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Hoy es viernes. El despertador suena y yo como toda persona normal, lo cojo y lo tiro contra la pared de mi dormitorio. Genial, ya he roto 6 en lo que llevamos de mes... Con mucha pereza me levanto y me voy a bañar. Cuando termino me pongo una ropa "aceptable" para que Marie me dejara salir de mi casa; una camiseta de tirantes negra, unos pantalones vaqueros, una camiseta de cuadros roja y negra y unas converse negras.

Esta vez paso de ponerme maquillaje y directamente bajo a desayunar a la cocina. Ya comenté que no me gusta mucho el maquillaje, solamente me lo pongo para eventos o cosas importantes. Pienso que a una mujer no le hace falta llevar maquillaje para ser hermosa, el maquillaje solo es un -por decirlo de alguna manera- accesorio que nos oculta.

— Buenos días— Digo nada más entrar en la cocina. Allí se encuentran Walter y Marie.

— Buenos días, hija— respondieron ellos al unísono.

— ¿Lo ves, hija? con esa ropa te ves mejor que con la otra que llevabas— dice sonriendo Marie. Ya señora, deje de sonreír tan falsamente, que le salen arrugas.

— Sí, sí, lo que tú digas— respondo con desinterés.

— Oye hija, antes en tu habitación he escuchado un ruido— dice Walter ¿preocupado?

— Ah sí, eso— murmuro— he tirado el despertador contra la pared de mi cuarto.

— ¿¡QUE!?— exclaman otra vez a la vez, esto empieza a dar miedo. Joder, mis pobres oídos.

— Tranquilos que no es la primera vez en este mes— respondo cogiendo la caja de zumo de naranja de la nevera y sirviéndome un poco en un vaso.

— Ay, esta niña...— suspira Marie.

— Esta niña de aquí, que tú dices, tiene 19 años, solo os lo recuerdo— informo bebiendo de mi vaso con las cejas alzadas.

— Para mí siempre serás mi bebé regordete— dice ella. ¿Bebe regordete? ¿Y ahora que mosca le ha picado? Nunca me quisieron y ahora me vienen con estas cosas.

— No era regordeta— respondo.

— ¿Ah, no? pues mira esta foto— dice sacando su móvil y enseñándome una foto de cuando era bebé. Valla, pues si, estaba regordeta.

— Dios, ¡parezco un chino gordo!—exclamo— no tengo nada en contra de ellos, pero miren mis ojos— ellos se ríen.

— Sí, nuestra chinita gorda—dicen al unísono. Que mal rollo. Y que hipócritas que son.

— Eso dio miedo— murmuro dejando mi vaso y retrocediendo un poco.

— tranquila hija, que no te de miedo— otra vez a la vez. No me gusta, demasiada coordinación.

— ¿¡ustedes que son!? ¡Dejen de hablar al mismo tiempo! ¡Da miedo!— exclamo.

— Ya hija tranquila— y otra vez más. Joder.

— ¡paren!— exclamo— saben qué? me voy antes de que digan nada— digo para después salir corriendo de la cocina, coger mi móvil y las llaves de mi moto y salir de la casa. Ahora me da por coger la moto,

Salí de mi casa y me monté en mi moto, arranque y me dirigí al colegio...

(...)

— Sigo impresionado por lo que acabas de hacer— dice mi profesor de educación física.

— No haberme retado, ahora mi dinero— le respondo, extendiendo mi mano.

— Si sigo con las apuestas estás, me quedo sin dinero— murmura bufando y me da un billete de cincuenta.

El Bad Boy y... ¿La nerd? (EBBYLN#1) {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora