- ¿Y aquella vez en la que se le metió entre ceja y ceja fingir que era médico y nos perseguía por toda la casa, jeringuilla en mano? Estuvimos escondiéndonos de él, día y noche, durante más de un mes... ¿te acuerdas? - preguntó Isabel, riendo -.
- Calla, calla. Como para olvidarlo... aún le tengo miedo... - le respondió David, mirando a su hermano, que sin participar de la conversación, estaba visiblemente alelado y ausente. Totalmente ajeno a las bromas de sus hermanos. Su cuñada, tenía razones más que razonables y evidentes, para estar tan preocupada por él. Ahora, empezaba a plantearse que quizás no fuera tan exagerada, en relación a ése tema. Estaba más que claro que algo grave le sucedía -.
- ¿Y tú, Pablo, no dices nada? - insistió él, por segunda vez, tratando de despertarlo de su ensueño, trayéndole de regreso con ellos -.
Ante la impasibilidad de su hermano, que ni siquiera pareció escucharlo, le dio una fuerte sacudida, empujándole con fuerza el hombro izquierdo, tres veces seguidas, zarandeándolo algo brusca y poco delicadamente.
- ¡Ey! ¿Pero qué haces? - exclamó sorprendido, volviendo al momento actual y dejando en su memoria, aquel beso que desde hacía varios días, no lograba sacarse de la cabeza -.
- ¿Ya has vuelto, de tu letargo? - refunfuñó una Lucía con cara de pocos amigos, fulminándolo con la mirada. Si los ojos hablaran, los suyos, en ése momento, contarían tanto... -.
- ¿Y... qué? ¿Qué ha pasado, al final? ¿De qué estabais hablando? - le preguntó Pablo a su hermano, mirándole directamente, ignorando los ojos inquisitivos de su prometida, que buscaban los suyos. Se sentía desconcertado y totalmente fuera de contexto. Ni siquiera tenía ganas de escucharles -.
Isabel y David se miraron, cómplices. Instintivamente, se pusieron de acuerdo para averiguar qué le estaba trastornando tanto, a su hermano pequeño.
- Estábamos hablando de tus memorables batallitas de la infancia. Cuando eras una auténtica pesadilla... - masculló su novia, entre dientes y con el ceño fruncido -.
- ¡Claro, cómo no! ¡Vuestro tema preferido, de conversación! ¡No sé de qué hablaríais, si no existiera yo...! Os encanta meteros conmigo. Y aunque me quedaría aquí toda la tarde, escuchándoos, de mil amores, lamentablemente, me voy a tener que ir. Así que, si me perdonáis... todavía me quedan un montón de exámenes por corregir y mañana por la mañana tengo que entregar las notas, sin falta. Tengo que abandonar ésta apasionante charla, por más ganas que tenga de que os sigáis burlando de mí... pero tranquilos, podéis seguir haciéndolo a mis espaldas. Seguro que tampoco es la primera vez que me criticáis, cuando yo no estoy - dijo él, levantándose -.
- ¿No estás pensando irte sin haberme dado un beso antes, verdad? - le preguntó Lucía, levantando la barbilla -.
- No... por supuesto que no - le contestó Pablo, regalándole un rápido y ligero beso en la frente, dejándola totalmente atónita. Cada día reconocía menos, a éste chico con el que vivía desde hacía ya algo más de tres años -.
- ¿Y bien...? ¿Me creéis ahora o seguís pensando que soy una exagerada? ¿Le pasa o no, algo a vuestro hermano? ¿Tengo razón, para inquietarme por él? ¡Ni siquiera sé quién es, llegados a éste punto! Y no penséis que es cosa del momento, porque para nada... ahora, está siempre así. En las nubes. En otro mundo. Tan lejos de todo y de todos... y cuando intento averiguar por qué, siempre salgo escaldada. Estoy harta, de ésta situación. Francamente, empiezo a preguntarme hasta cuando voy a ser capaz de aguantarle. Y si realmente merece la pena, el esfuerzo que me estoy viendo obligada a hacer, para seguir a su lado, cada nueva mañana - les confesó Lucía -.
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Dijiste que te quedarías
Storie d'amoreAcostumbrado a vivir la vida que otros escribieron para él, el conocerla, le abrió de par en par, la ventana a un mundo nuevo. Y le llevó a perderse en su sonrisa. Y un día, rompió con todo y apostó por ella, sabiendo que era casi imposible, salir v...