**El Secreto de Bathilda**

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-Un momento.- detuve a Harry y a Hermione.

-¿Qué pasa?- me preguntó el chico.

-Hay alguien allí. Alguien vigilándonos, puedo sentirlo. Allí junto a los arbustos.- Acabábamos de alcanzar la tumba del desconocido Abbott.

-¿Estás segura?- me preguntó Hermione nerviosa.

-He visto algo moverse, podría jurar que lo he visto...- susurré mirando hacia el oscuro inicio del laberinto de tumbas.

Me separé de Harry para tener mi varita a mano.

-Parecemos muggles.- señaló Harry.

-¡Muggles que han estado poniendo flores en la tumba de tus padres! ¡Harry, estoy segura de que hay alguien por allí!- señalé a las profundidades de la oscuridad.

Entonces oí un susurro y vi un poco de nieve arremolinarse en el arbusto que había estado señalando.

-Es un gato, o un pájaro. Si fuese un Mortifago ya estaríamos muertos a estas alturas. Pero salgamos de aquí y podremos volver a ponernos la Capa.- comentó Harry al final.

Miramos hacia atrás varias veces mientras nos abríamos paso fuera del cementerio.

Nos pusimos la Capa de Invisivilidad por encima.

El bar estaba más lleno que antes.

Dentro muchas voces cantaban ahora el villancico que habíamos oído mientras nos acercábamos a la iglesia.

-Vamos por aquí.- Por un momento consideré sugerir que nos refugiáramos dentro pero antes de que pudiera decir nada, Hermione murmuró.

Tiró de Harry y de mí hacia abajo por la oscura calle que conducía fuera del pueblo en dirección opuesta a la que habíamos cogido para entrar.

Podía divisar el punto donde las casas de campo finalizaban y la senda se convertía en campo llano otra vez.

Caminábamos tan rápidamente como podíamos, pasando más ventanas que centelleaban con luces multicolores viendo los oscuros contornos de árboles de Navidad a través de las cortinas.

-¿Cómo vamos a encontrar la casa de Bathilda?- preguntó Hermione sin obtener respuesta alguna.

Harry miraba hacia la oscura masa que se erguía al final de esa fila de casas atrayendo mi curiosa mirada.

Al momento siguiente aceleró llevándonos a rastras a Hermione y a mí con él.

-Harry.- musitó al resbalar en el hielo.

-Mirad... Mirad eso.- nos susurró Harry anonado.

-¡No veo... oh!- exclamé al comprobar que podía verla.

El hechizo Fidelius debía haber muerto con James y Lily.

El seto había crecido salvaje en los dieciséis años que habían pasado desde que Hagrid había tomado a Harry de entre los escombros que yacían dispersos entre la hierba, tan alta ahora que me llegaba a la cintura.

La mayor parte de la casa de campo estaba todavía en pie, estaba enteramente cubierta de oscura hiedra y de nieve pero el lado derecho del piso superior había sido volado.

Allí debía ser dónde la maldición había impactado.

Los tres nos detuvimos ante la verja contemplado la ruina de lo que una vez había sido una casa de campo como las otras que la flanqueaban.

-Me pregunto por qué nadie la ha reconstruyó.- murmuró Hermione.

-Tal vez no se pueda reconstruir. Tal vez sea como las lesiones de Magia Oscura y no se pueda reparar el daño.- aventuré.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //7//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora