(3) MANTENER LA CALMA

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Era de esperarse que una ruptura entre la pareja más adorada del pueblo, sucediera. Aquello ya se veía venir junto a todos los acontecimientos derivados en la partida de las niñas asiáticas, pero lo que realmente el pueblo esperaba, era que Craig y Tweek terminaran por ser amigos con algún que otro derecho, pero todo resulto en una gran pelea llena de gritos, insultos y palabras que se quedarían incrustadas en el alma. Les dolería, más tarde que temprano se darían cuenta de la estupidez que habían cometido y del daño irreversible que se habían causado.

Y la razón por la que todos ya preveían la ruptura de los chicos era por el simple hecho de ver el deterioro de ese telón rosa que veían constantemente en la pareja, aún si estaban haciendo lo más cotidiano de la vida, se podía notar a simple vista, se podía sentir sin necesidad de verlo, ese amor sin necesidad de palabras, solo con la mirada, por algo era tan agradable la relación de esos chicos. Pero al ver la partida de las niñas asiáticas, ese telón se convirtió en una nube densa y oscura llena de incomodidad, malas vibras, dolor, llanto, miedo, angustia, todo lo que se les pudiese ocurrir, su relación ya estaba en picada, solo esperaban el momento de la colisión.

Pero no todo es tan malo, simplemente no era el momento para enamorarse y todo ocurría por un motivo, tal vez esto era parte del plan divino. Solo se necesitaba tiempo para madurar los hechos. Tiempo suficiente para que sufrieran, lloraran y desatarán todo ese mal en sus corazones, todo es por la misma causa, por verlos sonreír una vez más.

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Entre un montón de sollozos amargos  y tics nerviosos, Tweek trataba de acabar con su dolor, por el momento esas lágrimas eran su desahogo; le dolía la cabeza de tantas que había derramado y sus manos no dejaban de jalar su rubios cabellos.
Pobre Tweek no paraba de llorar, aún cuando se repetía que dejara de ser un bebé y afrontará las cosas como un hombre, con valor. Pero con el corazón tan roto no veia una luz esperanzadora que lo salvará de si mismo.

Habían pasado un poco más de tres horas desde que habían terminado, en su mente maldecía a Craig por las ilusiones que le había hecho, después pensaba mejor y lloraba aún más fuerte al darse cuenta que el sólito se formó ilusiones, el chico del chullo no tenía la culpa. Su corazón quería creer que Craig también estaba tan desconsolado como él, que estaba llorando las mismas lágrimas agrias que recorrían todo su rostro ya que en su corazón aún quedaban esas esperanzas de que ese chico realmente le quería; la realidad era completamente otra.

Se encontraba en una esquina de su habitación, todo estaba oscuro y con sus ojos empapados de lágrimas era casi imposible ver figuras claras en el lugar, ni siquiera distinguía cual era su cama o su cuarto de baño. Deslizó las manos sobre sus ojos casi arrancándose las pestañas, solo quería aclarar su vista y cuando lo logró solo soltó una exclamación al poder admirar su destrozada y caótica habitación.

— ¿Pero qué pasó aquí? — se decía a si mismo al tiempo que se levantaba y veía el gran desorden que era su habitación. La había organizado en la mañana y ahora la cobija que debía estar finamente arreglada sobre su cama se encontraba toda sucia y arrugada en un rincón, un montón de fotos partidas a la mitad, las miro más de cerca, no solo eran fotos con Craig, también habían fotos con sus amigos y con sus padres. — he perdido el control por completo — dijo en un susurro callando su propia voz poniendo la mano sobre su boca.

Tenía mucha suerte, sus padres tenían que trabajar hasta tarde en la cafetería, tendría el tiempo suficiente para aparentar completa normalidad frente a lo que le había acabado de pasar.

Pero sin importar de que tratará de ocultarlo, todos lo sabrían, en South Park los chismes corren muy rápido.

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Siempre MentirososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora