encendí, el largo y ancho pasillo se ilumino y camine hacia la puerta que lleva por nombre “cuarto 3” en una pequeña placa color dorado. Me quede parada observando la puerta por unos minutos, me trajo tantos recuerdos de pequeña. No podia recordar muy bien la primera vez que entré a la casa porque tenía tres años, pero si recordé cosas como cuando entre los siete y ocho años jugaba con mi amiga imaginaria al té en el área de la piscina. A mi corta edad jamás había visto una casa tan grande, ni si quiera las anteriores donde viví se comparaban, tomando en cuenta que mis padres son muy exigentes con respecto a esas cosas y ésta casa es solo para pasar los veranos. Ellos dicen que “deben cuidar su imagen“. No estoy de acuerdo con esa ideología, tener dinero no significa que debas estar todo el tiempo rodeado de lujos, pero bueno, así piensan ellos y no puedo entrometerme en sus asuntos.

Finalmente entré a la habitación y me sorprendió lo aseado que estaba ya que no recuerdo haber limpiado el cuarto antes de irnos a casa el verano pasado. Me acerqué a la cama para tomar mi móvil y ponerlo a cargar, en todo el camino me puse a ver videos de mis youtubers favoritos y se me descargó muy rápido para mi gusto, mientras se cargaba revisé los últimos mensajes, no me sorprenden.

Anita la huerfanita: llegaste bien?

Emily P: sip, todo bien.

A los pocos segundos responde.

Anita la huerfanita: qué bueno, y ya sabes, sé que te ponen incomoda las pesadillas sobre tu amiga imaginaria que siempre tienes en esa casa, pero son cosas psicológicas, todo está en tu mente.

Ruedo los ojos y contesto.

Emily p: sabes que odio hablar de eso, y si, lo sé, ya estoy grande, debo madurar.

Anita la huerfanita: sabes que no me refería eso…

Emily P: ya déjalo.

Ella siguió enviando mensajes pero decidí no contestar, estaba cansada de que todo el mundo sintiera alguna lastima por mí. Además las pesadillas sobre Tiffany que solo tengo cuando estoy aquí, no es lo único que no tolero de esta casa, es… su aura, pesada, me cansa, y sin mencionar los constantes y extraños ruidos, me da escalofríos solo pensar en ello. Pero decidí que no le prestaría más atención. Oí el característico caminar de mi mama, me quede mirando la puerta esperando su llegada, como lo suponía, se asomó por la puerta para avisarme que la cena estaba lista, tardé algunos minutos en bajar hasta la cocina, era lo mismo de siempre, pizza de algún restaurante rápido. Es gracioso que crean que no me doy cuenta de que no planearon nada para la cena. Las típicas palabras de mis padres y sus charlas logran sacarme de quicio así que decidí ignorarlos, mi escape siempre será la ignorancia. Al terminar mis pedazos me levanté y volví al único lugar en el que me sentía en privacidad. Ya en mi habitación, tomé la decisión de tomar una ducha para posteriormente dormir, y eso hago. Al salir del baño tomé una toalla y rodee mi cuerpo con ésta, escuché unos ruidos provenientes de afuera de la casa y me asomé en la ventana apartando un poco la cortina, logré ver a una señora en el suelo y a un chico intentando levantarla, supongo que se habrá caído, quise ir a ayudarlos pero mis padres se adelantaron y comenzaron a hablar con el chico, abrí cuidadosamente la ventana para escuchar la conversación.

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